Anuncio, intercesión, esperanza. Es el trinomio en el que el Santo Padre centró su homilía de la Misa matutina celebrada en la capilla de la Casa de Santa Marta, en el día en que el Pontífice cumple 43 años de profesión religiosa. El Vicario de Cristo subrayó que el cristiano es una persona de esperanza, “que espera que el Señor regrese”, e hizo una exhortación a tener el coraje del anuncio como los Apóstoles que testimoniaron la Resurrección de Jesús incluso a costa de su vida.

Tres dimensiones de la vida cristiana: “Anuncio, intercesión y esperanza”. El Papa Francisco  se inspiró en las Lecturas del día para desarrollar su meditación sobre este trinomio que debe caracterizar la vida de un creyente. El corazón del anuncio para un cristiano – observó el Santo Padre – es que Jesús ha muerto y resucitado por nosotros, por nuestra salvación.

Anunciar a Jesús incluso a costa de la vida, como los Apóstoles

“¡Jesús está vivo! El Papa recordó que éste es el anuncio de los Apóstoles a los judíos y a los paganos de su tiempo, y este anuncio también lo testimoniaron con su vida, con su sangre”.

“Cuando Juan y Pedro fueron llevados al Sanedrín, después de la curación del lisiado, y los sacerdotes les prohibieron hablar de este nombre de Jesús, de la Resurrección, ellos con todo el coraje, con toda sencillez decían: ‘Nosotros no podemos callar lo que hemos visto y oído’, el anuncio. Y nosotros, los cristianos,  por la fe tenemos al Espíritu Santo dentro de nosotros, que nos hace ver y escuchar la verdad sobre Jesús, que ha muerto y resucitado por nuestros pecados. Éste es el anuncio de la vida cristiana: ¡Cristo está vivo! ¡Cristo ha resucitado! Cristo está entre nosotros en la comunidad, nos acompaña en el camino”.

Tantas veces – comentó el Pontífice  – “cuesta recibir este anuncio”, pero Cristo resucitado “es una realidad” y es necesario dar “testimonio de esto”, como afirma Juan.

Jesús intercede por nosotros mostrando sus llagas al Padre

Después de referirse a la dimensión del anuncio, el Santo Padre dirigió su pensamiento a la intercesión. Durante la Cena del Jueves Santo – afirmó – los Apóstoles estaban tristes, y Jesús les dice: “Que su corazón no se sienta turbado, tengan fe. En la casa de mi Padre hay muchas moradas. Voy a prepararles un lugar”.

“¿Qué cosa quiere decir esto? ¿Cómo prepara Jesús el lugar? Con su oración por cada uno de nosotros. Jesús reza por nosotros y ésta es la intercesión. Jesús trabaja en este momento con su oración por nosotros. Así como a Pedro le dijo una vez antes de la pasión: ‘Pedro yo he rezado por ti’, de la misma manera ahora Jesús es la intercesión entre el Padre y nosotros”.

Preguntémonos si Jesús verdaderamente es nuestra esperanza

El Papa se preguntó: “¿Y cómo reza Jesús?”.  A lo que respondió: “Yo creo que Jesús le muestra sus llagas al Padre, porque las llagas se las ha llevado consigo después de la Resurrección: le muestra las llagas al Padre y nos nombra a cada uno de nosotros”. “Ésta – dijo el Pontífice – es la oración de Jesús. En este momento el Señor intercede por nosotros: es la intercesión”.

Hacia el final de su homilía el Santo Padre se detuvo a considerar la tercera dimensión del cristiano: la esperanza. “El cristiano – dijo – es una mujer, es un hombre de esperanza, que espera que el Señor regrese”. “Toda la Iglesia – añadió –  está en espera de la venida de Jesucristo: Jesús regresará. Y ésta es la esperanza cristiana”:

“Podemos preguntarnos, cada uno de nosotros: ¿cómo es el anuncio en mi vida? ¿Cómo es mi relación con Jesús que intercede por mí? ¿Y cómo es mi esperanza? ¿Creo verdaderamente que el Señor ha resucitado? ¿Creo que reza por mí al Padre? Cada vez que yo lo llamo, Él está rezando por mí, intercede. ¿Creo verdaderamente que el Señor regresará, volverá? Nos hará bien preguntarnos esto acerca de nuestra fe: ¿Creo en el anuncio? ¿Creo en la intercesión? ¿Soy un hombre o una mujer de esperanza?”

 
 
 
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