La discusión acerca del derecho a la vida del que está por nacer no termina. En efecto, es motivo de debate y se deberá discutir a partir del 7 de junio próximo, en el Consejo Constitucional electo en Chile. Pero llama la atención que algunos juristas, políticos y extrañamente también ciertos grupos de médicos, rechacen la evidencia científica de la existencia de un ser humano único e irrepetible en el vientre materno, totalmente distinto a su madre y que se desarrolla en un proceso biológico sin solución de continuidad. Más incomprensible es aún que no se reconozcan, en los restos humanos desmembrados por un aborto, las partes corporales de un ser humano, pues ya es hombre aquel que lo será. Y contrariamente a la evidencia científica existente, se trafique con órganos humanos de fetos abortados.
Nuestra patria, Chile, necesita que constitucionalmente quede resguardada la inalienable dignidad de la persona humana desde el vientre de la madre, pues este ser por nacer goza del derecho humano a la vida. Si por garantizar el derecho a la vida se rechaza la pena de muerte -tal como ha quedado en el proyecto de los expertos-, de igual forma se ha de rechazar el aborto, pues es una pena de muerte que condena a un inocente y de forma arbitraria, ya que este no puede defenderse.
Violar la igualdad ante la ley, actuando sobre seguro en contra de la vida humana por nacer, solo ahondará las crisis humanas de quienes practican abortos o se hacen abortos, sin poder sanar o dificultando gravemente esa posibilidad a raíz de las consecuencias del post aborto en ellos y su entorno. Esto último es una realidad y la experiencia lo demuestra, tristemente. Negarlo es querer tapar el sol con un dedo y causar heridas de muerte en tantas mujeres vulnerables que buscan ser escuchadas, acompañadas y contenidas. El aborto es la solución fácil e inhumana que deja a la mujer abandonada a su propia suerte y es a ella, junto a su hijo, a quienes debemos acoger y proteger, ya que las dos vidas importan.
No dejemos que nos roben la esperanza. Luchemos para que en nuestro país nazcan los niños sin la discriminación arbitraria del aborto, fruto de la violenta cultura del descarte que olvida la igualdad ante la ley condenando a muerte a un inocente y a quien se le niega el debido proceso. No es aceptable que, por una parte se garanticen los derechos prenatales del no nacido -reconocimiento jurídico explícito en todas las normativas que regulan los beneficios prenatales en Chile- y por otra se nieguen, legitimando el aborto.