En su saludo navideño a la Curia Romana el 22 de diciembre, Su Santidad inició diciendo que “la Navidad es la fiesta de la fe en el Hijo de Dios que se hizo hombre para devolverle al hombre la dignidad filial que había perdido por culpa del pecado y la desobediencia. La Navidad es la fiesta de la fe en los corazones que se convierten en un pesebre para recibirlo, en las almas que dejan que del tronco de su pobreza Dios haga germinar el brote de la esperanza, de la caridad y de la fe”. …
Ya el día 21 durante la homilía de la eucaristía matutina el Vicario de Cristo centró su reflexión en el tema de la alegría que brota del perdón de los pecados y de la cercanía del Señor, también ante la inminencia de la Navidad. Inspirándose en la Primera Lectura y en el Evangelio de San Lucas propuesto por la liturgia del día, el Pontífice se refirió a la alegría profunda que viene desde dentro, y que no debe confundirse con la alegría típica de una fiesta. De hecho, toda la liturgia propone este mensaje de alegría: “sé dichoso, sé dichosa”.
“Un filósofo criticaba a los cristianos – él decía que era agnóstico o ateo, no estoy seguro – pero criticaba a los cristianos y decía esto: ‘Aquellos – los cristianos – dicen que tienen un Redentor… yo creeré, creeré en el Redentor cuando ellos tendrán cara de redimidos, dichosos por haber sido redimidos’. Pero si tú tienes cara de funeral, ¿cómo puedo creer que eres un redimido, que tus pecados han sido perdonados? Éste es el primer punto, el primer mensaje de la liturgia de hoy: tú eres un perdonado, cada uno de nosotros es un perdonado”.
Continuando con su mensaje navideño a la Curia el Pontífice reiteró el papel fundamental de la Diplomacia Vaticana, que “busca sincera y constantemente que la Santa Sede sea un constructor de puentes, de paz y de diálogo entre las naciones. Y siendo una Diplomacia al servicio de la humanidad y del hombre, de mano tendida y de puerta abierta, se compromete a escuchar, a comprender, a ayudar”. Su único interés es el de “estar libre de cualquier interés mundano o material”, les recordó el Papa.
“Que esta Navidad nos haga abrir los ojos y abandonar lo que es superfluo, lo falso, la malicia y lo engañoso, para ver lo que es esencial, lo verdadero, lo bueno y auténtico”, finalizó en su reflexión Su Santidad Papa Francisco.