Mientras escribo este artículo contemplo el belén que he preparado esta tarde. Lo pongo todos los años. Desde niño, con la ayuda de mis padres, y sigo ahora con esta tradición familiar que tantos bienes nos aporta. En casa de mis padres poníamos siempre dos belenes: uno de barro lienzado con las figuras del misterio del Nacimiento dentro de un portal que siempre se colocaba en el salón y el otro en mi habitación, con muchas figuras, casas, río, montes, caminos, etc. con figuras propias de niño para evitar que se rompieran. Y es que este belén de niño lo usaba a menudo para jugar. En Navidad quedaba en la mesa de mi habitación y no lo tocaba, salvo los Reyes Magos que los ponía en una punta de la mesa y los acercaba un poco cada día hasta alcanzar la fecha esperada, el 6 de enero, cuando llegaban los Reyes, en que los bajaba de los camellos y los metía al portal con el Niño, San José y María. Al día siguiente había que volver al colegio y tocaba recogerlo. Pero antes de ponerlo y también pasada la Navidad aprovechaba en esos años de infancia para jugar con esas figuras que tanto me ayudaban a acercarme de un modo especial al Niño Jesús.

 

Pasa el tiempo y de niño llego a adolescente; seguimos poniendo los dos belenes con la misma ilusión todos los años, pero cuando llego a los 15 años un día, paseando con mis padres por la calle Portales de Logroño, mis ojos se quedan fijos en un escaparate. Lo que veo no me deja avanzar: ¡Un nacimiento de barro con las figuras vestidas con el traje regional de La Rioja, de mi tierra! Me paro, lo veo, y lo vuelvo a mirar sin cansarme. ¡Qué maravilla!

 

Me acuerdo bien que era una tarde del puente de la Inmaculada, domingo o la fiesta de la Inmaculada, porque la librería está cerrada. Mis padres no necesitan que les diga que sería una gran ilusión poder tener ese belén en casa. Quedamos en ir al día siguiente a comprarlo. Cuando salgo de clase voy con mi madre a por él. Al llegar nos dicen que ya ha venido mi padre a reservarlo. Nos conocen mucho porque con frecuencia compro libros de temática riojana en esta librería.

 

¡Qué regalo más grande recibo de mis padres ese año! Dejo el belén de niño y pongo este otro. Tiene las figuras propias del Nacimiento: la Virgen, San José y el Niño con la mula y el buey y dos pastores. No tiene ovejas, pero mi padre sin decirme nada cuando lo compra añade una oveja y un carnero. ¡Gracias papá! Lo pongo con toda la ilusión y de otro modo muy distinto. La vida avanza, los cursos en el colegio también y la vocación sacerdotal comienza a dar sus primeros pasos en unión a este belén riojano.

 

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