Como quien alienta a la escuadra nacional de cualesquier deporte Papa Francisco encendió la mañana de este miércoles 18 a los fieles. Todos declarando y animándose en la fe repetían a coro: “¡Dios-con-nosotros! ¡Dios-con-nosotros!...”.
 
La Navidad, explicó luego el Pontífice, recuerda precisamente la elección de Jesús de habitar en nuestro mundo real, marcado por «divisiones, maldad, pobreza, prepotencias y guerras». Actuando así Él se hace «como uno de nosotros». Ésta, continuó el Obispo de Roma, es «la manifestación de que Dios “tomó partido” una vez para siempre de la parte del hombre, para salvarnos, para levantarnos del polvo de nuestras miserias, de nuestras dificultades, de nuestros pecados». He aquí por qué la fiesta de Navidad es una «fiesta de la confianza y de la esperanza» que va más allá de «la incertidumbre y del pesimismo».
 
Luego en su homilía del jueves desde Casa de Santa Marta señaló que “la humildad es necesaria para la fecundidad” que recibimos, dijo, por la intervención de Dios que vence la esterilidad de nuestra vida.
 
Comentando el Evangelio destacó a Isabel que siendo estéril tuvo un hijo. “De la imposibilidad de dar vida – constató el Papa – viene la vida”. Y esto, prosiguió, también “acaeció no a mujeres estériles” si no a quienes “no tenían esperanza de vida: “El Señor interviene en la vida de estas mujeres para decirnos: ‘Yo soy capaz de dar vida’.
 
“Pensemos – observó - en cómo los soberbios, aquellos que creen que pueden hacer todo por sí mismos, son castigados”.
 
Y recordando el don que recibimos en Navidad, el Papa finalizó anunciando… “Es la intervención de Dios que nos trae la salvación. Es la intervención de Dios que nos ayuda en el camino de la santidad. Solo Él lo puede. Pero por parte nuestra, ¿qué cosa hacemos? Primero: reconocer nuestra sequedad, nuestra incapacidad de dar vida. Reconocer esto. Segundo, pedir: ‘Señor, yo quiero ser fecundo. Yo quiero que mi vida dé vida, que mi fe sea fecunda y vaya adelante y pueda darla a los demás’. ‘Señor, yo soy estéril, yo no puedo, Tú puedes. Yo soy un desierto: yo no puedo, Tú puedes’”.
 
 
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