Pastores, antes que estudiosos, que no olvidan jamás a Cristo, su “primer amor”, y permanecen siempre en su seguimiento.

Es el retrato que el Papa Francisco trazó en su homilía de la Misa matutina celebrada en la Capilla de la Casa de Santa Marta, a pocas horas del histórico encuentro por la paz este 8 de junio, fiesta de la venida del Espíritu Santo, Pentecostés, que reunirá en el Vaticano a Shimon Peres (Israel), Mahmud Abbas (Palestina), al Patriarca Ecuménico Bartolomé (Ortodoxos) y Papa Francisco.

La clave del encuentro, la oración. El objeto, ´´Invocación por la paz´´. El nutriente que Papa Francisco dispone: el amor a Dios… que esta mañana de viernes ha recordado:


“¿Cómo va el primer amor? Es decir, ¿Estoy enamorado de ti como el primer día? ¿Soy feliz contigo o te ignoro? Preguntas universales que hay que hacerlas con frecuencia”, dijo el Papa. “Y no sólo los cónyuges en la pareja, sino también los sacerdotes y los obispos ante Jesús. Porque es Él – afirmó Francisco – quien nos lo pregunta como un día hizo con Pedro: «Simón, hijo de Juan, ¿me amas?»"

Precisamente el Santo Padre inició su homilía a partir de este diálogo presentado por el Evangelio, en el que Cristo pregunta tres veces al primero de los Apóstoles si lo ama más que a los demás. Y dijo que se trata de "un modo para llevarlo al primer amor".

“Esta es la pregunta que me hago a mí, a mis hermanos obispos y a los sacerdotes. Cómo va el amor de hoy, el de Jesús, ¿no? ¿Es como el primero? ¿Estoy enamorado como el primer día? ¿O el trabajo, las preocupaciones un poco me hacen mirar otras cosas, y olvidar un poco el amor? Pero los cónyuges pelean, pelean. Y eso es normal. Pero cuando no hay amor, no se pelea, se rompe”.

“Jamás olvidar el primer amor. Jamás. Ante todo, antes del estudio, antes de querer convertirse en un intelectual de la filosofía, de la teología o de la patrología debe ser un pastor, tal como Jesús le pidió a Pedro cuando le dijo: «Apacienta mis ovejas». El resto, viene después”.

“Apacienta. Con la teología, con la filosofía, con la petrología, con lo que estudias, pero apacienta. Se pastor. Porque el señor nos ha llamado para esto. Y las manos del obispo sobre nuestra cabeza son para ser pastores. Es una segunda pregunta, ¿no? La primera es: ‘¿Cómo va el primer amor?’. La segunda es ésta: ‘¿Soy pastor, o soy un empleado de esta ONG que se llama Iglesia?’. Hay una diferencia. ¿Soy pastor? Una pregunta que yo debo hacerme, que los obispos se deben hacer, y también los sacerdotes: todos. Apacienta. Pastorea. Ve adelante”.

“No hay gloria ni majestad para el pastor consagrado a Jesús: No, hermano. Terminará del modo más común, incluso más humillante, tantas veces: en un lecho, que te dan de comer, que te deben vestir… Pero inútil, allí, enfermo…. El destino es terminar como terminó Él: amor que muere como la semilla de grano y después vendrá el fruto. Pero yo no lo veré. En fin, el cuarto aspecto, la palabra más fuerte con la cual Jesús concluye su diálogo con Pedro: «sígueme»”.

“Si nosotros hemos perdido la orientación o no sabemos cómo responder sobre el amor, no sabemos cómo responder sobre este ser pastores, no sabemos cómo responder o no tenemos la certeza de que el Señor no nos dejará solos, incluso en los momentos perores de la vida, en la enfermedad, Él dice: «Sígueme». Es ésta nuestra certidumbre. Sobre las huellas de Jesús. En ese camino. «Sígueme»”.

“A todos nosotros, sacerdotes y obispos – terminó diciendo el Papa – que el Señor dé la gracia de encontrar siempre o de recordar el primer amor, de ser pastores, de no tener vergüenza de terminar humillados en un lecho o incluso con la cabeza perdida. Y que siempre nos dé la gracia de ir tras Jesús, sobre las huellas de Jesús: la gracia de seguirlo”.

 
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