Duele mucho escribir acerca de Joel, pero como decía una monjita cada vez que yo renegaba de escribir, "imagínate lo que le duele a quienes son protagonistas de los relatos".
La muerte de Joel, significa un pibe menos, y un pibe más que engrosa las estadísticas de decesos en jóvenes. Es un horror, un horror que me da la sensación quisiéramos negar como sociedad, quisiéramos barrer bajo la alfombra para recostarnos tranquilos a mirar Tinelli (n.d. e.: presentador de la TV en Argentina) y no preocuparnos o dolernos de nada.
En estos días he escuchado todo tipo de comentarios. "Era una muerte anunciada", "no se podía hacer nada", "era sabido que iba a terminar así", "la familia no se hizo cargo", "no es problema nuestro", " y bueno el que mal anda mal acaba", "el problema fue la junta", "a mí no me corresponde", etcétera, etcétera. Podría llenar dos carillas con los comentarios que han circulado.
Ahora bien, si apagamos un ratito Tinelli y pensamos todos juntos o de a uno, quizás podamos incorporar algunos interrogantes al tema, por ejemplo:
"¿Si fuera mi hijo?", "¿Si fuera mi hermanito?",
"¿Vamos a dejar que el narcotráfico se quede con todo hasta con nuestros hijos y nietos?"
"¿Vamos a anestesiarnos y cuidar nuestras quintas pensando que así la droga no nos va a afectar?"
"¿Vamos a quedarnos bien callados cuidando nuestras quintas, mientras el narcotráfico nos deja sin pibes o pibitas?"
“¿Vamos a ser cómplices de una sociedad ciega y sorda a la desesperación de nuestros jóvenes?"
“¿Vamos a quedarnos escondidos, encerrados, mirando por la mirilla como la sociedad va para cualquier lado?"
Los mexicanos pensaron que el narcotráfico se iba a ir, que en algún momento iba a abandonar México, o que algún genio mitológico lo iba a esfumar como por arte de magia. Hoy lloran la muerte de 43 jóvenes que se pronunciaron contra el narcotráfico y los cuales se cree fueron entregados por la misma policía a la mafia para que los quemara vivos.
No hay adonde esconderse del crimen organizado, y no hay como protegerse a menos que como sociedad reaccionemos y hagamos algo. Estoy convencida que entre todos podemos hacer algo, y podemos frenar el avance de la droga, de la mafia, la pregunta del millón es "queremos hacerlo?"
La muerte de Joel, no era inevitable, es un pibe menos, es un hijo de Dios.