Macarena es una joven sevillana que vive su fe sobre 2 pilares muy sólidos: por un lado, la adoración eucarística, "uno de los momentos donde más paz siento y en los que recargo las pilas para llevar a Dios a otros". Por otra parte, menciona a aquellas personas que "me acercan a Dios, recordándome que está en lo cotidiano y en lo pequeño". Concretamente habla de sus padres, de su amiga Andrea y del Servicio de Asistencia Religiosa de la Universidad de Sevilla (SARUS). También destaca al Movimiento Junior, de la iglesia de la Anunciación de Nuestra Señora y San Juan XXIII, del que forma parte desde 2011, primero como niña junior y ahora como educadora.

 

El carisma de este movimiento, señala, "es que los niños y niñas sean evangelizadores de otros niños, que sean capaces de ver a Jesús en las diferentes problemáticas que ellos exponen desde sus realidades para que sean capaces de ponerle solución".

 

En su parroquia participa además en el grupo joven ‘Luz en On’, "lo que significa que seamos luces encendidas para llevar a los demás el mensaje de Cristo", explica. En este espacio "tratamos diferentes temas con la metodología del 'ver, juzgar y actuar'", apunta Macarena.

 

Precisamente a raíz de esta experiencia cree "es importante que en todas las parroquias haya un grupo joven. Muchas veces se dice que hay pocos jóvenes en la Iglesia, pero ¿cómo van a estar si no tienen un espacio donde vivir su fe? Es cierto que en Sevilla somos unos afortunados porque hay muchos sitios donde vivirla, pero muchos jóvenes no saben dónde buscar".

 

El llanto ante la Confesión en Adoración

 

Aunque Macarena proviene de una familia religiosa y asegura que "nunca he vivido un proceso de duda en mi fe", sí reconoce que vivió un verdadero encuentro con el Señor en la actividad Días en las Diócesis de la JMJ del año pasado. En esa ocasión, tras una jornada de convivencia y diversión junto a las familias de acogida y otros jóvenes de la diócesis de Ourense, ella sintió una gran necesidad de confesarse. Sin embargo, "llegó la adoración y no era capaz de levantarme, no podía parar de llorar, estaba muy nerviosa. Entonces escuché sonar las campanas y sentí que era un empujoncito que me estaba dando Dios para ir a confesarme. Así que me levanté y fui. Seguía sin poder parar de llorar, pero ese sentimiento de paz y esa certeza de que Dios te quiere después de la confesión es maravilloso. Por eso, animo a que, si necesitáis confesaros, no tengáis miedo. Dios te quiere a pesar de todo".

 

También en esa JMJ conoció a otros universitarios que vivían su fe en el SARUS y se animó a acudir al grupo una vez iniciado el curso. Confiesa que "ha sido uno de los mejores descubrimientos del año. Ha sido un regalo compartir mi fe con gente de mi edad o que están viviendo situaciones parecidas a la mía; escuchar diferentes opiniones, puntos de vista que ni siquiera te planteas… Y hacer muchos amigos nuevos. Allí la gente es super amable, con ganas de acogerte y se preocupan por que estés bien".

 

#Despierta

 

Pero la inquieta Macarena colabora además desde hace unos meses con la Delegación Diocesana para la Pastoral con Jóvenes. Gracias a ellos realizó el pasado mes de mayo el curso #Despierta, en el que aprendió algunas claves para que los jóvenes evangelicen a otros jóvenes:

 

"En primer lugar, tengo que perder la vergüenza y el miedo, tener una actitud apasionada y un estilo de vida atrayente, cuidando los detalles y teniendo presente a Jesús. En segundo punto, debo tener claro que toda experiencia empieza con la oración. El siguiente paso es confiar en Dios, poniéndolo en el centro. Por último, atreverme a cumplir la misión. Además, evangelizar es cosa de todos, en todas partes, incluyendo nuestros lugares más cercanos. Siguiendo estos pasos, cualquier joven puede llevar a otros el mensaje de Cristo", concluye.

 

 

Fuente: Archisevilla.org

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