En el mundo los más de 8 millones de adeptos a la secta “Testigos de Jehová”, dedican una parte importante de su tiempo a captar nuevos miembros; y hoy, en particular, están focalizando su eficiente labor de proselitismo sobre las personas con capacidades diferentes.

 

Sus métodos tradicionales de captación han sido abordar a la gente por la calle o bien invadir la privacidad llamando a las puertas de las casas… Pero desde hace algunos años han cambiado la estrategia, situándose en lugares concurridos de las ciudades con llamativos chiringuitos o exhibidores que muestran sus libros, folletos y revistas, de forma que su presencia sea más agradable para los viandantes.

 

Una interacción abusiva, para doblegar el libre albedrío

 

 

Al analizar las interacciones que establecen los Testigos de Jehová con quienes logran contactar, se advierte que buscan aprovechar cualquier condición de vulnerabilidad de sus interlocutores para doblegar el libre albedrío; posicionando así sus creencias apocalípticas -basadas en un texto que llaman Biblia-, mediante un lenguaje de alto impacto emocional para quien los escucha, intentando establecer así algún vínculo de calculada cercanía. Una estudiada estrategia para captar nuevos miembros en sus filas.

 

Los “publicadores” –así se llaman a sí mismos los Testigos de Jehová de a pie, mostrando la importancia que dan a la difusión de su mensaje y sus publicaciones– reciben una formación específica para ello (en la llamada Escuela del Ministerio Teocrático, que son reuniones de entrenamiento para la captación), y son especialmente hábiles al identificar y aprovechar las situaciones de soledad, sufrimiento, desesperanza, duelo, marginación, situación de minoría étnica… y también las discapacidades de las personas. Una interacción en todo abusiva.

 

La comunidad sorda, objetivo prioritario

 

 

En efecto, algunos medios de comunicación han comenzado a informar la acción de la secta destinada al público con discapacidad auditiva, citando contenidos ofrecidos por los departamentos de prensa de los Testigos de Jehová. Información tendenciosa pues presentan dicha acción como un servicio a la comunidad sorda, cuando en realidad se trata de un anzuelo muy calculado, que encuentra en los medios un importante altavoz.

 

El pasado mes de septiembre, coincidiendo con el Día Internacional de la Lengua de Signos, el Diario de Los Andes (de Venezuela) publicaba una noticia con el siguiente titular: “Material educativo de los Testigos de Jehová llega a la comunidad sorda del país”. En ella se destacaba la traducción de “material bíblico” al idioma propio de los sordos venezolanos. Un material “que pueda tocar sus emociones”, afirmaba el diario e insistía en su carácter gratuito, dando una imagen de altruismo y ayuda desinteresada.

 

En noviembre, El Calbucano (de Chile) aseguraba en un reportaje que “los Testigos de Jehová hacen grandes esfuerzos para dar apoyo emocional y espiritual” a las personas con discapacidad. Y ponía como ejemplo concreto de esta labor “abordar a la comunidad sorda, en donde se produce y distribuye literatura bíblica y cientos de videos en su propio idioma, la lengua de señas”.

 

Una ojeada a la página web oficial de la secta nos proporciona datos muy interesantes a este respecto. Los Testigos de Jehová aseguran haber traducido publicaciones a más de 100 lenguas de signos diferentes, ofreciendo textos de la Biblia en vídeos con lengua de signos. Además, tienen reuniones específicas para personas sordas, o posibilidad de contar con intérpretes para ellas en las sesiones ordinarias de las congregaciones locales.

 

Para lograr su objetivo de captación de personas sordas, no sólo han hecho un gran esfuerzo de elaboración de materiales, tal como acabamos de ver. Entre las indicaciones que reciben los adeptos de la secta para sus labores de captación, se encuentra la de situar sus exhibidores callejeros en las cercanías de las sedes de asociaciones de sordos, especialmente cuando saben que hay reuniones y actividades. Dichos exhibidores destacan por ofrecer, fundamentalmente, materiales en lengua de signos.

 

El abuso que denuncia Irene

 

 

Portaluz ha recibido el testimonio de una joven española –a la que llamaremos Irene– que nació en una familia de Testigos de Jehová y perteneció a la secta hasta que cumplió 18 años. En su congregación local “se anunció que iban a comenzar a dar clases de lengua de signos, lo que hizo que mi atención se centrara en ello”, recuerda. El curso se prolongó durante los domingos de cuatro meses, de forma intensiva.

 

“Después se formó un grupo para salir a buscar sordos. Yo era muy joven y, obviamente, eso me atraía más que ir de casa en casa predicando”, afirma Irene. “Primero los buscábamos. Íbamos por las casas preguntando a la gente si conocía a algún sordo. Si nos decían que sí, nos dirigíamos a su domicilio para predicarles, con el mensaje típico: ‘me gustaría ayudarle a ver la vida de una manera mejor y a solucionar las dudas que pueda tener a través de la Biblia’… con lengua de signos”.

 

Fue algo que marcó la adolescencia de Irene, tal como reconoce: “desde aquel momento, la lengua de signos se hizo mi vida, y a día de hoy me sigue encantando. Pero ahora que soy más mayor, veo que a los sordos se les engaña igual que a los oyentes”. ¿Entonces no hay una intención de ayuda o inclusión a la comunidad sorda? Según esta exadepta española, “los Testigos de Jehová siempre buscan lo mismo: captar a gente, sea cual sea su situación. Si lo consiguen, genial; pero si no, pues nada, y hasta luego… Eso está muy feo, según lo veo ahora”.

 

Beneficiarse de las flaquezas de la gente

 

 

Otros exadeptos utilizan expresiones aún más duras. José María fue Testigo de Jehová en España desde que nació, ya que sus padres pertenecían a la secta… y no la abandonó hasta que sucedió lo que él resume así: “Mi hija y mi esposa me abrieron los ojos”. Tenía entonces 45 años. Consultado para este reportaje, nos cuenta: “aprendí la lengua de signos, me la inculcaron desde niño para poder predicar a sordos. Todavía me acuerdo de cómo son”. Y sintetiza muy bien la forma de proceder de los Testigos de Jehová: “Desde pequeño me adoctrinaron para poder beneficiarme de las flaquezas de mi interlocutor”.

 

También Sarai, otra ex Testigo de Jehová, recuerda su accidentada trayectoria dentro de la secta, ya que llegó a ser sometida a un “comité judicial”, el órgano interno de las congregaciones para corregir a los miembros díscolos. Cambió de comunidad local y se integró en el equipo de predicadores con lengua de signos, pero la excluyeron “porque para pertenecer a dicha congregación debes ser ejemplar, y me dijeron que yo no lo era”.

 

Esto supuso un golpe más a su debilitado estado emocional, dice, afectado por 30 años de pertenencia a los Testigos de Jehová. Tras abandonar el grupo sectario, Sarai ha necesitado ayuda psicológica profesional para recuperarse, pero sigue sufriendo por ver a su familia aún dentro. “Es muy difícil ver cómo tus padres siguen agachando la cabeza en una organización que saben lo que le ha hecho a su hija. Me duele mucho verlo. No se lo tengo en cuenta porque sé que es por miedo, y por la ceguera que hay”, afirma.

 

Antiguo líder local: “los sordos, doblemente víctimas”

 

 

La misma denuncia hemos recibido de Alfredo, un mexicano que llegó al cargo de anciano (responsable local) en una congregación de los Testigos de Jehová. Para él la estrategia de la secta “se caracteriza en agregar adeptos en efecto dominó, es decir, captar lo que hay detrás de cada nuevo adepto, toda su familia”. Por eso, está convencido de que “los Testigos de Jehová no están interesados en el bienestar de los sordos; al menos, no como organización”. El grupo como tal -añade Alfredo- no gasta ni un céntimo en la ayuda a los sordos: “los publicadores [adeptos] solventan sus propios gastos en esta labor, que no son pocos”.

 

Los miembros de la secta “piensan, porque así se lo dice la misma organización, que son los que más aportan a la comunidad sorda, y eso es una total mentira”. Y, haciendo un repaso histórico, recuerda cómo en México, tras la muerte de Maximiliano de Habsburgo –quien institucionalizó la atención a los sordos en el siglo XIX–, “fue la Iglesia católica la que se quedó a cargo del tema. Por tradición, los misioneros claretianos se han ocupado de la comunidad sorda. Para nada los Testigos de Jehová”.

 

La estrategia de captación de este grupo sectario es denominada por Alfredo “una política de ‘colonización’, porque un oyente que cae en las redes de los testigos llega a ser una víctima. Pero un sordo es doblemente víctima”. Además, según el antiguo anciano de la secta, “el Testigo de Jehová siempre verá al sordo como un discapacitado, una persona ‘incompleta’ que necesita ser curada para que pueda recuperar la audición”. En el fondo, “el sordo sería la mismísima muestra del resultado del pecado”, señala.

 

Por las dificultades que encuentran los sordos en la vida cotidiana, y la escasez de recursos para su inclusión real en la sociedad, “cuando un Testigo de Jehová llega a la puerta de una familia con un sordo, lo va a absorber. Le va a mostrar el mundo desde su óptica de oyente Testigo con sus ideas y valores… En ese mundo de silencio existe una cultura sorda que es avasallada por el Testigo de Jehová oyente”, denuncia Alfredo.

 

La realidad de una secta engañosa

 

 

En el reportaje antes citado de El Calbucano afirmaban que: “A través de su obra educativa y sus cursos bíblicos gratuitos, los Testigos ofrecen ayuda a cualquiera que lo necesite, incluidos quienes sufren alguna discapacidad, sin importar la creencia de cada persona”. Pero al contrastar estas afirmaciones con el testimonio de las víctimas de abuso se hace evidente la mentira. Para Alfredo, Sarai, José María, Irene y muchos otros, los Testigos de Jehová solo ejercen proselitismo para que las personas pasen a formar parte de la secta, abandonando sus creencias e ideas anteriores. No se trata de una labor educativa, como suelen decir, sino directamente de captación de nuevos adeptos.

 

Es valioso recordar además que los Testigos de Jehová no son cristianos. Se trata de un grupo surgido en el siglo XIX en los EE.UU., en el caldo de cultivo del adventismo (que predecía, sobre cálculos bíblicos, la inminencia de la segunda venida de Cristo), y que ha renunciado a elementos fundamentales para la fe cristiana, tal como reconocen todas las confesiones. Destacan su rechazo a la Santísima Trinidad, a la divinidad de Jesucristo y al carácter personal del Espíritu Santo.

 

Junto a esto, hay que subrayar su lectura literal de ciertos pasajes de la Biblia que utilizan, como en lo relativo a las transfusiones de sangre y otras prescripciones de pureza ritual que, en el caso de los Testigos de Jehová, no son más que elementos que se integran en una estrategia de manipulación y aislamiento social. Para lograrlo, han llegado a publicar su propia “versión” de la Biblia, con el título Traducción del Nuevo Mundo de las Santas Escrituras; texto que es una falsificación de la verdad revelada y que no respeta los textos originales hebreo y griego.

 

 

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