Ante el resplandor de una luz tenue que es la Luz del mundo; un niño que es la ternura de Dios; los Reyes Magos viven con un corazón inquieto, dispuestos a abandonar sus certezas, a ponerse en camino porque están abiertos a la novedad.
 
En las homilías pronunciadas con ocasión de la Epifanía, el Papa Francisco nos lleva de la mano, haciéndonos descubrir el valor de la elección de los Reyes Magos que él define como “sabios compañeros de viaje” y cuyo ejemplo “nos ayuda a elevar nuestra mirada a la estrella y a seguir los grandes deseos de nuestro corazón”.
 
Los Reyes Magos, guardianes de la fe
 
“La estrella que apareció en el cielo se ilumina” en el corazón de los Reyes Magos - subrayó Francisco en la homilía de la Misa celebrada en la solemnidad de la Epifanía, en 2014 – “una luz que los mueve en busca de la gran Luz de Cristo”.
 
El Papa recuerda que es la “santa sagacidad”, la misma que ha guiado a los Magos, la que nos guía en el camino de la fe, la que “nos impide caer en las trampas de las tinieblas” y la que nos enseña “cómo defendernos de las tinieblas que tratan de envolver nuestras vidas”.
 
En este tiempo -nos recuerda Vicario de Cristo- es muy importante preservar la fe. Es necesario ir más allá, más allá de las tinieblas, más allá del encanto de las sirenas, más allá de la mundanalidad, más allá de las muchas modernidades que hoy existen, para ir hacia Belén, donde, en la sencillez de una casa de la periferia, entre una madre y un padre plenos de amor y de fe, resplandece el Sol desde lo alto, el Rey del universo.

 
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