“La vida consagrada nace y renace del encuentro con Jesús tal como es: pobre, casto y obediente. Se mueve por una doble vía: por un lado, la iniciativa amorosa de Dios, de la que todo comienza y a la que siempre debemos regresar; por otro lado, nuestra respuesta, que es de amor verdadero cuando se da sin peros ni excusas, y cuando imita a Jesús pobre, casto y obediente”, lo dijo el Papa Francisco en la celebración de la Santa Misa con ocasión de la XXII Jornada Mundial de la Vida Consagrada, en la Fiesta de la Presentación del Señor.

 
Jornada Mundial de la Vida Consagrada

En su homilía, el Santo Padre recordó que, cuarenta días después de Navidad celebramos al Señor que, entrando en el templo, va al encuentro de su pueblo. En el Oriente cristiano, señaló el Pontífice, a esta fiesta se la llama precisamente la «Fiesta del encuentro»: es el encuentro entre el Niño Dios, que trae novedad, y la humanidad que espera, representada por los ancianos en el templo.

“En el templo -precisó el Papa- sucede también otro encuentro, el de dos parejas: por una parte, los jóvenes María y José, por otra, los ancianos Simeón y Ana”. María y José encuentran en el templo las raíces del pueblo, y esto es importante, porque la promesa de Dios no se realiza individualmente y de una sola vez, sino juntos y a lo largo de la historia.

La gracia del encuentro

“Mirémonos a nosotros, queridos hermanos y hermanas consagrados -invitó el Papa Francisco- todo comenzó gracias al encuentro con el Señor. De un encuentro y de una llamada nació el camino de la consagración. Es necesario hacer memoria de ello. Y si recordamos bien -agregó- veremos que en ese encuentro no estábamos solos con Jesús: estaba también el pueblo de Dios -la Iglesia-, jóvenes y ancianos, como en el Evangelio”.

La vida frenética de hoy, advirtió el Obispo de Roma, lleva a cerrar muchas puertas al encuentro, a menudo por el miedo al otro. “Que no sea así en la vida consagrada -arengó el Pontífice- el hermano y la hermana que Dios me da son parte de mi historia, son dones que hay que custodiar. No vaya a suceder que miremos más la pantalla del teléfono que los ojos del hermano, o que nos fijemos más en nuestros programas que en el Señor”.

Del encuentro surge la vida

Vivir el encuentro con Jesús, señaló el Papa Francisco, es también el remedio para la parálisis de la normalidad, es abrirse a la cotidiana agitación de la gracia. “Dejarse encontrar por Jesús, ayudar a encontrar a Jesús: este es el secreto para mantener viva la llama de la vida espiritual. Es la manera de escapar a una vida asfixiada, dominada por los lamentos, la amargura y las inevitables decepciones. Encontrarse en Jesús como hermanos y hermanas, jóvenes y ancianos, para superar la retórica estéril de los «viejos tiempos pasados», para acabar con el «aquí no hay nada bueno».

Antes de concluir su homilía, el Santo Padre indicó que, al final de los Evangelios hay otro encuentro con Jesús que puede ayudar a la vida consagrada: el de las mujeres en el sepulcro. “Y al igual que aquellas mujeres, las primeras que encontraron al Señor resucitado y vivo, lo abrazan a Él y lo anuncian inmediatamente a los hermanos, con los ojos que brillan de alegría”.
 

Escuche y descargue la homilía del Papa

 
 



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