El pasado 23 de noviembre, O_Lumen, un “espacio para las artes y la palabra” que tiene la Orden de Predicadores (dominicos) en Madrid, acogió una conferencia cuyo título llamaba la atención: “La espiritualidad de las mujeres del Paleolítico y su relevancia en la actualidad”.

 

Siendo un lugar de diálogo con la cultura, podría parecer entendible un acto así, por el interés en conocer un aspecto tan lejano y desconocido de la naturaleza religiosa del ser humano. Además, la ponente era presentada como doctora en Psicología e investigadora científica, lo que hacía indicar una intervención de carácter riguroso para hablar “de la espiritualidad de las mujeres del Paleolítico reflejada en su arte a través de las obras encontradas en las cuevas de la Península Ibérica fundamentalmente”.

 

Sin embargo, había otro dato que ciertamente “rechinaba”. El tercer dato que se aportaba sobre la conferenciante era el siguiente: “instructora en el método de meditación intuitiva Arka Dhyana”. Esto, unido a esa “relevancia en la actualidad” de la espiritualidad femenina prehistórica a la que se apuntaba en el título de la actividad, siembra muchas dudas sobre la oportunidad de celebrarla en un espacio católico. Veámoslo despacio.

 

“Contactar con nuestro Ser interior”

 

 

En la información previa que divulgaba el espacio de los dominicos se podía leer lo que parece un resumen del pensamiento de la ponente: “De la misma manera que las mujeres paleolíticas probablemente entraron en un silencio contemplativo, para comprender la naturaleza del Universo, la introducción también incluye cómo contactar con nuestro Ser interior a través de nuestros corazones y así obtener una guía intuitiva en nuestras vidas”.

 

Por eso cabe preguntarse: ¿quién mantiene esta teoría? Sí, sólo es una teoría, y del todo incomprobable, ya que, por la falta de documentación de la época, sólo se pueden elaborar hipótesis a partir de los restos que estudia la arqueología. Y la pregunta cobra más importancia al plantearse, como base de la conferencia, una especie de “aplicación práctica” para “contactar con nuestro Ser interior”. Aquí no hay una simple mirada a la Prehistoria, sino una clara intención de difundir creencias New Age.

 

De la meditación a la pseudoterapia

 

 

La protagonista es Tina Lindhard (arriba en imagen), natural de Sudáfrica, que en su relato autobiográfico oficial afirma que sus estudios universitarios la dejaron con una sed de interioridad que la movió a “probar muchos métodos de meditación”. Hasta que conoció a un maestro de yoga indio, Srinivas Arka, fundador del Centro para la Conciencia Consciente (CCC), que inventó una propuesta de meditación intuitiva, construido sobre fundamentos del hinduismo y con una influencia importante de los métodos del potencial humano y la psicología positiva.

 

Ése es el método sobre el que instruye Tina Lindhard: Arka Dhyana, también denominado “meditación intuitiva” (IM, por sus siglas en inglés) o “basada en el corazón”. No sólo eso: es la presidente del CCC en España. Y explica incluso su dimensión sanadora: “He pasado muchos años de mi vida proporcionando un tipo de terapia basada en tocar, que combina la sensibilidad obtenida al usar el método de IM con el acercamiento sacro craneal biodinámico”. Entramos, pues, en el terreno de las pseudoterapias de origen esotérico.

 

Retazos de hinduismo para el mundo postmoderno

 

 

¿En qué cree esta mujer? En su página web, cuando habla de “espiritualidad” lo hace en términos de conocimiento de la realidad, como un método para “descubrir la naturaleza de la vida”. Nada que tenga que ver con una concepción cristiana del mundo, sino en clave gnóstica y con muchas alusiones a conceptos hindúes. Lo principal, para ella, es “buscar la naturaleza del Ser” de las cosas (recordemos que la finalidad de las prácticas del hinduismo es descubrir esa “realidad” que es la inexistencia de lo que vemos, que no es más que partes de Brahman, la divinidad impersonal que lo llena todo).

 

Lindhard afirma que para conocer la verdad de todo lo que existe, “los yoguis desarrollaron métodos que llevan a la meditación”. Unos métodos que ayudarían “a producir diferentes experiencias y estados interiores, que dan lugar a una serie de revelaciones”. En esta línea se inscribe lo que ella practica y enseña: la meditación intuitiva o Arka Dhyana.

 

Llamada a la conversión: otra religión

 

 

¿Lo que cuenta sería compatible con la fe cristiana? Debemos atender, en primer lugar, al hecho de la ambigüedad en la presentación de su propuesta, que en ocasiones se camufla tras la psicología y hasta bajo la capa de las ciencias de la Historia, como ha sucedido en el local O_Lumen de Madrid, propiedad de una orden religiosa tan importante como los dominicos. Cabría esperar, por parte de quienes deben ser custodios de la fe, unos criterios claros de discernimiento para no ser cómplices de la difusión de ideas que, de forma sibilina, se presentan como asépticas, cuando en realidad proponen una cosmovisión totalmente incompatible con el cristianismo.

 

Basta con echar una ojeada a la carta de presentación de la meditación Arka Dhyana para darse cuenta de lo que es: a través del tacto y del sonido, se invita al practicante “a la consciencia espiritual o la fuerza vital consciente a manifestarse por completo en el cuerpo físico”. Como consecuencia –siempre según la propia Tina Lindhard–, “ciertos centros son activados y se convierten en focos de energía, cada uno con su propia sabiduría y su propia conexión con la naturaleza y el universo, todo lo cual cambia nuestra percepción del mundo”. En otras palabras: se daría una conversión. Un cambio religioso radical.

 

Todo es divino

 

 

“En Arka Dhyana empezamos tocando el cuerpo físico y repitiendo un sonido vibratorio, aunque lentamente vamos más allá para conectar con nuestra esencia o el Ser”, leemos.

 

Esto debemos entenderlo, en el contexto espiritual de la New Age (Nueva Era), como una expresión de panteísmo, es decir, la concepción de que todo lo que existe forma parte de la gran divinidad impersonal, de la energía que lo impregna todo. La esencia del ser humano, en último término, sería ese hipotético Ser divino (por eso lo escriben con mayúscula).

 

Disolución del cristianismo

 

 

Por ningún lado aparecen Dios, ni Cristo, ni la oración. La realidad, según esta propuesta meditativa, se encierra en la identidad del hombre con la totalidad del universo, que tiene carácter divino. No cabe ninguna revelación histórica, ni hay lugar alguno para la realidad de un Dios encarnado en el mundo. Porque, entre otras cosas, no hay pecado ni, por tanto, necesidad de redención. Si en algún momento se emplean o aceptan conceptos cristianos, será vaciándolos de su sentido originario.

 

El método que divulga Tina Lindhard “está abierto a todo el mundo sin importar su religión”, según publicitan sus seguidores. Efectivamente: la fe de las personas no le importa, ya que se reinterpreta desde su propia cosmovisión “holística”, que anula las características propias de las religiones particulares –sobre todo del cristianismo–. Busca, en el fondo, la disolución de la fe revelada.

 

Lo que acogió el espacio cultural de la Orden de Predicadores en Madrid no fue, por lo tanto, una simple conferencia interesante basada en lo que conocemos de la Prehistoria, sino una actividad proselitista de un grupo esotérico de la Nueva Era, aprovechando el reclamo de la meditación y la necesidad de interioridad que hay en muchísimas personas. Es trágico que se haya hecho en un lugar donde debería compartirse la fe que predicaron, pensaron y rezaron grandes figuras de nuestra Iglesia como Santo Domingo de Guzmán y Santo Tomás de Aquino, entre otros muchos de una fecunda historia centenaria.

 

 

Compartir en:

Portaluz te recomenienda

Recibe

Cada día en tu correo

Quiero mi Newsletter

Lo más leído hoy