“El objetivo de los terroristas, en Marawi (Filipinas), es generar odio entre cristianos y musulmanes. Si sucumbimos a esta idea, ellos vencerán. Siendo docente, creo firmemente que la educación es una herramienta eficaz para contrastar semejantes ideas, y la clave para vencer el extremismo”. Quien lo afirma es Sarah L. Handang, una educadora musulmana y activista a favor del diálogo religioso, oriunda de Zamboanga (Mindanao), en el sur de  las Filipinas.
 
La región se ha convertido en centro de sangrientos enfrentamientos entre las fuerzas del gobierno y los Maute, un grupo terrorista inspirado en el Estado Islámico, y desde el 23 de mayo asedian la ciudad islámica de Marawi. La violencia ha causado la muerte de más de 400 personas, y ha generado tensiones étnico-religiosas en el territorio, donde está concentrada la mayor parte de la población musulmana de las Filipinas, que representa cerca del 20% de la población total.
 
Sarah Handang es una educadora que se desempeña como supervisora del nivel superior en el Departamento de Educación de Zamboanga, donde está a cargo del “MPE”, el Programa educativo para las madrasas (escuelas coránicas, ndr). El proyecto, financiado por el gobierno de las Filipinas, brinda un nivel de instrucción básica a todos los docentes de idioma árabe, y educación en valores islámicos (Alive) en las madrazas públicas y privadas del país.
 
El Pontificio Consejo para el Diálogo Inter-religioso ha conferido a Sarah Handang una beca de estudio de seis meses de duración que lleva el título Nostra Aetate, y que le ha permitido profundizar su conocimiento de la doctrina cristiana y de las enseñanzas de la Iglesia católica. “A lo largo de esta experiencia -cuenta la mujer a AsiaNews- he madurado hasta tener un profundo respeto por la fe cristiana y mi sentimiento religioso ha salido fortalecido. Al aprender sobre el cristianismo, me he vuelto una musulmana mejor. Por este motivo, a mi regreso a las Filipinas, propondré que el estudio del diálogo inter-religioso sea incluido como parte de la currículo previsto en el MPE”.
 
Sarah Handang resalta la importancia del proceso educativo a la hora de formar estudiantes que sean parte activa en el diálogo entre confesiones y religiones diversas.  “Creo que lo que está ocurriendo  actualmente en la sociedad, nos empuja a considerar la idea de educar los corazones, y no solamente las mentes. Los tiempos han cambiado, al igual que los estudiantes. Pero si no volvemos a las raíces del amor de Dios, las personas hallarán el modo de distorsionar aquello en lo que creen. Si, en cambio, criamos un niño que sea fuerte espiritualmente, entonces crecerán hasta convertirse en buenas personas. Sólo educando en el diálogo religioso, sabremos construir puentes entre musulmanes y cristianos”. 
 
La educadora analiza la situación del mundo musulmán actual, identificando factores que a menudo impiden una apertura al diálogo. “Los verdaderos enemigos del islam de hoy son: la ignorancia, la falta de acceso a la educación, la pobreza y la política. Hay personas que creen en el islam, pero no conocen el islam. Hay musulmanes que leen el Corán, pero que no siguen las enseñanzas contenidas en él. Otros leen el Corán y dan a éste una interpretación personal, distorsionando su significado. Algunos versículos, por ejemplo, no son contextualizados en la época a la cual se refieren, que es la época del profeta. Otras personas, en cambio, viven en la pobreza, y la falta de perspectivas económicas y educativas las vuelve más vulnerables a los intereses políticos. Si afrontamos la ignorancia con la educación, entonces estaremos en grado de eliminar la pobreza.  Los fieles, hallándose confortados, con un trabajo estable y con una fe firme, ya no podrán ser extraviados por la política. No podemos postergar este proceso para el día de mañana, debemos comenzar hoy mismo. Como musulmanes, estamos cansados de que se nos llame “terroristas”, de que se nos mire con desconfianza y sospecha”. 
 
El involucramiento y el compromiso en actividades de formación orientadas al sostén y a la promoción de la coexistencia han permitido a Sarah Handang entrar en contacto con la experiencia del movimiento para el diálogo inter-religioso islámico-cristiano Silsilah (en árabe, cadena, lazo, ndr). Fundado por el Pbro. Sebastiano D’Ambra en 1984 en Zamboanga, el programa apunta a involucrar a cristianos y musulmanes en diversos sectores de la sociedad, para favorecer y fortalecer el encuentro y la confrontación entre los fieles de las dos grandes religiones. “En mi ciudad de origen, cuando era pequeña, los prejuicios entre las dos comunidades eran muy fuertes. Gracias a mi experiencia como educadora, puedo decir que la presencia del diálogo inter-religioso de Silsilah ha contribuido a cambiar las cosas. Tuve formas de colaborar con el movimiento, organizando seminarios dirigidos a las madres. Ellas desarrollan un rol clave para el diálogo, porque son las que se quedan en casa y tienen una mayor influencia sobre la educación de los hijos, y pueden inspirar en ellos el diálogo. Los niños confían en su mamá, y creen en ella. Esto puede tener un gran impacto en la comunidad. También tenemos otro programa que involucra a varios líderes religiosos. El mismo fue puesto a prueba a partir de la guerra del 2013, pero podemos ver los frutos de los valores que hemos sembrado y hecho crecer. Incluso en la guerra que rige en Marawi, hemos visto episodios de esperanza, como por ejemplo, el caso de las muchachas musulmanas, que han prestado sus hijabs a las compañeras cristianas para ayudarles a huir de los rastrillajes de los Maute. El diálogo inter-religioso en Zamboanga ha sido un éxito. Pienso que puedo decir que hemos llegado a erradicar en un 75% a arrogancia moral y la discriminación.  Siendo una actividad voluntaria y no impuesta obligatoriamente por el Ministerio de Educación, en las escuelas celebramos la Navidad y festejamos el Eid al-Fitr todos juntos. Los educadores ya han alcanzado una actitud de comprensión en relación al otro. No soy tan ambiciosa como para querer cambiar el mundo, pero estas historias pueden inspirar a otras ciudades. Sólo si somos capaces de coexistir, de respetarnos el uno al otro, podemos vivir en paz”.

 
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