Lavina creció en un colegio católico, mientras su madre trabajaba fuera de India. Aprendió a rezar gracias a la hermana Margaret, su tutora, que la cuidó como una hija, enseñándole a “elegir por cuenta mía y afrontar la vida en modo valiente en cada situación”, cuenta la joven. Hoy, de grande y después de haber frecuentado a jóvenes de creencias hindúes, eligió ser bautizada en la Iglesia católica. Este es su testimonio narrado en primera persona, según lo difunde AsiaNews:
 

      Me llamo Lavina John Gonsalves. Sé que el nombre parece católico, pero no soy católica, no porque no quisiera ser bautizada, sino porque mis padres no eran idóneos para el matrimonio por la Iglesia. Mi padre ya se había casado. Después se enamoró de mi madre, viuda y con una hija. Se casaron en el tribunal, pero para las normas cristianas su matrimonio no era válido dado que la primera esposa (de mi padre) está aún viva…
 
Desde pequeña, cuando frecuentaba el tercer grado, mi madre decidió ir a trabajar al extranjero dado que mi padre no trabajaba y había vuelto con su primera mujer. En aquel tiempo mi madre decidió enviar a mi hermanastra y a mí al colegio Regina Pacis Convent High School. Agradezco a Dios que mi madre haya hecho esta elección. Fue el inicio de mi recorrido para conocer y rezar a Jesús. Sor Margaret, nuestra tutora, me tenía siempre consigo porque yo era la más pequeña de las 100 niñas del albergue. Y dado que permanecía con ella todo el día, normalmente me leía historias extraídas de la Biblia y me enseñaba a rezar. Siempre me hacía estar con las jóvenes católicas y me permitía ir a misa el domingo y frecuentar el catecismo.
 
Durante esos años me olvidé totalmente de mi religión anterior y se encendió la fe en el cristianismo. Permanecía siempre al final de la oración, del Rosario o de la Misa y le preguntaba a sor Margaret cuándo podría ser bautizada. Ella siempre me aseguraba que ya elegiría cuando fuese adulta y que hasta ese momento tendría que continuar rezando a Jesús. Jamás me impedía recitar el Rosario y me trataba como a una niña cristiana. Era feliz allí, pero cuando estaba en la octava clase, mi madre volvió a India y me retiró del albergue. Me llevó a casa porque sufría de asma y tenía frecuentes ataques. Me recuerdo que (en aquellos momentos) tenía siempre a sor Margaret sentada al lado mío, que rezaba por mí todo el tiempo por mis sufrimientos.
 
Entonces volví a casa. La escuela católica de mi zona no me admitió porque no tenía el certificado de bautismo, entonces me inscribieron en una escuela Marathi (del Maharashtra). En aquella escuela me hice de tantos amigos y en algún modo estuve influenciada por su cultura y religión y me alejé de las oraciones cotidianas que sor Margaret me había enseñado. Jamás dejé de ir a misa con mi padre. Terminados los estudios, pedí la admisión a un colegio católico, pero también en aquel caso me pidieron el certificado de bautismo. No fui aceptada no obstante mis buenas notas. Después, cuando elegí tomar el curso de Hotel Management, fui admitida en el St. Andrew’s College. Esto me hizo muy feliz porque volvía a estar entre amigos cristianos y me daba esperanza de renovar mi fe.
 
Cuando cumplí los 18 años, mi padre me recordó (la posibilidad de recibir) el bautismo. Mi madre no estaba feliz porque hasta aquel momento yo había seguido su religión. Pero sabía muy bien que debía tomar mis decisiones en modo autónomo. Sor Margaret siempre me enseñó a ser una joven que elige por su cuenta y enfrentar la vida en modo valiente en toda situación. Al final mi madre no puso demasiadas objeciones y aceptó mi decisión.
 
Mi padre me acompañó donde el párroco para saber cómo tenía que hacer. Nos encontramos con el p. Xavier Pinto, una persona de buen corazón que me ayudó y guió en los trámites del curso RCIA (Rite of Christian Initiation of Adults, el Rito de la iniciación cristiana de los adultos- ndr) y me envió con el p. Vincent al centro pastoral de Bandra. Después de haber escuchado mi historia y mi deseo de fe, el p. Vincent me inscribió en las lecciones de RCIA.
 
Cuando inicié a frecuentar el curso y a construir mi fe, el Señor me bendijo haciéndome encontrar mi primer trabajo en el hotel The Leela, un 5 estrellas de Mumbai. El jueves era muy difícil obtener un permiso o hacer un cambio de turno de trabajo, pero en algún modo Jesús siempre me ayudó para llegar a la lección. La mayor parte de las veces llegaba atrasada. Entonces hablé del curso a mi responsable: también él con tanta fe en Cristo, me apoyó a un punto tal que al final me dio el jueves como mi día libre para poder asistir.
 
Cuando inicié a participar al curso, descubrí un montón de cosas nuevas sobre Jesús y sus oraciones. Normalmente rezaba sólo a Jesús y no al Padre ni al Espíritu Santo, pero ahora inicié a rezar también a ellos. Aprendí todas las oraciones que ya me había olvidado. Inicié con mi oración cotidiana a Jesús, así como me había enseñado sor Margaret en el albergue. Aprendí lo que estaba admitido y lo que no para la religión católica. Construí de nuevo mi fe en Dios y ahora no sólo rezo cuando necesito algo, sino también para estar cerca de Él y trato de escuchar su voluntad para mi vida. El curso RCIA me ayudó mucho para ser una mejor persona. Mi animadora Rose Ma’am está siempre allí para mí, me alienta a dar lo máximo para hacer crecer mi fe y me apoya siempre. Ahora que fui designada y elegida por Dios y mi espera de tantos años llegó a su final, estoy sinceramente emocionada porque estoy a un paso de ser cristiana e iniciar un nuevo recorrido. Esperé con mucha paciencia y con ansia el día de mi bautismo, rezo en todo momento por esto y no veo la hora de gastar el resto de mi vida y de mi ser como una cristiana fiel de Cristo. ¡Te amo Jesús!

 
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