La Iglesia no puede entenderse simplemente como una organización humana, la diferencia reside en la unción del Espíritu Santo a obispos y sacerdotes, que les da la fuerza para servir al pueblo de Dios: afirmó el Papa Francisco durante la Eucaristía que presidió este lunes 27 de enero en Santa Marta. El Pontífice agradeció también por tantos obispos y sacerdotes santos que dan su vida en el anonimato de su servicio cotidiano.
 
Comentando la primera lectura del día, que habla de las tribus de Israel que ungen  a David como su  rey, el Papa explica el significado espiritual de la unción.

"Sin esta unción -afirmó- David habría sido sólo la cabeza de “una empresa" de una "sociedad política, que era el Reino de Israel", habría sido un mero "organizador político". En cambio, "después de la unción, el Espíritu del Señor desciende sobre David y permanece con él". Y la Escritura dice: "David fue creciendo cada vez más en poder, y el Señor Dios de los ejércitos estaba con él."
 
"Esto – observa el Papa Francisco- es la diferencia que otorga la unción." El ungido es una persona elegida por el Señor. Así ocurre en la Iglesia con los obispos y sacerdotes:

"Los obispos son elegidos por lo tanto para llevar adelante una organización, que se llama Iglesia particular, son ungidos, ellos tienen la unción y el Espíritu del Señor está con ellos. Pero todos los obispos, todos somos pecadores, ¡todos! Pero somos ungidos. Pero todos deseamos ser más santos cada día, más fieles a esta unción. Y aquello que caracteriza a la Iglesia en realidad, lo que da la unidad a la Iglesia, es la persona del obispo, en el nombre de Jesucristo, porque es ungido, no porque haya sido votado por la mayoría. Porque es ungido. Y en esta unción la iglesia particular encuentra su fuerza. Y para la participación son ungidos también los sacerdotes".

En la unción - continuó el Papa - se acerca a los obispos y sacerdotes el Señor y les da la alegría y la fuerza "para llevar adelante un pueblo, para ayudar al pueblo, deben vivir al servicio del pueblo." Donan la alegría de sentirse “elegidos por el Señor, protegidos del Señor, con el mismo amor que el Señor nos cuida, a todos nosotros." Así, "cuando pensamos en los obispos y sacerdotes, debemos pensarlos así: ungidos".

"Por el contrario, no se entiende la Iglesia,  pero no sólo no se la entiende, no se puede explicar una Iglesia que avanza sólo por la fuerza humana. Esta diócesis avanza porque tiene un pueblo santo, tanta cosa; y también un ungido que la conduce, que la ayuda a crecer. Esta parroquia avanza porque tiene muchas organizaciones, tanta cosa; pero también tiene un sacerdote, un ungido que la lleva adelante. Y conocemos apenas una pequeña parte de la historia, porque cuántos obispos santos, cuántos sacerdotes santos  que han donado sus vidas al servicio de la diócesis, la parroquia; cuántas personas han recibido la fuerza de la fe, la fuerza del amor, la esperanza de estos pastores anónimos, que no conocemos. ¡Hay tantos!"
 
“Son muchos - dice Papa Francisco- los párrocos del campo o de la ciudad que con su unción han dado fuerza al pueblo, han transmitido la doctrina, han dado los sacramentos,  vale decir la santidad ".

"«Pero, Padre, ¡he leído en un periódico que un obispo ha hecho tal cosa, o un sacerdote tal otra!» -Oh, sí, también yo lo leí, pero dime, ¿el periódico trae noticias de lo que hacen muchos sacerdotes, muchos sacerdotes en muchas parroquias de la ciudad y el campo, tanta caridad que hacen, tanto trabajo que hacen para llevar adelante a su pueblo? ¡Ah, no! Esto no es noticia. ¡Eh!, como siempre: hace más ruido un árbol que cae que un bosque que crece. Hoy, pensando en la unción de David, nos hará bien pensar en nuestros obispos y nuestros sacerdotes valientes, santos, buenos, fieles, y orar por ellos. Gracias a ellos estamos hoy aquí".



 
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