Siendo muy joven Willy García quedó atrapado en el "oscuro mundo de las drogas" y para escapar tuvo que cortar con todo lo que le hacía daño. Gracias a la ayuda de hermanos buenos samaritanos -es especial aquellos que encontró en la Comunidad Cenáculo- hoy vive en el luminoso mundo de su peluquería en el centro de Barcelona.

 

“Siempre he sido un chico muy social encanta socializar me encanta estar con gente y bueno cuando fui creciendo, cuando empecé a ser adolescente esto me tiraba mucho. En aquel momento yo estaba en un ambiente seguro, iba a un colegio católico, una familia católica…”

 

Todo parecía marchar bien hasta que empezó “a socializar de manera equivocada y a interesarse en el mundillo de las fiestas” -dice Willy- alcohol, las chicas y así, hasta comenzar a consumir “drogas blandas”.

 

Cuando el cuerpo comenzó a pedirle más se dejó doblegar. “Empecé a consumir sustancias más duras y a entrar en una adicción real; tan real que me fue fundiendo. Vives un descontrol, en medio del mar y no eres capaz de nadar, de llegar a buen puerto. Y llega un momento en el que también sufro una sobredosis, varios acontecimientos, en los que un día me despierto en una habitación; miré alrededor, gente demacrada como yo, y entonces, tuve como un momento de gracia. Dios me regaló el poder ver la realidad y digo: tienes 19 años, acabas en la cárcel o acabas muriéndote o suicidándote” …

 

 

 

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