En la segunda cita semanal de agosto con los peregrinos de tantas partes del mundo que acuden a escuchar sus catequesis, el Santo Padre deseó a todos que «su estancia en Roma sea ocasión para redescubrir en familia el verdadero sentido de la fiesta».
Con el anhelo de que las familias celebren «todos los días el amor y la misericordia del Señor y sean signo de su presencia constante en el mundo», alentó a vivir bien el Domingo y las fiestas, en nuestras familias, para intensificar la comunión entre nosotros y con el Señor, alentó asimismo a ser testimonios del Evangelio en el mundo, transfigurados por la alegría y la gracia misericordiosa que Jesús nos dona cada Domingo en la Santa Misa.
En el marco de sus reflexiones sobre la familia, hizo hincapié en que las fiestas que salen mejor son aquellas en las que hay lugar para toda la familia.
“La fiesta es un invento de Dios. El libro del Génesis nos dice que al final de la creación Dios contempló y gozó de su obra”, aseveró Francisco, en otra catequesis sobre la familia, Paulo VI, del Vaticano, en la catequesis del 12 de agosto de 2015. “Dios nos enseña que festejar no es conseguir evadirse o dejarse vencer por la pereza, sino volver nuestra mirada hacia el fruto de nuestro esfuerzo con gratitud y benevolencia. También nosotros podemos mirar a nuestros hijos que crecen, el hogar que hemos construido y pensar: ¡Que hermoso! Es Dios que lo ha hecho posible, que sigue creando también hoy”.
Liberarnos de la obsesión por el beneficio económico, que rompe los ritmos humanos de la vida y niega al hombre el tiempo para lo realmente importante, es el objetivo del mandamiento divino de cortar con las tareas cotidianas –explico el Obispo de Roma. “nos recuerda también, que el hombre, como imagen de Dios, es señor y no esclavo del trabajo. Nos pide liberarnos de la obsesión por el beneficio económico, que ataca los ritmos humanos de la vida y niega al hombre el tiempo para lo realmente importante. Desterremos esa idea de fiesta centrada en el consumo y en el desenfreno y recuperemos su valor sagrado, viéndola como un tiempo privilegiado en el que podemos encontrarnos con Dios y con el hermano. Un tiempo maravilloso que podemos vivir en la familia, incluso en las dificultades”.
El Sucesor en la cátedra de Pedro rogó y pidió rezar para “que el Señor nos conceda a todos vivir el tiempo de descanso, las fiestas, la celebración del domingo, con los ojos de la fe, como un precioso regalo que ilumina nuestra vida familiar”.
Y anunció que en sus próximas catequesis reflexionará sobre el trabajo y la oración.