La mañana del pasado viernes 17 de mayo el Papa Francisco recibió a los trabajadores de la salud. Les expresó su alegría por el encuentro, así como su “preocupación por defender y promover la vida, empezando por los más desamparados o necesitados de ayuda porque están enfermos, o ancianos, o marginados”.
El Papa les animó a “agradecer al Señor por lo que han recibido de la asociación y por lo que les ha permitido trabajar, en este tiempo, por la mejora del sistema de salud y de las condiciones de trabajo de todos los trabajadores de la salud”.
Respeten la vida y la dignidad humana
Francisco puso en evidencia los cambios que ha sufrido el sistema de salud en los últimos tiempos, así como la forma en que se atiende la medicina y la relación con los enfermos. Insistió en el análisis ético de la tecnología en el área de la salud, así como “cualquier práctica o intervención médica sobre el ser humano debe ser evaluada cuidadosamente si realmente respeta la vida y la dignidad humana”.
En este campo, el Papa define los alcances de la práctica de la objeción de conciencia: “en casos extremos en los que la integridad de la vida humana está en peligro, se basa, por lo tanto, en la necesidad personal de no actuar de forma diferente a la propia convicción ética, pero también representa un signo para el entorno sanitario en el que uno se encuentra, así como para los propios pacientes y sus familias”.
Esta debe hacerse “con respeto, para que no se convierta en motivo de desprecio o de orgullo lo que debe hacerse con humildad, a fin de no generar en quienes la observan un desprecio igual, que nos impida comprender las verdaderas razones que los impulsan”.
Y sobre esta temática concluye: “Ser compañeros de viaje de los que nos rodean, sobre todo de los últimos, de los más olvidados, de los excluidos: es la mejor manera de comprender en profundidad y con verdad las diferentes situaciones y el bien moral que ello implica”.
Ser testimonio de humanidad
Para el Papa Francisco, los trabajadores deben ser constructores de humanidad siguiendo el ejemplo de Jesús: “Con sus gestos y palabras, nos hizo escuchar el toque y la voz de Dios y nos enseñó que cada individuo, en primer lugar, quien es el último, no es un número, sino una persona, única e irrepetible”.
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Francisco subrayó que “La curación, entre otras cosas, pasa no sólo por el cuerpo sino también por el espíritu, por la capacidad de recuperar la confianza y reaccionar, de modo que el paciente no puede ser tratado como una máquina, ni el sistema sanitario, público o privado, puede ser concebido como una línea de montaje”.
Finalmente, el Papa llamó a los asistentes a formarse, pero esa formación “debe prestar especial atención a la espiritualidad, para que esta dimensión fundamental de la persona, a menudo descuidada en nuestro tiempo, pero tan importante, sea redescubierta y apreciada, sobre todo por los que viven con la enfermedad o están cerca de los que sufren”.
Insistió en fortalecer el trabajo asociativo y les exhortó a confiarse a la Virgen María.