"Qué onda Francisco, todo bien?" Así comenzó el diálogo entre el Papa y Piero, que sólo tiene 18 abriles en las costillas y milita sin parar contra le horror de la esclavitud de seres humanos.
Cualquiera que lo ve en la calle, con sus tatuaje enorme, con sus aritos y con su onda rockera, igual que Flor, que es su pareja -no son novios, sólo amiguísimos- en todas las actividades que llevan adelante, cualquiera jamás pensaría que Piero es un joven Católico que vive el Evangelio en el mundo.
Flor es cristiana, evangélica, y ambos han entendido que tal vez no esté tan errado el dicho "A Dios rogando y con el mazo dando -es decir haciendo-"
Los dos como millones de jóvenes admiran y siguen al Papa. Lo reconocen como líder espiritual de la lucha contra la esclavitud y también como la esperanza de millones de personas que viven en el infierno de un horror difícil de nombrar.
"Todo con onda Piero" le contestó el Papa.Y después siguieron bromeando y hablando en serio -aunque con bromas sanas también se habla en serio-, en medio de las risas y alegría de ambos.
Como dice Florcita "Francisco, tiene la reonda, es rejoven de adentro, en el alma, y curte un compromiso y una fuerza que empuja, el Chabón habla como nosotros, no nos hace sentir tontos, porque hay más de un adulto que nos hace sentir como que no sabemos nada y no entienden que nosotros sabemos"
El reproche de Florcita al resto de los adultos, tiene que ver quizás con esto: que siempre queremos imponerles, escuchándolos poco y diciéndoles mucho. Cuando en realidad quizás deberíamos hablar menos, escucharlos más y darles el ejemplo, sólo eso un ejemplo de compromiso y amor a Jesús.
Jóvenes de jeans, de hábitos, de zapatillas, de sandalias, con o sin aros, con o sin tatuajes, pero jóvenes. Con una fuerza, con un empuje que siembra desiertos, que derrite glaciares y que puede significar la diferencia entre la sobrevivencia o la perdición de la humanidad.
El Papa y los jóvenes, tienen un vínculo que quizás la mayoría de los adultos no dimensionamos. Pero lo que importa es que ellos, los jóvenes de todo el mundo sí lo dimensionan y lo resignifican a diario con acciones que pueden llevar a un mundo sano, inclusivo, humanitario, solidario, generoso, el mundo de Jesús.
Un Papa que se entiende con los jóvenes con una sonrisa amplia, inmensa y generosa. Que los ama y los respeta, que los valora y entiende que la humanidad depende de ellos.