En algunos ambientes católicos de diversos países está generando confusión una entidad que se presenta con el nombre de “Prelatura de los Santos Pedro y Pablo”. Su propósito es reclamar el matrimonio de los sacerdotes católicos de rito latino, que viven el celibato desde hace siglos. ¿Se trata de una verdadera prelatura de la Iglesia Católica –más adelante veremos en qué consiste este concepto– o es una de tantas estructuras para-eclesiales que no tienen reconocimiento alguno por parte de católicos ni de ninguna confesión cristiana?
Adelantamos ya que la respuesta es la segunda. Sin embargo, hay un elemento que sorprende al decir esto, ya que la falsa Prelatura está dirigida por un hombre que fue alguna vez un verdadero arzobispo católico: Emmanuel Milingo. Natural de Zambia y nacido en 1930, fue arzobispo de Lusaka, la capital del país, entre 1969 y 1983. Actualmente está excomulgado por la Iglesia y suspendido en su ministerio eclesiástico. Para conocer su historia controvertida, debemos retroceder unas décadas en el tiempo.
Obispo, exorcista y cantante
Ya en su etapa como arzobispo, monseñor Milingo era un personaje controvertido por su práctica habitual de exorcismos y sanaciones al modo carismático, sin utilizar el Ritual de exorcismos aprobado por la Iglesia y sin limitarse a su diócesis en este ministerio. Por eso, en 1983 fue forzado a dimitir de la sede de Lusaka, pasando a ser arzobispo emérito, y enviado a Roma para trabajar en la Santa Sede (en el Consejo Pontificio para la Pastoral de los Emigrantes e Itinerantes).
Su estancia en la ciudad eterna no estuvo exenta de polémicas. A nivel eclesial, continuó realizando ritos de exorcismo sin estar autorizado para ello, y su figura se hizo popular entre círculos tradicionalistas e incluso sede-vacantistas (aquellos que aseguran que el Papa no es legítimo, algo que entonces decían de Juan Pablo II). En algún momento llegó a hacer duras críticas de la jerarquía, afirmando -sin pruebas- que había altos cargos de la Iglesia implicados en ritos satánicos. A nivel social, fue muy extravagante su participación en la edición de 1997 del Festival de San Remo, un popular certamen musical italiano.
La secta Moon entró en la escena
Pero lo que hizo universalmente conocido a Emmanuel Milingo, más allá de Zambia y de Italia, fue algo que sucedió en 2001. El arzobispo había sido atraído por la Iglesia de la Unificación, una secta de origen cristiano fundada por el “reverendo” Sun Myung Moon (1920-2012), que afirmaba haber recibido una revelación divina con el encargo de “completar” la salvación de la humanidad que Jesucristo habría dejado inacabada al morir en la cruz.
Para ello, el empeño de Moon se centró en la cuestión matrimonial y familiar, enseñando que la nueva humanidad llegaría cuando todos se casaran con la bendición de los “Padres Verdaderos” (Moon y su esposa). Son famosas las imágenes de sus bodas masivas, en las que se unían simultáneamente miles de parejas de la secta. Y por eso en 1996 Moon creó la Federación de Familias por la Paz Mundial (después llamada Federación de Familias para la Paz Mundial y la Unificación), como entidad paraguas de todas las asociaciones que utiliza el movimiento para lograr influencia en muy diversos ámbitos.
Algunas de estas asociaciones se dedican a reunir a líderes de las diversas confesiones religiosas, y en este contexto tenemos que entender el acercamiento de monseñor Milingo a la Iglesia de la Unificación y su captación. En mayo de 2001, con 70 años de edad, el arzobispo “se casó” (ver imagen anterior) con una acupuntora coreana de 43 años, Maria Sung, en una ceremonia multitudinaria celebrada por el matrimonio Moon (sin validez desde el punto de vista católico). Tuvo una gran repercusión y causó un verdadero escándalo mundial. Obviamente, fue suspendido en su ministerio.
Su “vuelta al redil”
En agosto de 2001, tras una reunión con Juan Pablo II, Emmanuel Milingo volvió al seno de la Iglesia, con una carta en la que mostraba su arrepentimiento, su obediencia al Papa, su rechazo al vínculo de pareja que había contraído y su ruptura con la “secta Moon”, condiciones que le había puesto la Congregación para la Doctrina de la Fe para evitar ser excomulgado por la gravedad de sus actos.
En agosto de 2001, tras una reunión con Juan Pablo II, Emmanuel Milingo volvió al seno de la Iglesia, con una carta en la que mostraba su arrepentimiento, su obediencia al Papa, su rechazo al vínculo de pareja que había contraído y su ruptura con la “secta Moon”, condiciones que le había puesto la Congregación para la Doctrina de la Fe para evitar ser excomulgado por la gravedad de sus actos.
Además, en una entrevista televisiva contó lo que había sucedido con la secta: “a veces he sido tachado de brujo y supersticioso. Me sentía solo. Después, poco a poco, se me acercó la Iglesia de la Unificación, que predica el amor verdadero en el matrimonio. Y yo me fui con ellos. Pero después comprendí que había cometido un error gravísimo, me he arrepentido, y por esto he pedido al Santo Padre regresar a la Iglesia”. Hasta llegó a explicar cómo los adeptos del reverendo Moon lo habían aislado de sus amigos tras su “boda”.
Acto seguido, vivió durante un año en un centro del movimiento católico de los Focolares en Argentina, dedicado a la oración. Durante este período llegó a escribir un libro titulado El pez rescatado del fango, de carácter testimonial, en el que narraba su extraña trayectoria hasta su vuelta a la comunión de la Iglesia. Se publicó en 2002, y en él podían leerse las conversaciones de monseñor Milingo con el periodista Michele Zanzucchi.
Por ejemplo, resumía así lo que le sucedió con la secta: “fui, de alguna manera, obnubilado por los honores que me ofrecían, por los elogios de la gente que me escuchaba. Tal vez me manipularon psicológicamente”. Además, el plan era más ambicioso: “tenían, incluso, la idea de desarrollar su presencia en África gracias a mi nombre y a mis capacidades, fundando una Iglesia católica paralela, aunque con abundante financiación, por lo que pude saber. Yo habría sido la cabeza de la nueva Iglesia”.
Lo que desencadenó la excomunión
Los años siguientes los pasó sin desempeñar oficio eclesiástico alguno, y tampoco tuvo actividad pública conocida… aparentemente. Porque lo cierto es que retomó sus vínculos con la Iglesia de la Unificación y, a partir de su propia experiencia, se hizo defensor de la abolición del celibato como condición necesaria para la ordenación sacerdotal, manifestándose en este sentido en los medios de comunicación.
Pero la gota que colmó el vaso fue cuando el 24 de septiembre de 2006 consagró obispos a cuatro hombres casados –pertenecientes a comunidades cismáticas que reclaman ser Iglesias, sin serlo verdaderamente– sin mandato pontificio. Sucedió en Washington, y esto trajo consigo la excomunión inmediata, ya en tiempos de Benedicto XVI.
La razón es que según el c. 1013 del Código de Derecho Canónico, “a ningún Obispo le es lícito conferir la ordenación episcopal sin que conste previamente el mandato pontificio”, y según el c. 1382, la pena que acarrea este acto para el consagrante y los consagrados es la excomunión latae sententiae, es decir, por el mismo hecho sucedido y sin necesidad de que nadie la declare públicamente, aunque el Vaticano la hizo pública, por la repercusión del hecho, dos días después.
En 2007 se supo que Milingo había acudido a Seúl para estudiar en profundidad las doctrinas de la Iglesia de la Unificación. Algo que no extrañó, ya que continuaba participando en aquel tiempo en encuentros organizados por las asociaciones pantallas de la secta dedicadas a cuestiones interreligiosas y, más en concreto, a la promoción del sacerdocio de hombres casados.
En diciembre de 2009, un nuevo comunicado de la Santa Sede explicó que el protagonista “no ha demostrado el arrepentimiento esperado en vistas a su retorno a la plena comunión con el Papa y con los miembros del Colegio episcopal, sino que siguió actos ilícitos en el ejercicio del ministerio episcopal, realizando nuevos desmanes y delitos contra la unidad de la Santa Iglesia”, como diversas ordenaciones, por lo que se le añadió la pena canónica de “expulsión del estado clerical”. Lo que suponía que, desde entonces, “es ilegal la participación de los fieles y las celebraciones que promueva el señor Emmanuel Milingo”.
La creación de una (falsa) prelatura
Todo esto tuvo un reflejo institucional: la creación por parte del rebelde Miningo de una pseudo prelatura llamada “de los Santos Pedro y Pablo”, conocida también por el lema “Married Priests Now! (¡Sacerdotes casados ya!). Tras las ordenaciones ilícitas celebradas en 2006 y que trajeron consigo su excomunión, Milingo comenzó a convocar reuniones de presbíteros católicos que habían contraído matrimonio. Obviamente, carecía de recursos y poder de convocatoria para ello… lo que demuestra la financiación por parte de la “secta Moon”.
En diciembre de 2006, CORPUS y CITI, dos grupos internacionales que ya existían anteriormente formados por ex sacerdotes católicos que reclaman el fin de la obligación del celibato… advirtieron sobre la nueva organización creada y liderada por el arzobispo excomulgado. No se trataba de que temieran a una nueva entidad que venía a hacerles la competencia, sino que les preocupaba la deriva tomada por Milingo –realizando ordenaciones en desobediencia– y la clara conexión de su “Prelatura” con la Iglesia de la Unificación.
El zambiano continuó celebrando tales ordenaciones, y siempre bajo la sombra del reverendo Moon, un personaje “siniestro”, según explicaba Paul Mayer, un antiguo monje benedictino.
Y así ha continuado la existencia de esa entidad que usurpa el nombre de “Prelatura”. Sus falsos obispos se presentan como tales y declaran pertenecer a una “Prelatura católica”, cuando esto no responde a la verdad: en la Iglesia Católica existen las prelaturas territoriales (una jurisdicción semejante a una diócesis) y las prelaturas personales (sólo existe una: el Opus Dei). A los integrantes de esa falsa “Prelatura” de Milingo se les puede ver vestidos con los atributos episcopales y, curiosamente, con dos anillos: en la mano derecha, el anillo episcopal; en la izquierda, la alianza matrimonial.
Nombramiento de un sucesor… sin toma de posesión (aún)
La última novedad es que, en una carta fechada en junio de 2020, Emmanuel Milingo –que cumplía entonces 90 años– ha nombrado “sucesor” a un keniano llamado Peter Joseph Kaloki Ndambuki (en imagen anterior), con el título de “patriarca de África”. Milingo se dirige a él en la misiva con estas palabras: “has demostrado nuestro carisma de sacerdocio casado y fidelidad a tu cargo”, tal como informa Daily Nation.
Nacido en 1942 y ordenado sacerdote en la Iglesia Católica en 1973, el sucesor dejó el ministerio y se casó en 1986, uniéndose al movimiento de Milingo (y de Moon) en 2010, siendo uno de los cofundadores de la particular “Prelatura”. Sin embargo, la toma de posesión del “arzobispo” Ndambuki no se llevará a cabo por ahora debido a la pandemia, “hasta que esté disponible una vacuna o un tratamiento para el COVID-19”, tal como explica la prensa de Kenia.