Este viernes 03 de enero el Papa, desde la “Iglesia de Jesús”, en el centro de Roma, instó a los creyentes a imitar a Jesús militando “bajo el escudo de la Cruz”. Esto significa dijo el Pontífice “pensar como Él; amar como Él; ver como Él; caminar como Él. Significa hacer lo que Él ha hecho y con sus mismos sentimientos, con los sentimientos de su Corazón”.
 
Al comenzar el año, Francisco presidió la Eucaristía desde la Basílica de San Pedro, el día 1°, en la Solemnidad de María Santísima Madre de Dios, celebrando así la 47ª Jornada Mundial de la Paz. Allí pidió a todos que se unieran a él en su súplica… e invocando la mediación protectora de la Virgen pidió a los presentes repetir juntos, tres veces, con fervor…“¡Santa Madre de Dios!”. Durante la homilía de ese día destacó que “nuestro camino de fe está unido de manera indisoluble a María desde el momento en que Jesús, muriendo en la cruz, nos la ha dado como Madre diciendo: «He ahí a tu madre» (Jn 19,27)”.
 
El Santo Padre Francisco señaló que la Madre del Redentor nos precede y continuamente nos confirma en la fe, en la vocación y en la misión. “Con su ejemplo de humildad y de disponibilidad a la voluntad de Dios –agregó el Papa al finalizar su homilía- nos ayuda a traducir nuestra fe en un anuncio del Evangelio alegre y sin fronteras. De este modo nuestra misión será fecunda, porque está modelada sobre la maternidad de María. A ella confiamos nuestro itinerario de fe, los deseos de nuestro corazón, nuestras necesidades, las del mundo entero, especialmente el hambre y la sed de justicia, de paz y de Dios.”
 
Luego, durante el Angelus, el Vicario de Cristo dijo a los reunidos en la Plaza de San Pedro que “la paz, en efecto, requiere la fuerza de la mansedumbre, la fuerza no violenta de la verdad y del amor” y nuevamente encomendó a la Madre de Dios “el grito de paz de las poblaciones oprimidas por la guerra y por la violencia, para que el coraje del diálogo y de la reconciliación prevalezca sobre las tentaciones de venganza, prepotencia y corrupción”.
 
Por la tarde del primer día del año, el Sumo Pontífice visitó la Basílica Santa María la Mayor y oró privadamente durante veinte minutos ante la imagen de la Madre de Dios conocida como la ‘Salus populi romani’.

 
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