La Eutanasia, el suicidio asistido, llevado a ley es un instrumento para eliminar a quienes, estando vivos, no rentan beneficios apreciables por sus familias y la sociedad, sino que importan para ellos un costo. Se les elimina bajo un engañoso discurso que presenta esa muerte como un acto de misericordia. Lo demuestran las estadísticas oficiales.

¿A quienes se está matando? En los Países Bajos la Comisión que regula el acceso a la Eutanasia señala que se incrementan las muertes de personas con enfermedades mentales y ancianos. Se aplicó la muerte a 41 personas por razones ‘psiquiátricas’ y a 81 por demencia durante el año 2014. Importante es también otro dato que aporta un informe regular de la organización The Lancet: En Holanda, el 24% de las muertes asistidas no son reportadas.

Exterminio y abuso

Pero no sólo eso. También durante 2014 -señala el informe holandés-, aumentó en un 10% el número total de personas a quienes se aplicó la eutanasia y la tendencia señala que continúa incrementándose durante este 2015. Durante 2014 hubo 5.306 muertes asistidas por médicos, al abrigo de la ley. En 2013 fueron 4.829 los eliminados. El año 2008 cuando iniciaron la aplicación de la ley, se reportaron 2.331 muertes asistidas.

La eutanasia clínica al amparo de la ley ha tenido además algunas decenas de casos controvertidos, como los siguientes:

La verdad no puede ser negada
 

Para el cristiano y en particular los católicos, oponerse a la eutanasia es no sólo una cuestión que afirma el  derecho a la vida, sino además el deber de actuar para protegerla. Son explícitas las indicaciones al respecto en la Sagrada Escritura y que son base para el Magisterio que en decenas de documentos (pulse) se refiere al tema.

Papa Francisco -en una de sus más de 20 intervenciones (en lo que va de Pontificado) sobre este tema en particular-, enseña: “Toda vida humana es sagrada (…) El pensamiento dominante propone a veces una «falsa compasión»: la que considera una ayuda para la mujer favorecer el aborto, un acto de dignidad facilitar la eutanasia (…) La compasión evangélica, en cambio, es la que acompaña en el momento de la necesidad, es decir, la del buen samaritano, que «ve», «tiene compasión», se acerca y ofrece ayuda concreta (cf. Lc 10, 33) (…) No es lícito eliminar una vida humana para resolver un problema (…) Lo mismo vale para la eutanasia: todos sabemos que con muchos ancianos, en esta cultura del descarte, se realiza esta eutanasia oculta. Pero, también está la otra. Y esto es decir a Dios: «No, el final de la vida lo decido yo, como yo quiero». Pecado contra Dios Creador.”  (Mensaje a la Asociación de Médicos Católicos de Italia el 15. 11. 2014).
 
El reciente testimonio del holandés experto en ética Theo Boer da razón a los argumentos de la Iglesia. Boer es docente en la universidad de Utrecht y por años fue un férreo defensor de la eutanasia/ muerte asistida y miembro de la Comisión de Control de la Eutanasia, cuyo informe es fuente de este artículo.

En julio de este año diversos medios de comunicación digital publicaron las declaraciones de Boer, “arrepentido” por haber apoyado la legislación que permite la eutanasia:

“En un comienzo se consideraba a la eutanasia principalmente un «homicidio por piedad»… Se decidió que si se respetaban ciertos criterios, los médicos no podrían ser perseguidos por el delito de eutanasia... Quienes como yo, apoyábamos la ley de eutanasia, argumentábamos hablando de piedad, autonomía y de libertad individual. Viéndolo en retrospectiva, concluyo que nosotros estábamos equivocados. La eutanasia se ha convertido lentamente en algo cada vez más normal y difundido... y muchos otros tipos de sufrimiento, especialmente existenciales, sociales o psiquiátricos han llegado a ser motivo suficiente para pedir la eutanasia” (declaraciones de Theo Boer a revista Tempi 1.07.2015).

 
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