En su artículo de opinión del domingo recién pasado – 21 de junio – en el diario El Mercurio, don Carlos Peña, haciendo escarnio de la política y la religión, señala: “Unos y otros olvidaron lo fundamental: cuán indigente es la condición humana”.
Al respecto, al menos desde la fe católica, preguntamos: ¿las reiteradas intervenciones del Papa Francisco animando la esperanza desde el inicio de la pandemia, invitándonos a rezar y estar cercanos con los enfermos de covid19 y todo el personal de salud que los atiende, acaso es olvidar a la persona humana? ¿La preocupación del Papa con ayudas concretas para los enfermos, es olvidar la dignidad de la persona?
De igual forma: ¿Las reiteradas acciones sociales de cada parroquia y comunidad de base para vivir la caridad, ayudando a superar el hambre de muchas familias más necesitadas a lo largo de Chile, es signo de habernos olvidado de la indigente condición humana? ¿Nos hemos dado tiempo para ver el programa de ayuda humanitaria “Nadie está solo” en www.iglesia.cl y conocer todo lo que se está haciendo? Asimismo, ¿acaso los más de 30 sacerdotes del clero de Santiago – y cuantos más en regiones - dedicados a atender a los enfermos de Coronavirus en los hospitales de la región metropolitana, no son una especial preocupación por la dignidad del enfermo y el consuelo de sus familias y personal de salud?
Y podríamos alargar la lista de acciones concretas que se están realizando por las comunidades católicas con los laicos en “la primera línea” de la caridad y no de la violencia en todo el país, facilitando lugares para residencias sanitarias y acogida de migrantes, junto a tantos servicios silenciosos que laicos y sacerdotes comprometidos, junto a sus pastores, están concretando en favor de los más pobres y necesitados en estos tiempos de pandemia.
En suma, es cierto que podemos mejorar y mucho, pero no estamos sentados y viendo desde la galería lo que pasa en el país.
La permanente renovación y conversión pastoral nos interpela a poner a Jesucristo en el centro siempre, tal como nos dijo el Papa Francisco el año 2018 y poder caminar para superar una Iglesia que se había centrado en sí misma. Y Jesucristo está en el sufriente, en el enfermo y en el más necesitado de bienes materiales y espirituales, en ese médico y enfermera que siendo o no creyente, entrega la vida en los hospitales. Jesucristo está en todos aquellos que sufren a causa de la pandemia ahora y también después de pasada la crisis porque los problemas no se solucionaran de un día para otro. Dios nos conceda la gracia de perseverar en el servicio de la caridad, fortaleciendo la fe y animando la esperanza.