En la víspera de su Viaje Apostólico a Tierra Santa, el Papa Francisco, fue de forma privada, a primera hora de la mañana, a la Basílica papal de Santa María la Mayor, para rezar y encomendarle a la Virgen su inminente peregrinación a la Tierra de Jesús, que comienza el 24 de mayo, memoria de María Auxiliadora, y termina el 26. Después de la oración, que duró unos 15 minutos, el Pontífice le ofreció un ramo de rosas a la Salus populi romani.
Es una «peregrinación de oración», dijo el Vicario De Cristo cuando anunció este segundo Viaje Apostólico internacional de su Pontificado. Tres días intensos – del 24 al 26 de mayo - de celebración de la memoria, del encuentro y el diálogo.
El lema de la peregrinación -«Para que todos sean uno»- se inspira en el ruego de Jesús al Padre (Jn 17,21) y el logo presenta el abrazo de los santos hermanos Pedro y Andrés, los primeros dos discípulos llamados por Jesús, en Galilea.
Tres etapas
La primera, Jordania, Amman y Betania más allá del Jordán. La segunda, Belén, Estado de Palestina, y la tercera, Jerusalén. Esta peregrinación del Sumo Pontífice tiene un ‘compás ternario’, dijo el Director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede Padre Federico Lombardi. Se organizó alrededor del domingo, con la Misa, por la mañana, en la Plaza del Pesebre en Belén, y el encuentro ecuménico con el Patriarca Bartolomé y con los demás representantes cristianos, por la tarde. El día antes, el sábado, al ser shabbat está dedicado a Jordania y el lunes al Estado de Israel.
Además de la celebración, otra característica de este viaje es también la dimensión interreligiosa. El Papa Francisco ha querido que lo acompañen, como miembros de su séquito, en este momento tan importante, el rabino Skorka y el Secretario General del Instituto del diálogo interreligioso de la República de Argentina, Omar Ahmed. Dos personas, que el Santo Padre conoce bien, habiendo cultivado relaciones de diálogo y de amistad.
Las reflexiones del cardenal Parolín
¿Qué frutos puede dar esta peregrinación?
Sabemos que el Papa va a una tierra particularmente difícil. Yo espero de veras que el fruto pueda ser el de ayudar a todos los responsables y a todas las personas de buena voluntad a tomar decisiones valientes en el camino de la paz.
Una tierra en donde cuesta que florezca la paz ¿Cuáles son los auspicios de la Santa Sede en el diálogo palestino- israelí?
Por una parte, el derecho de Israel de existir y de gozar de paz y seguridad al interno de los confines internacionalmente reconocidos; el derecho del pueblo palestino a tener una patria, soberana e independiente, el derecho de moverse libremente, el derecho de vivir con dignidad. Y luego el reconocimiento del carácter sagrado y universal de la ciudad de Jerusalén, de su herencia cultural y religiosa: es decir, como lugar de peregrinación de los fieles de las tres religiones monoteístas. Un poco son estos los puntos sobre los cuales el Papa insistirá también esta vez, en línea con toda la “política” de la Santa Sede por lo que concierne al conflicto palestino-israelí.
En el Ángelus del pasado 5 de enero, el Papa Francisco habló de este viaje como de un peregrinaje, insistiendo sobre el aspecto de la oración. Punto central será precisamente el encuentro ecuménico en el Santo Sepulcro con el Patriarca Bartolomé I de Constantinopla en recuerdo del histórico encuentro entre Pablo VI y el Patriarca Atenágoras. ¿Cree que de alguna manera este encuentro pueda marcar también un momento significativo, importante en las relaciones entre las Iglesias?
El ecumenismo ha sido una de las adquisiciones del Concilio Vaticano II, por supuesto, al final de un largo camino recorrido también por la Iglesia Católica, en este sentido. Pero que el encuentro entre el Papa Pablo VI y Atenágoras haya dado un impulso fundamental, decisivo, a este camino ecuménico, nos indica que a veces los gestos sirven más que palabras, que son más elocuentes que las palabras. Yo espero que el encuentro entre el Papa Francisco y el Patriarca Bartolomé reavive un poco esta llama, este entusiasmo por el camino ecuménico que a su vez debería animar un poco todas las iniciativas que están en marcha. Debería existir esta alma de entusiasmo y esta pasión por la unidad que ha sido la ferviente oración de Jesús en el Cenáculo, en la última cena, antes de su Pasión y Muerte.
El viaje también será sin duda un momento de alegría para los cristianos que viven en Jordania, Palestina e Israel, cristianos que a menudo viven en condiciones difíciles...
Será un momento de alegría y consuelo para todos los cristianos que viven en Tierra Santa, y el Papa creo que quiere hacer hincapié, durante el encuentro directo con ellos, sobre dos cosas: que estos cristianos son piedras vivas, y que sin su presencia Tierra Santa y los mismos Santos Lugares corren el riesgo de transformarse en museos, como solemos decir. En cambio, su presencia asegura que allí hay una comunidad cristiana viva y una presencia viva del Señor Resucitado. Y, al mismo tiempo, además de esta dimensión eclesial, está el papel que juegan los cristianos de Oriente Medio y de Tierra Santa en la sociedad en que viven, en los países donde viven: un papel clave. Sinceramente quieren ponerse a disposición de sus conciudadanos para construir juntos una patria libre, justa y democrática.