“Con el corazón cargado y angustiado por los dramáticos eventos de estos últimos días en el norte de Irak”…

Así inicia la carta que Papa Francisco ha enviado este 13 de agosto al secretario general de las Naciones Unidas Ban Ki Moon, minutos antes de iniciar su viaje para la Visita Apostólica a Corea.

Remarca en la misiva el Pontífice, que la comunidad internacional no puede permanecer indiferente a “las lágrimas, los sufrimientos y los gritos desesperados de los Cristianos y de las otras minorías religiosas de la amada tierra de Irak”; y exhorta a que “la comunidad internacional” intervenga –fuerzas de paz- para poner fin a la tragedia, como también a que la ONU dé inmediata asistencia a los refugiados (50 niños están muriendo por día debido a la escasez de agua y alimentos informó este mismo día la agencia AP).



Radio Vaticana.
Texto completo de la Carta del Papa a Ban Ki-moon



A Su Excelencia

Sr. Ban Ki-moon Secretario General Organización de las Naciones Unidas

Es con el corazón cargado y angustiado que he seguido los dramáticos eventos de estos últimos días en el norte de Irak, donde los cristianos y las otras minorías religiosas han sido obligados a huir de sus casas y asistir a la destrucción de sus lugares de culto y del patrimonio religioso. Conmovido por su situación, he pedido a Su Eminencia el Cardenal Fernando Filoni, Prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos -que sirvió como Representante de mis predecesores, el Papa San Juan Pablo II y el Papa Benedicto XVI, ante el pueblo de Irak-, que manifieste mi cercanía espiritual y que exprese mi preocupación, y la de toda la Iglesia católica, por el intolerable sufrimiento de aquellos que solo desean vivir en paz, armonía y libertad en la tierra de sus antepasados.

Con el mismo espíritu, le escribo, Señor Secretario General, y pongo ante usted las lágrimas, los sufrimientos y los gritos desesperados de los Cristianos y de las otras minorías religiosas de la amada tierra de Irak. Mientras renuevo mi llamado urgente a la comunidad internacional a intervenir para poner fin a la tragedia humanitaria en curso, animo a todos los organismos competentes de las Naciones Unidas, en particular a los responsables de la seguridad, la paz, el derecho humanitario y la asistencia a los refugiados a continuar sus esfuerzos en conformidad con el Preámbulo y a los Artículos pertinentes a la Carta de las Naciones Unidas.


Los ataques violentos que están extendiéndose a lo largo del norte de Irak no pueden sino despertar las conciencias de todos los hombres y mujeres de buena voluntad para cumplir acciones concretas de solidaridad, para proteger a cuantos son golpeados y amenazados por la violencia y para asegurar la asistencia necesaria y urgente a tantas personas refugiadas, así como también el regreso a sus ciudades y a sus hogares. Las trágicas experiencias del siglo XX y la más elemental comprensión de la dignidad humana, obliga a la comunidad internacional, en particular, a través de las normas y de los mecanismos del derecho internacional, a hacer todo lo posible para detener y prevenir ulteriores violencias sistemáticas contra las minorías étnicas y religiosas.

Confiado en que mi llamado -que uno al de los Patriarcas Orientales y de los demás líderes religiosos-, encontrará una respuesta positiva, aprovecho la oportunidad para renovar a Vuestra Excelencia mi más alta consideración.
 
Desde el Vaticano, 9 de agosto de 2014
 
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