El pasado mes de enero 2020 Disney Channel estrenó The Owl House (La Casa Búho), su nueva serie para niños “de todas las edades” con esta sugerente descripción: "Cuando Luz, una marginada joven de 14 años, descubre un portal hacia un nuevo mundo, conoce a la bruja Eda y a un demonio “guerrero” llamado “King”. Para regresar a casa, Luz tiene que ayudarles con una peligrosa misión".
En el video publicitario del estreno, Disney describe el nuevo reino como "Ciudad Demonio", donde Luz se entrena como una bruja y vive con una bruja y su mascota demonio. También asiste a la "Escuela Hexside de Magia y Demonios".
En una decisión que se atribuye a Dana Terrace, productora ejecutiva de la serie, se anunció que Luz es un personaje bisexual. En su cuenta de Twitter Terrace reconoció que siempre tuvo el anhelo de incluir “niños ‘queer’ en el elenco principal”.
El exorcista denuncia
El exorcista y psicólogo norteamericano padre Stephen Rossetti, comentó al portal ChurchPop su pesar por los errores a que induce la serie mediante y por la normalización de la brujería en los niños.
"Creo que uno de los malentendidos básicos hoy en día es este: ¿Existe acaso una bruja buena?
Esta serie supone que la gente puede ejercer una especie de poder espiritual natural por su propia voluntad y hacer el bien. Desafortunadamente, este es un error que se está extendiendo cada vez más.
Todo exorcista sabe que, si tiene algún poder y autoridad espiritual, viene de Dios a través de Jesús. Por mí mismo, no tengo la capacidad de expulsar demonios. De hecho, en un exorcismo, los demonios intentan que luche contra ellos uno a uno, apelando a mi orgullo. Pero aprendí hace mucho tiempo que, por mí mismo, soy rápidamente vencido por Satanás y sus ángeles caídos. Sin embargo, cuando dejo que Jesús trabaje a través de mí, Satanás es vencido.
Cuando estos jóvenes empiezan a practicar lo que llaman 'brujería buena', ¿qué poder están invocando realmente? No lo saben. Al principio, puede parecer bueno, pero eventualmente mostrará sus verdaderos colores, y tristemente, muchos encontrarán que han sido socios involuntarios del mal. Actualmente estoy exorcizando a varias personas que practicaban la brujería y es un exorcismo duro y difícil”.
Lo que enseña el Catecismo de la Iglesia Católica (Nrs. 2357-2359) sobre la homosexualidad
"La homosexualidad designa las relaciones entre hombres o mujeres que experimentan una atracción sexual, exclusiva o predominante, hacia personas del mismo sexo. Reviste formas muy variadas a través de los siglos y las culturas. Su origen psíquico permanece en gran medida inexplicado. Apoyándose en la Sagrada Escritura que los presenta como depravaciones graves (cf Gn 19, 1-29; Rm 1, 24-27; 1 Co 6, 10; 1 Tm 1, 10), la Tradición ha declarado siempre que “los actos homosexuales son intrínsecamente desordenados” (Congregación para la Doctrina de la Fe, Decl. Persona humana, 8). Son contrarios a la ley natural. Cierran el acto sexual al don de la vida. No proceden de una verdadera complementariedad afectiva y sexual. No pueden recibir aprobación en ningún caso.
Un número apreciable de hombres y mujeres presentan tendencias homosexuales profundamente arraigadas. Esta inclinación, objetivamente desordenada, constituye para la mayoría de ellos una auténtica prueba. Deben ser acogidos con respeto, compasión y delicadeza. Se evitará, respecto a ellos, todo signo de discriminación injusta. Estas personas están llamadas a realizar la voluntad de Dios en su vida, y, si son cristianas, a unir al sacrificio de la cruz del Señor las dificultades que pueden encontrar a causa de su condición.
Las personas homosexuales están llamadas a la castidad. Mediante virtudes de dominio de sí mismo que eduquen la libertad interior, y a veces mediante el apoyo de una amistad desinteresada, de la oración y la gracia sacramental, pueden y deben acercarse gradual y resueltamente a la perfección cristiana."
Lo que enseña el Catecismo de la Iglesia Católica (Nrs. 2116-2117) sobre la brujería
"Todas las formas de adivinación deben rechazarse: el recurso a Satán o a los demonios, la evocación de los muertos, y otras prácticas que equivocadamente se supone “desvelan” el porvenir (cf Dt 18, 10; Jr 29, 8). La consulta de horóscopos, la astrología, la quiromancia, la interpretación de presagios y de suertes, los fenómenos de visión, el recurso a “mediums” encierran una voluntad de poder sobre el tiempo, la historia y, finalmente, los hombres, a la vez que un deseo de granjearse la protección de poderes ocultos. Están en contradicción con el honor y el respeto, mezclados de temor amoroso, que debemos solamente a Dios.
Todas las prácticas de magia o de hechicería mediante las que se pretende domesticar potencias ocultas para ponerlas a su servicio y obtener un poder sobrenatural sobre el prójimo —aunque sea para procurar la salud—, son gravemente contrarias a la virtud de la religión. Estas prácticas son más condenables aún cuando van acompañadas de una intención de dañar a otro, recurran o no a la intervención de los demonios. Llevar amuletos es también reprensible. El espiritismo implica con frecuencia prácticas adivinatorias o mágicas. Por eso la Iglesia advierte a los fieles que se guarden de él. El recurso a las medicinas llamadas tradicionales no legítima ni la invocación de las potencias malignas, ni la explotación de la credulidad del prójimo."