Bajo el deseo de que vivan estos días "como una peregrinación espiritual" el Papa Francisco se dirige a los jóvenes que están participando en el Festival de Jóvenes en Medjugorje (Bosnia Herzegovina). En su mensaje el Pontífice les recuerda que "Dios tiene un plan de amor para cada uno" de ellos y les alienta: "No tengan miedo de su voluntad, más bien confíen plenamente en su gracia. Para Él ustedes son preciosos e importantes, porque son obra de sus manos".
Mensaje del Santo Padre a los participantes del 34 Festival internacional de los Jóvenes en Medjugorje (Mladifest) [26 - 30 de julio de 2023]
Queridísimos,
Me dirijo con alegría a todos los que participan en el Festival de la Juventud en Medjugorje, una ocasión para celebrar y renovar vuestra fe. Deseo que vivan estos días como una peregrinación espiritual que los lleve a encontrarse con el Señor Jesús en la Eucaristía, la Adoración, la Confesión, la catequesis bíblica, la oración silenciosa y el Rosario, y también a través de testimonios.
El tema propuesto para vuestra reflexión este año es: «Estos son mi madre y mis hermanos» (Mt 12,49). El evangelista Mateo cuenta que, mientras Jesús habla a la multitud, alguien le dice que su madre y sus hermanos están fuera buscándole. Jesús responde con una pregunta: «¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?» (Mt 12,48). Y señalando a sus discípulos, dice: «Estos son mi madre y mis hermanos. Pues todo el que cumpla la voluntad de mi Padre celestial, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre.» (Mt 12,49-50).
Nos llaman mucho la atención el gesto y las palabras de Jesús porque, a primera vista, parecen una falta de respeto hacia su Madre y sus parientes. En realidad, con esta expresión quiso mostrarnos que es la adhesión a la voluntad del Padre lo que establece nuestra unión con Él, un vínculo superior a los más estrechos lazos de sangre. Queridos jóvenes, ¡la voluntad de Dios es un tesoro inestimable! Por eso la Virgen María forjó un vínculo de parentesco con Jesús incluso antes de darlo a luz. Se convierte en discípula y madre de su Hijo en el momento en que acepta las palabras del Ángel, respondiendo: "He aquí la esclava del Señor: hágase en mí según tu palabra" (Lc 1, 38). A partir de ese momento, toda su vida fue un continuo hacer la voluntad de Dios.
Sin embargo, a menudo nos encontramos en desacuerdo con esta voluntad, a veces nos cuesta comprenderla y aceptarla, quisiéramos una vida diferente, sin desafíos, sin sufrimientos, quisiéramos ser distintos, tal vez más inteligentes, más ricos en talentos o en disposiciones naturales. Sin embargo, no hay mejor voluntad para nosotros que la voluntad del Padre, que es su plan de amor para nosotros con vistas a su reino y a nuestra plena felicidad. A menudo tememos esta voluntad, porque tememos que Dios nos imponga algo por pura voluntad y no por nuestro bien; tememos que aceptar su voluntad signifique renunciar a nuestra libertad. En cambio, debemos buscar intensamente, pedir a Dios Padre que nos dé a conocer su voluntad y pedir que se haga en nosotros. Y la razón más profunda para desearlo es precisamente Jesús, que nos lo muestra: hacer la voluntad del Padre nos hace hijos suyos, hermanos, hermanas, madres, y nos hace crecer en el amor hacia Él y hacia los demás.
Queridos jóvenes, Dios tiene un plan de amor para cada uno de ustedes. No tengan miedo de su voluntad, más bien confíen plenamente en su gracia. Para Él ustedes son preciosos e importantes, porque son obra de sus manos (cf. Exhort. ap. postsinodal Christus vivit, 115). Sólo Él conoce tu corazón y tus deseos más profundos. Sólo Él, que te ama con amor absoluto, es capaz de colmar tus aspiraciones. Sólo Dios puede darte la verdadera felicidad. Siguiendo el ejemplo de María, sepan darle su "sí" incondicional. Que no haya lugar en tu vida para el egoísmo o la pereza. Aprovechad vuestra juventud para poner, junto con el Señor, los cimientos de vuestra existencia, porque de las opciones que hagáis en estos años dependerá vuestro futuro personal, profesional y social.
Que María Santísima los acompañe en este camino, queridos jóvenes, y les enseñe a discernir y acoger la voluntad del Padre celestial en sus vidas. Con su juventud, imprímanle al tiempo presente el signo de la esperanza y del entusiasmo. Sean misioneros entusiastas de la nueva evangelización. Llévenle a los que sufren, a los que buscan, la alegría que Jesús quiere dar. Llévenla a sus familias, a sus escuelas y universidades, a sus lugares de trabajo y grupos de amigos, dondequiera que vivan. Si permiten que la gracia de Dios actúe en ustedes, si son generosos y perseverantes en su compromiso diario, harán de este mundo un lugar mejor para todos. Los bendigo de corazón. Y les pido, por favor, que recen por mí.
Francisco
Fuente: Vatican.va