Arturo Larrabure (arriba en imagen central) es un argentino de 64 años, Licenciado en Informática, casado, con 5 hijos, cuyo corazón late con fuerza en estos días, porque su padre -según avance el proceso diocesano y luego en la Santa Sede; siempre que exista al menos 1 milagro probado debido a su mediación o se le reconozca como mártir de la fe- podría ser declarado beato.

 

Ser hijo del conocido coronel Argentino del Valle Larrabure, es para Arturo un permanente desafío: defender y testimoniar la verdad que abrazó su padre. No sólo por la valentía y fe que mostró cuando un grupo terrorista lo secuestró en Argentina el año 1974 -siendo posteriormente torturado y asesinado-, sino desde sus primeros recuerdos de la infancia. "Él era profundamente creyente (…) una persona honesta, muy familiero. Cuando no estaba trabajando estaba con nosotros, con su familia. (…) Teníamos una vida muy linda, siempre nos dieron a entender que la vida es maravillosa y hay que vivirla lo mejor posible, sobre todo con fe, con verdadera resignación cristiana. (...) Le encantaban los deportes y eso era un punto de unión porque me llevaba todos los domingos que podía a la cancha", confidencia a Portaluz.

 

La fe del coronel

 

 Argentino del Valle Larrabure, siendo cadete

 

El 11 de agosto de 1974 Arturo era un adolescente y dormía en su cama cuando se despertó con una balacera y gritos retumbando a escasos 80 metros de su habitación. Eran los minutos del asalto que un grupo terrorista perpetraba a la Fábrica Militar de Pólvoras y Explosivos, ubicada en Villa María (Córdoba), secuestrando al padre de Arturo, el teniente coronel Argentino del Valle Larrabure.

 

Tras un año de mantenerlo cautivo, sometido a vejámenes y torturas, el 23 de agosto de 1975 el cuerpo de su padre -asesinado el día 19-, fue encontrado en una zanja de Rosario, a 260 kilómetros de donde le habían secuestrado. "Yo tenía 15 años cuando lo secuestraron y 16 cuando lo asesinaron, pero recuerdo mucho su amabilidad, su caballerosidad, su decencia, su honestidad y su religiosidad", dice Arturo.

 

Durante el cautiverio su padre pudo escribir un diario que fue rescatado tiempo después de encontrarle asesinado. En parte de sus textos escribe esta emotiva oración: "A Dios, que con tu sabiduría omnipotente has determinado este derrotero de calvario, a Ti te invoco permanentemente para que me des fuerzas".

 

Fiel a Cristo hasta la muerte

 

 El Siervo de Dios Argentino Larrabure con su esposa, hijo e hija

 

El sentido del honor, fundado en la fidelidad a Cristo, es una virtud que Arturo descubrió en su padre durante los 372 días de secuestro. Aún recuerda, señala, cuando los terroristas reconocieron que habían ofrecido la libertad a su padre "si les ayudaba a fabricar explosivos; y su respuesta fue rotunda, totalmente clara: «a ese precio no, prefiero la muerte», les dijo", señala Arturo.

 

Pero cuando la incertidumbre, el dolor, la ausencia de apoyo del estado, la lejanía de los cercanos apretaba el alma de su madre, hermana y la suya propia, nuevamente era su padre quien -desde el desconocido lugar de secuestro- los sostenía; preparándolos para el acto más sublime de amor… perdonar a los enemigos. Así lo recuerda Arturo a Portaluz:

 

"En las cartas que nos fueron llegando en esos largos meses de encierro, de calvario, de secuestro, mi padre nos daba fuerza, nos alentaba, nunca nos dijo la situación real que estaba viviendo, nunca nos quiso preocupar, sino dar valor, esperanza, dar un espíritu de fe, de que las cosas iban a mejorar (…) A medida que pasaba el tiempo se acercaba más a Dios y por eso escribe… «Aunque suceda lo peor no deben odiar a nadie ni devolver la bofetada, sepan perdonar». Él siempre nos inculco el perdón, inclusive a sus asesinos porque él sabía que eso era lo que iba a salvar su alma y salvar nuestras almas".

 

Para Arturo durante esos días del secuestro, su padre abrazó un camino de crecimiento espiritual, refugiado en Dios, firme en la fe, sin temor a enfrentar incluso la muerte. "Tenía una resignación cristiana y una fe absoluta en Dios, aceptando el destino que le tocó, y que Dios lo puso en esa situación y él tiene que demostrar ser un buen cristiano", destaca y añade:

 

"Sus camaradas, superiores y subalternos lo recuerdan como un hombre que no abandona sus ideales, porque en ese cautiverio recibe el ofrecimiento de recuperar su libertad a cambio de trabajar para el terrorismo, para la guerrilla. Él sabe que puede salvar su vida, pero como es cristiano sabe también que al salvar así su vida puede perder la vida eterna (…) Él no se vendió, ni a costa de perder su vida, es un héroe, es un hombre que da su vida por Dios, por la patria, por sus ideales".

 

Inicio del proceso de beatificación del Siervo de Dios Argentino del Valle Larrabure

 

Arturo Larrabure entregando a Papa Francisco el libro "Un canto a la Patria" que registra el testimonio de su padre en voz de varios testigos

 

(Agencia Informativa Católica Argentina. AICA) En el 48° aniversario del fallecimiento del Siervo de Dios Argentino del Valle Larrabure, el obispo castrense y responsable de la Delegación Episcopal para las Causas de los Santos, monseñor Santiago Olivera, presidió una misa en su honor en la parroquia Nuestra Señora de Luján Castrense, del barrio porteño de Belgrano.

 

Durante la celebración, que fue concelebrada por capellanes castrenses de las Fuerzas Armadas y Fuerzas Federales de Seguridad, monseñor Olivera anunció: "Según el decreto OCA 56/2023, en los próximos días iniciará la instrucción de la Causa y comenzará a trabajar el tribunal que tendrá a cargo el proceso de beatificación sobre el martirio de dicho Siervo de Dios, donde las distintas comisiones tendrán a cargo la recolección de testimonios, además se realizarán los trabajos de peritos teólogos, peritos históricos, y peritos médicos, entre otros".

 

Monseñor Olivera explicó en su mensaje que "los distintos testimonios cuentan que Larrabure se podría haber salvado de su cruel destino, pudo decir ‘sí’ y salvarse a un precio demasiado alto: ayudarlos a fabricar explosivos para seguir matando. Sin embargo, dueño de una fe inquebrantable, dijo ‘no’ y mientras cantaba el himno, fue martirizado en manos del ERP (Ejército Revolucionario del Pueblo)".

 

"Larrabure entregó su vida perdonando a aquellos que decidieron matarlo", prosiguió el prelado en su mensaje, destacando que "su actitud ante el sufrimiento y la muerte muestran la obra de la virtud y el don de fortaleza que, vivificada por la Fe, se alimenta en la caridad, cuya corona es la capacidad del perdón".

 

En ese sentido, animó "a tener presente esta intención en la oración de los fieles pidiendo la pronta beatificación del Siervo de Dios Coronel Argentino del Valle Larrabure".

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