Jorge Domínguez sabía que más pronto que tarde dejaría todo por seguir a Cristo. Una certeza -cuenta a Portaluz- que brotó espontánea, inocente, con absoluta claridad al momento de recibir a Jesús Eucaristía…
“Desde niño cuando tomé la Primera Comunión, allí sentí que el Señor me llamaba y también el Señor puso algunas personas, algún sacerdote, que fueron los que realmente me acompañaron en este camino”, confidencia este hombre nacido y formado en una familia norteña, gente sencilla de Argentina, para quienes las dificultades económicas no les impedían soñar, amar y comprometerse con el prójimo.
En esa resiliencia espiritual fue formado y hoy, que es un sacerdote miembro de la Congregación Siervos de la Caridad, fundada en 1908 por el sacerdote italiano san Luis Guanella, se apasiona cuando habla de sus abuelas y abuelos que acogen en un Hogar de la obra Don Guanella, en Tapiales, provincia de Buenos Aires (ver video al final).
Esta obra la sostienen muchos corazones enamorados de Cristo Eucaristía, entre ellos el de padre Jorge. Y es que para él -como debería ser lo propio de todo sacerdote- ser instrumento de Cristo Eucaristía es el centro de su vida.
Algo de su historia de vida y mucho de su amado Cristo que “libera y sana” nos habla en esta entrevista.
Padre Jorge, dices que el sacerdocio era tu sueño desde la niñez ¿Por qué quería ser sacerdote?
Y porque entendí que servir a los demás es el centro de nuestra vida, después obviamente comprendí que es el centro de la vida cristiana, sobre todo también como la vida de seres humanos. Nosotros estamos para poder servir y ayudar a los demás. No fue fácil el proceso, pero Dios pone a las personas. El Señor puso allí a un sacerdote que fue quien se ocupó de mi, en el acompañamiento, y también en estos aspectos que son necesarios que es lo económico.
¿Qué ha sido lo más difícil en su vida sacerdotal?
Yo creo que lo más difícil en la experiencia sacerdotal es que uno pueda ir, digamos, como unificando lo humano con lo divino. Y cuando digo lo humano digo nuestras propias falencias, nuestras propias debilidades que uno tiene que ir cambiándolas, que uno tiene que ir ofreciendo a Dios digamos para crecer en esa santidad. Las personas que somos de carácter fuerte, yo soy una de ellas por ejemplo (se ríe), es lo que más cuesta realmente. ¿Por qué?, porque aquí también estamos en contacto continuamente con personas.
Bueno como yo siempre le explico a la gente en las celebraciones el único que sana es Dios. Pero es cierto que el Señor se sirve de instrumentos. Lo dije hoy justo en la misa, que Jesús para entrar en Jerusalén utilizó un burro; y bueno, el Señor utiliza lo que puede, así que el Señor lo llama y a través nuestro el Señor otorga, se hace canal de bendición. Yo lo miro y lo considero desde ese lugar. No soy yo, que no tengo ningún mérito propio, es solamente Dios. El trabajo mío es acercar a que la gente descubra que Dios lo puede hacer. Como dice la Palabra de Dios: para Dios no hay nada imposible.
¿Cuándo comprendió que podía ser el burrito de Dios?
Esto lo descubrí cuando en una comunidad donde yo estaba había un sacerdote que se ocupaba de este ministerio. Cuando él se fue por diversas causas, las personas quedaron propiamente como dice la Palabra, como ovejas sin pastor. Entonces realmente sentí el llamado imperioso de Dios a ocuparme de estas personas. Así comencé, así fue y así sigo haciéndolo hasta ahora.
¿Cree usted que aún en este tiempo Jesús sigue haciendo milagros, sigue sanando?
Obviamente, Jesús sigue haciendo milagros porque Jesús nos ama. La reflexión en estos días nosotros la comenzamos con el pasaje del Evangelio de Juan que le dicen a Jesús, Señor el que tú amas está enfermo. Y es esto ¿no?, el gran amor de Jesús que derrama sobre nosotros toda su misericordia y su compasión. Es el Dios que vino a liberar, a restaurar, es el Dios que vino a sanar nuestro corazón herido.
¿Qué advierte la Santa Sede respecto de las llamadas misas de sanación?
Sí. En realidad, toda misa es sanadora, porque es el mismo Jesús quien vuelve a inmolarse por nosotros. Las misas de sanación en especial son misas donde digamos como que hay otros espacios para poder orar. Por ejemplo, el espacio del acto penitencial, digamos; pero la misa es la misma, porque el que se consagra es el mismo Señor. Quizás hay una liturgia acompañada con cantos cómo más efusivos, gestos que representan lo que nosotros sentimos en nuestro corazón; por eso a la gente que queremos le damos un abrazo, le damos un beso, le damos la mano, es un gesto ¿no es cierto?, de expresar lo que sentimos dentro. Y las misas carismáticas tienen esto. Hay espacios para poder expresar de una manera distinta lo que yo estoy sintiendo. El Papa participó del encuentro mundial que se hizo en Roma y hay unas imágenes muy lindas en Youtube, donde están cantando la canción Vive Jesús; y el Papa con mucha emoción, abriendo sus manos, él también está cantando al Señor. Él a veces cuando habla frente a grupos lo dice como de una manera chistosa; hablando del don de lenguas, por ejemplo, dice: “Esa lengua que hablan ustedes y que sólo ustedes entienden”. Pero el Papa ama también la Renovación.
Hablando de esto, ¿qué es el don de lenguas?
Este es un don que el Señor otorga a algunas personas, y a otras otorga el don de poder interpretar este don de lenguas, donde Dios claramente se manifiesta.
¿Cuál es la diferencia entre una oración de sanación y una oración de liberación?
Es buena la pregunta porque nosotros primero debemos ser liberados para después ser sanados. La liberación tiene que ver con aquello que está emparentado de alguna manera con el mal, con el Demonio y yo tengo que liberar en mi vida, tengo que sacar, tengo que borrar, tengo que limpiar. Ese es el sentido de la liberación. Mientras que la sanación, una vez que se dio la liberación, la sanación comienza a llenar de paz, de alegría, la sanación comienza a mostrar los prodigios de Dios.
¿Qué se expulsa en estas oraciones de liberación?
Mal, así clarito. Y seguramente, algunos que a veces no quieren escuchar la palabra, porque a veces lo sabemos pero no lo decimos, el Demonio el Mal, eso es, el Demonio, que como yo siempre digo pueden hacerle el dibujito que quieran para representarlo, pero es el Mal concreto, ese mal que quiere llevarte a la muerte. Ese Mal que llevó desde el principio a Adán y Eva a ser expulsados del paraíso terrenal.
¿La sociedad necesite hoy esas oraciones de liberación?
Sí por supuesto, porque además hoy el Mal llega también por nuevos caminos, distintos. Los medios informáticos, la computadora, la tecnología, hay muchas de estas cosas allí donde se expande realmente el Mal.
¿Cuál es el peor caso que ha tenido que ver en una oración de liberación?
Lo que tiene que ver, sobre todo en Argentina, con la gente que entra a participar de ritos, de umbanda o de kimbanda donde hacen ofrendas realmente a Satanás, ofrecen también los animales como sacrificios. Esto a la persona realmente la sume en una total dependencia de la cual después es muy difícil salir.
Padre, dentro de su apostolado ¿ha visto milagros?
Obviamente, muchísimos milagros. Por ejemplo, el milagro de saber que alguien con una enfermedad mortal pudo restaurar su vida hasta el final, y al final murió entregando realmente su vida.
¿Basta con una oración de liberación para poder expulsar el mal, sin existir un cambio previo en la persona?
No, no. No puede haber cambio y liberación si la persona no lo está queriendo. Recordemos que Jesús quiere que nosotros le digamos a Él lo que sentimos, lo que necesitamos, entonces la persona que no tiene realmente un cambio profundo no puede obtener nada.
¿Cualquier cura puede orar por sanación?
Sí, todos los sacerdotes podemos orar por sanación porque el Señor nos dio el poder de atar y desatar; el Señor nos dio el poder de pelear contra el mismo Mal, entonces cualquier sacerdote con fe la puede hacer.
¿Qué es lo que más disfruta de su sacerdocio?
El contacto con la gente. Me gusta escucharlos. De hecho, los días lunes hago ministerio de alivio donde atiendo a las personas. Me gusta que la gente se sane.
¿Qué mensaje tiene para los lectores de Portaluz?
Primero agradecerles a todos los que lean este artículo. En segundo lugar, decirles que sean como el Buen Samaritano y, en el camino de la vida, vayan mirando a los costados del camino; verán que muchas personas necesitan de nosotros y a lo mejor nosotros no hicimos nada, no porque no quisimos sino porque no nos dimos cuenta, porque estábamos indiferentes. Y, en tercer lugar, decirles que acudan siempre a Jesús; lleven a Jesús aquellas personas que están atribuladas, aquellas personas que están en situación de droga, de vicios; acudan a María para que ella les ayude en todo.