Según informan medios de comunicación desde Nicaragua, los sacerdotes católicos ya no podrán entrar en los hospitales públicos para administrar el sacramento de la Unción de los Enfermos. Además, en horas recientes, se ha informado que la dictadura de Ortega a expulsado de Nicaragua al presidente de la Conferencia Episcopal, Monseñor Carlos Herrera. 

 

Después de la expulsión de alrededor de una cuarta parte de los sacerdotes que, hasta 2018, estaban oficialmente reconocidos por la Conferencia Episcopal de Nicaragua (CEN), que trabajaban en la archidiócesis de Managua y en las ocho diócesis diferentes del país, llegan estas nuevas "medidas represivas" del gobierno.


Así lo informa la abogada Martha Patricia Molina, exiliada en Texas, desde donde documenta por años los ataques contra la Iglesia Católica en Nicaragua, citando de forma anónima a sacerdotes y laicos afectados. “Antes, se les permitía entrar para visitar a un solo enfermo; pero, una vez en el sitio, toda la sala pedía el sacramento para las personas que ya estaban cercanas a la muerte”, destaca Molina.


La Iglesia de Nicaragua “está viviendo sus días más difíciles de los últimos 500 años”, denuncia Molina, porque ni siquiera durante la revolución de los años 80 hubo tanta violencia como la que se ve hoy. “Pero el Espíritu Santo protegerá su iglesia y sobrevivirá como ha sobrevivido”, señala a Fides un sacerdote que pide el anonimato por razones de seguridad.


Aunque el dictador Ortega se ha cuidado de no dejar constancia de esta medida represiva en ningún documento oficial, esta prohibición se aplica en la práctica causando tristeza e indignación a los familiares y a los propios enfermos, “que se van de este mundo sin recibir ese último sacramento”, afirman los fieles según cita la prensa local. Sin embargo, no pueden hacer otra cosa que presentar ante los medios de comunicación su denuncia anónima porque, si “denuncian públicamente, pueden ser encarcelados, exiliados o asesinados”, señala la abogada Molina.


Las medidas represivas han sido denunciadas de forma reiterada por el propio Papa Francisco. Así, después del Ángelus del 1 de enero de 2024, el Vicario de Cristo expresó su cercanía al “amado pueblo de Nicaragua”. “Sigo con gran preocupación lo que está sucediendo en Nicaragua, donde los obispos y sacerdotes han sido privados de su libertad. Les expreso a ellos, a sus familias y a toda la Iglesia en el país mi cercanía en la oración”, denunció el Pontífice.

 

Luego el 25 de agosto, Su Santidad volvió a pedir oraciones por el país latinoamericano tras la supresión de las asociaciones católicas y la introducción de un impuesto sobre la limosna y las donaciones de los fieles: “Os animo a renovar vuestra esperanza en Jesús. Recuerden que el Espíritu Santo siempre guía la historia hacia proyectos más elevados”, alentó el santo Padre.

 

Nueva expulsión de Obispo

 

 

Asimismo, la última medida represiva ha ocurrido este jueves 14 de noviembre, al informarse de la expulsión a Guatemala del obispo Carlos Herrera, obispo de la diócesis de Jinotega y presidente de la Conferencia Episcopal de Nicaragua (CEN), tras expresar su descontento con las autoridades locales.

 

Según los medios locales, monseñor Herrera, líder de los obispos de Nicaragua fue sacado hacia Guatemala, donde se encuentra ahora en una casa de la Orden de Frailes Menores.

 

Con monseñor Herrera son ya tres los obispos que han sido desterrados por las autoridades de Nicaragua. Los obispos que han tenido que salir del país son monseñor Rolando José Álvarez Lagos, obispo de la diócesis de Matagalpa monseñor Isidoro del Carmen Mora Ortega, de la diócesis de Siuna. En el 2019, monseñor Silvio José Báez, obispo auxiliar de Managua, tuvo que exiliarse tras haber recibido amenazas de muerte.

 

Fuente: Fides

Compartir en:

Portaluz te recomenienda

Recibe

Cada día en tu correo

Quiero mi Newsletter

Lo más leído hoy