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Tal vez la gente entienda este mensaje, pero lamenta una escaza información por parte de los hombres de la Iglesia. ¿Qué más se podría hacer para informar a los desprevenidos?
Debemos encontrar nuevas formas de apostolado. La propagación del ocultismo en las formas actuales es un fenómeno bastante reciente. Hasta hace diez años nos faltaba información al respecto. Quizá no estábamos preparados para un ataque similar, y no habíamos instruido suficientemente a los fieles. En mi opinión, tendremos que preparar breves informaciones que digan lo esencial de una manera comprensible. Debemos introducir este discurso en las catequesis para los adultos y en la formación permanente de cada cristiano.
Eminencia, le cito algunos datos. En Italia, al número del horóscopo telefónico llegan diez millones de llamadas al año, y existen por lo menos cien mil magos y menos de treinta y ocho mil sacerdotes. ¿Qué siente ante esta realidad?
Es la señal de que estamos ante una amenaza de paganismo profunda. Esto es, perversión del destino religioso del hombre. En esta religión falsificada, en la cual, como ya he dicho, el hombre disfruta o busca disfrutar de las fuerzas sobrenaturales, existe un desafío fundamental para nuestra obra de evangelización.
Ante el paganismo, debemos anunciar la realidad liberadora de Dios. Estas prácticas se presentan con el pretexto y la pretensión de ofrecer al hombre una liberación. Ofrecen poder, satisfacción, la promesa de hacerte vivir con todas las posibilidades del ser. En la realidad son una esclavitud terrible que puede llegar incluso a deshumanizar. Lo mismo ocurría con las religiones pre-cristianas, que creaban un mundo temeroso. La llegada del anuncio cristiano trajo consigo la liberación de los miedos hacia los demonios. Hay un solo Dios que es más fuerte que todos ellos: éste es el anuncio que ha liberado realmente al mundo. Hoy en día, en algunas partes del mundo que todavía no han sido evangelizadas, se puede ver cómo el miedo hacia los demonios y a los brujos crea un clima de miedo e inmovilidad. No se puede actuar, puesto que a cada paso se puede caer en las manos de un demonio. Entonces debemos proclamar la fuerza liberadora del anuncio de que existe un solo Dios. Un Dios que es Amor, que nos ama, que tiene la fuerza de guiarnos, de darnos la verdadera libertad y que con su potencia invencible nos libera de esta esclavitud. Desgraciadamente esto ya no está presente en la mentalidad de las personas. Muchos ven sólo el camino arduo de la religión, la lejanía de un Dios de quien no tenemos experiencia, y buscan una experiencia inmediata y una rápida satisfacción, y caen en la esclavitud. En esta hora de tentación pagana profunda, creo que debemos anunciar el Evangelio en toda su sencillez y grandeza, como la verdadera y única liberación.
En su vida como sacerdote, arzobispo y cardenal, ¿ha conocido alguna vez a personas dañadas por la magia?
En el ambiente en el que he vivido no estaba presente esta realidad. He oído hablar varias veces de este tipo de casos. Y hoy me llega información de más sitios sobre cómo la magia deteriora y destruye las vidas humanas.
La magia tradicional, folclórica, típica de los países mediterráneos y todavía más radicada en las regiones italianas, ¿es una práctica inocente o el ingrediente principal sigue siendo el concurso del demonio?
En los albores del cristianismo quedaban entre la gente elementos mágicos, con una presencia reducida, redimensionados por una fe que se difundía, pero que, sin embargo, suponía el peligro de que pudiese transformarse en magia. Era una presencia peligrosa e inaceptable, pero dominada por la vida de fe de la multitud. Sin embargo, ahora vemos que estos pequeño «residuos» que parecían inocentes no lo son en absoluto, y pueden convertirse en la chispa que provocaría una nueva irrupción del ocultismo en el mundo.
¿Es un método de valoración válido el hecho de que el ocultista pida dinero o no?
Depende de su previa decisión de ser mago. Si el suyo fuese un trabajo moralmente justo, podría pedir que le pagasen. Pero ya que su menester implica mentiras y la perversión de la realidad, la presencia del dinero no sirve más que para continuar la mentira que se encuentra en la base de su trabajo. En este sentido, en el comercio de la magia y los «poderes», se hace más visible una perversión todavía más profunda. Las cosas espirituales no se pueden pagar. La verdadera experiencia espiritual, la que Cristo me regala, la puedo obtener sólo a través de mi conversión, de mi «éxodo» espiritual. Entonces debemos ayudar a aquellas personas caídas en la red del ocultismo a reencontrar el camino a la conversión, ofrecerles una comunidad, acompañarlas hacia la fe y ayudarlas a introducirse en un camino que las lleve a la verdad, además de facilitarles el acceso –si las condiciones son aptas- al exorcismo efectuado por sacerdotes autorizados por el obispo.
También la meditación trascendental y, en particular el yoga, tienen como sustrato el ocultismo. De hecho, el último grado del yoga, el más elevado, conlleva un contacto con el mundo de los espíritus y la adquisición de poderes mágicos. ¿Considera que existe una relación de fondo, aunque sea poco aparente, entre la difusión de las religiones orientales y el actual regolfo del ocultismo?
Sin duda, en el fondo está presente. Digamos que la oferta de estas religiones orientales se mueve en diferentes niveles. Existe un yoga reducido a un tipo de gimnasia: se ofrece algún elemento que proporciona ayuda para el relajamiento del cuerpo. Bien, si el yoga está realmente reducido a un tipo de gimnasia, o sea, a movimientos exclusivamente físicos, se podría aceptar. Pero, repito, para serlo tendrá que estar realmente reducido a un puro ejercicio de relajación física, aislado de todo elemento ideológico. Sobre este punto hay que estar muy atentos para no introducir, en lo que sería mera preparación física, una determinada visión del hombre, del mundo, de la relación entre Dios y el hombre. Esta purificación de un método, en sí lógico, de ideas incompatibles con la vida cristiana se podría comprar con la «desmitificación» de las tradiciones paganas sobre la creación del mundo. Como, por ejemplo, en el primer capítulo del Génesis, en el que el Sol y la Luna, grandes divinidades del mito, están reducidas a «lámparas» creadas por Dios, lámparas que reflejan la luz de Dios y que nos hacen imaginar la verdadera Luz, el Creador de la luz. Y, de este modo, también en el caso del yoga y de las demás técnicas orientales, sería necesaria una transformación y un desplazamiento radical que realmente quite del medio todas las pretensiones ideológicas. En el momento en el que comparecen elementos que pretendan guiar hacia una «mística», se convierten en instrumentos que conducen en una dirección equivocada. (…)
En el momento en el que lo llamamos yoga cristiano ya está ideologizado y aparece como una religión, lo cual no me gusta mucho. Mientras que sobre el aspecto puramente físico, repito, algunos elementos podrían subsistir. Hay que estar muy atentos cuando se habla de un contexto ideológico, que lo lleva a convertirse en un poder cuasi místico. El riesgo es que el yoga pueda transformarse en un método autónomo de «redención», desprovisto de un verdadero encuentro entre Dios y el hombre. Y en este caso ya nos encontraríamos en lo trascendente. Es verdad que también en la oración y en la meditación cristiana la posición del cuerpo tiene su importancia y significa una conducta interior que se expresa también en la liturgia. Pero en el yoga los movimientos del cuerpo tienen una implicación diferente con respecto a la relación con Dios, que no es la de la liturgia cristiana. Hay que tener la máxima prudencia, ya que detrás de estos elementos corporales se esconde una concepción del ser como tal, de la relación entre cuerpo y alma, entre hombre, mundo y Dios.
¿Considera legítima la enseñanza de la meditación trascendental o del yoga en las iglesias católicas y en las comunidades religiosas por parte de los sacerdotes?
Me parece muy peligroso ya que, en este contexto, estas prácticas se ofrecen, efectivamente, como algo religioso.
¿Es posible conjugar el mantra con la oración cristiana?
El mantra es una oración que no está dirigida a Dios, sino a otras divinidades que son ídolos.(…)
Urs von Balthasar define la meditación trascendental como una traición con respecto a la fe cristiana. ¿Está de acuerdo con esta afirmación?
Sí. Porque el Dios Trascendente, la persona que me ha llamado y que me ama, viene deformado en una dimensión trascendental del ser. Creo que es necesario distinguir bien entre el Dios Trascendente y lo trascendental. Mientras el trascendente es una persona que me ha creado, lo trascendental es una dimensión del ser que implica una filosofía de la identidad (…)
En términos espirituales, ¿Cuál es el precio de estas prácticas?
Perder la fe y la perversión de la relación hombre-Dios suponen una profunda desorientación del ser humano; así que, al final, el hombre se casa con la mentira.
Fuente: 30Giorni, número 9, marzo de 1999 (gentileza padre Mauro Matthei, Monasterio Benedictino de la Santísima Trinidad de Las Condes. Chile)