Cuando disminuye la presencia de Dios entre los hombres, “se pierde el sentido del pecado” y así puede suceder que le hagamos pagar a otros el precio de nuestra “mediocridad cristiana”. Esta reflexión es parte de la homilía compartida por Papa Francisco este viernes 31 durante la misa matutina que ha celebrado en Santa Marta. Pidamos a Dios, exhortó el Papa, la gracia de que en nosotros nunca disminuya la presencia de “su reino”.
Un pecado grave, como por ejemplo es el adulterio, disminuido a “un problema para resolver”, advierte el Papa. En la reflexión del Pontífice la opción que elige el rey David, narrada en la primera lectura de hoy, es el espejo delante del cual invita a cada cristiano a poner su conciencia.
 
David se deslumbra con Betsabé, la esposa de Urías, su general, se la apropia y envía al marido a primera línea de batalla, causándole la muerte y de hecho perpetrando un asesinato. Y a pesar de ello ni el adulterio, ni el homicidio lo afectan. “David –dice el Papa- se encuentra delante a un enorme pecado, pero él no lo siente como un pecado. No le pasa por su mente pedir perdón. Lo que le viene en mente es: ¿Cómo resuelvo ésto?”:
 
“A todos nosotros nos puede suceder ésto. Todos somos pecadores y todos somos tentados y todos estamos sujetos a la tentación que es el pan nuestro de cada día. Si alguno de nosotros dijese: «Yo nunca tuve tentaciones», o eres un querubín o un poco tonto, ¿no? Se entiende... Es normal en la vida la lucha y el diablo nunca se queda tranquilo, él quiere su victoria. Pero el problema más grave -el problema más grave en esta situación- no es tanto la tentación y el pecado contra el noveno mandamiento, sino el modo en el que actúa David. Y David aquí no habla de pecado, habla de un problema que tiene que resolver. ¡Esto es un signo! Cuando el reino de Dios viene a menos, cuando el reino de Dios disminuye, uno de los signos es que se pierde el sentido del pecado”.
 
Cada día, prosigue el Papa, al rezar el “Padrenuestro”, nosotros le pedimos a Dios “Venga a nosotros tu Reino…”, lo que -explica el papa Francisco- quiere decir “crezca Tu Reino”. Cuando se pierde el sentido del pecado, se pierde también “el sentido del Reino de Dios” y en su lugar -subraya el Papa- emerge “una visión antropológica súper potente”, la del “yo lo puedo todo”:
 
“¡La potencia del hombre en lugar de la gloria de Dios! Este es el pan de cada día. Por esto la oración de todos los días a Dios ‘Venga tu Reino, crezca tu Reino’, porque la salvación no vendrá de nuestras astucias, de nuestra inteligencia al hacer negocios. La salvación vendrá de la gracia de Dios y del entrenamiento cotidiano que nosotros hacemos de esta gracia en la vida cristiana”.
 
“El pecado más grande de hoy es que los hombres han perdido el sentido del pecado”, ha denunciado Francisco. El Santo Padre cita esta célebre frase de Pío XII y después centra su atención en Urías, el hombre inocente mandado a la muerte por la culpa de su rey. Urías, dice el Papa, se convierte en el emblema de todas las víctimas de nuestra inconfesada soberbia:
 
“Yo os confieso, cuando veo estas injusticias, esta soberbia humana, también cuando veo el peligro de que a mí mismo me suceda esto, el peligro de perder el sentido del pecado, me hace bien pensar en los muchos Urías de la historia, en los muchos Urías que también hoy sufren nuestra mediocridad cristiana, cuando nosotros perdemos el sentido del pecado, cuando nosotros dejamos que el Reino de Dios caiga… Estos son los mártires de nuestros pecados no reconocidos. Nos hará bien rezar hoy por nosotros, para que el Señor nos dé siempre la gracia de no perder el sentido del pecado, para que el Reino no disminuya en nosotros. También llevar una flor espiritual a la tumba de estos Urías contemporáneos, que pagan la cuenta del banquete de los seguros, de aquellos cristianos que se sienten seguros”, ha finalizado el Santo Padre Francisco.

 
 
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