La "rivalidad y la vanagloria" destruyen los cimientos de las comunidades, sembrando divisiones y conflictos. Lo ha subrayado Papa Francisco esta mañana en su homilía de la Misa celebrada en la capilla de la Casa Santa Marta. A partir del Evangelio según Lucas (Lc 14, 12-14), el Pontífice además ha condenado el "egoísmo del interés", reiterando que la "gratuidad" predicada por Jesús "no es selectiva".
La enseñanza de Jesús es clara: "no hagas cosas por interés", no elijas tus amistades por conveniencia. El razonamiento sólo a base del "interés propio" de uno, de hecho, es "una forma de egoísmo, segregación e interés", mientras que el "mensaje de Jesús" es exactamente lo contrario: la "gratuidad", que "ensancha la vida", "extiende el horizonte, porque es universal". Los selectivos "son factores de división" y no favorecen "la unanimidad" de la cual San Pablo habla a los filipenses en la primera Lectura. "Hay dos cosas que van en contra de la unidad - insiste el Vicario de Cristo – la rivalidad y vanagloria".
“E incluso el chismorreo nace de la rivalidad, porque mucha gente siente que no puede crecer, pero para ser más alto que el otro, disminuye al otro con el chismorreo. Una forma de destruir a las personas. La rivalidad. Y Pablo dice: «No. Que en la comunidad no haya rivalidades». La rivalidad es una lucha para aplastar al otro. Es fea, la rivalidad: puede hacerse de manera abierta, directa o se puede hacer con guantes blancos; pero siempre para destruir al otro y realzarse a sí mismo. Y como yo no puedo ser tan virtuoso, tan bueno, disminuyo al otro, y así yo permanezco siempre alto. La rivalidad es una forma de este actuar por interés”.
Igualmente, dañino es quien alardea de ser superior a los demás. “Esto destruye una comunidad, destruye una familia, también ... Piensen en la rivalidad entre hermanos por la herencia del padre, por ejemplo: esto es algo cotidiano. Piensen en la vanagloria, aquellos que alardean de ser mejores que los demás”.
El cristiano, continúa el Papa Francisco, debe seguir el ejemplo del Hijo de Dios, cultivando la "gratuidad": hacer el bien sin preocuparse si otros hacen lo mismo; sembrando "unanimidad", abandonando "la rivalidad o la vanagloria". Construir la paz con pequeños gestos significa allanar un camino de concordia en todo el mundo.
“Cuando leemos las noticias de las guerras, pensamos en las noticias sobre el hambre de los niños en Yemen, fruto de la guerra: está lejos, pobres niños... pero ¿por qué no tienen que comer? Pero la misma guerra se hace en nuestra casa, en nuestras instituciones con esta rivalidad: ¡empieza allí, la guerra! Y la paz debe hacerse allí: en la familia, en la parroquia, en las instituciones, en el lugar de trabajo, buscando siempre la unanimidad y la concordia y no el interés propio”.