Cuando oímos el término «Trata de personas», a menudo pensamos en una serie de situaciones en las que una persona menor de edad o joven es secuestrada, introducida clandestinamente a través de las fronteras y forzada a la esclavitud sexual. Este es uno de los escenarios del tráfico de personas con fines de abuso sexual, pero es un mito que sea el único o el más común.

 

El tráfico de personas también ocurre al interior de los países. Puede ocurrir en cualquier parte, donde existan personas que están dispuesta a pagar por abusar sexualmente de personas, incluso sin son menores de edad o jóvenes.

 

Es tráfico de personas con fines de explotación sexual cuando las mujeres atraídas por ofertas laborales como modelo o bartender son luego forzadas a ser parte de la industria del porno o la prostitución. Lo es también cuando los videos íntimos de una adolescente son vendidos en línea por su nuevo "novio". Es tráfico sexual cuando una actriz porno ya establecida es obligada a realizar actos sexuales ante la cámara que no desea hacer. Estos son sólo algunos ejemplos y escenarios que van más allá de la trama hollywoodiense que imaginamos.

 

Desmitificar

 

 

Al igual que existen ideas erróneas sobre cómo se produce el tráfico de personas con fines de explotación sexual, es un mito arraigado afirmar que no podemos afrontar y solucionar estos abusos.

 

El Dr. Michael Shively experto analista del Centro Nacional sobre Explotación Sexual (NCOSE, por sus siglas en inglés), asesor además del Gobierno de los Estados Unidos con sus investigaciones sobre la trata de personas, la violencia sexual y otras formas de victimización, destaca que la clave para frenar estas lacras de la sociedad es hacer frente a los consumidores que demandan el sexo comercial.

 

Las políticas públicas -puntualiza el Dr. Michael Shively (ver en imagen siguiente)- no deben consentir legalizar y regular el trabajo sexual. Según su vasta experiencia, todos los proxenetas, traficantes y compradores quieren la despenalización porque les permitiría prosperar.

 

 

Tal cual reza el dicho, vender sexo es uno de los comercios más antiguos. Ha resistido la prueba del tiempo. Pero, como advierte el Dr. Shively: "Dondequiera que haya sexo comercial, hay trata". Esto no quiere decir que todo el sexo pagado y consensuado implique trata el 100% de las veces. Sin embargo, allí donde se vende sexo, puede haber coacción.

 

El sexo comercial es un mercado, y los principios económicos básicos nos dicen que donde hay demanda, hay oferta. En otras palabras, como la gente está dispuesta a comprar sexo, los traficantes ven una oportunidad de ganar dinero y suministran víctimas -mujeres, niñas, niños e incluso hombres- por un precio. "A los traficantes de personas para explotación sexual solo les importa ganar dinero", denuncia Shively. "Es un mercado, y la mercancía son las personas. Sin demanda, no hay motivación para que surja esa oferta", reitera.

 

Sin compradores no hay negocio

 

 

En la actualidad, muchos de los esfuerzos para luchar contra el tráfico de personas para explotación sexual se centran en rescatar a las víctimas y llevar a los traficantes ante la justicia. Es una labor importante que debe continuar. Estos esfuerzos suprimen el tráfico, pero, por desgracia, sólo temporalmente. Otro traficante vendrá y ocupará ese espacio porque todavía hay dinero que ganar y los compradores están dispuestos a pagar. Según Shively, la clave para luchar contra el tráfico es combatir la demanda.

 

"Durante la mayor parte de la historia de la humanidad, lo que se ha ignorado o subestimado más que ningún otro aspecto han sido los compradores", afirma.

 

Aunque la motivación predominante de los traficantes de sexo es el dinero, las motivaciones de los compradores son muy diversas. Hay docenas de razones que dan los hombres, los compradores más predominantes, cuando se les pregunta por qué compran sexo, que pueden agruparse en rasgos comunes. Algunos desean tener una relación; otros, todo lo contrario, no quieren una relación, sólo sexo. Muchos buscan emociones, otros tienen intereses particulares, fetiches, vivir la experiencia de tener sexo con distintos tipos de personas o dar rienda suelta a sus perversas parafilias.

 

Justicia y programas de intervención

 

 

Aunque algunos clientes de traficantes y proxenetas no sean conscientes o sensibles a las consecuencias de sus actos, todos son legalmente responsables de este crimen o deberían serlo como para recibir una condena efectiva.

 

Como parte de esa acción legal hay programas de intervención educativa, sumada la orientación terapéutica, que ofrecen resultados para el cambio de conductas.

 

Un ejemplo es el Programa de Prostitución para Primeros Delincuentes puesto en marcha en San Francisco. Se trata de un programa educativo de un día de duración, también conocido coloquialmente como "escuela de donjuanes", para compradores de sexo detenidos por primera vez, que tenían la opción de pagar por asistir al programa o ser procesados. En 2008, Shively realizó un estudio sobre la eficacia del programa. Él y su equipo de investigación analizaron los índices de reincidencia en toda California. Buscaron una segunda detención por compra de sexo. Esto se hizo en los diez años anteriores y en los diez años posteriores al programa educativo.

 

Shively no esperaba que el programa creara un cambio duradero de conductas. Cambiar comportamientos es difícil, y los compradores tienen motivaciones diversas. ¿Cómo podía un único programa sobre comercio sexual y trata de personas cambiar las cosas? Cuando el Dr. Shively vio las cifras, se sorprendió. Los resultados revelaron que la tasa de reincidencia se redujo en un 40%.

 

La lucha contra el tráfico de personas con fines de explotación sexual requiere una solución polifacética y multidisciplinaria. El Dr. Shively afirma que debemos seguir rescatando a las víctimas. Debemos exigir responsabilidades a los traficantes. Sin embargo, no podemos ignorar a los compradores. También debemos abordar las influencias culturales que fomentan el tráfico.

 

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