Conviene empezar adentrándose en la trayectoria de Dagoberto Valdés: acaba de convertirse en sexagenario, por lo que tenía cuatro años cuando Fidel Castro y los suyos conquistaron el poder en La Habana. «Fui de los pocos que quedaron en mi parroquia tras el triunfo de la Revolución». Un compromiso que no se ha quebrado un solo momento, ni cuando fue discriminado por sus creencias en diversos trabajos, ni, sobre todo, en los diez años y un mes que pasó en un centro de trabajos forzosos.

"¿Le digo la verdad?", dice Dagoberto...

Por favor.
Han sido los mejores y más coherentes años de mi vida. Para un cristiano, la cruz es el cuño de Dios para las opciones que ha tomado. Cuando el mundo aplaude, seguramente las opciones no se parecen al Evangelio. No lo busqué, pero el Señor me regaló diez años que probablemente serán lo único que pueda presentar el último día.

¿No sufrió?
¿Cuándo ha visto usted una cruz sin sufrimiento?

¿Y la oración?
Sin ella, no hubiera podido permanecer en Cuba ni resistir diez años y un mes. Pero no es eso: el sufrimiento consentido y trascendente eleva y educa el alma y hace a uno más fuerte por dentro. Las yaguas –así se llamaban las hojas de la palma que yo recogía en el campo– me hicieron más fuerte en la fe y más perseverante en la esperanza. Y también en el perdón: perdoné desde el primer día a los que me castigaron.

Los que le castigaron quieren ahora salir de su aislamiento político y económico, de forma notoria desde el pasado 17 de diciembre. ¿Qué papel puede jugar la Iglesia católica cubana en esta nueva etapa?
La etapa empezó un poquito antes del 17 de diciembre. El Papa Francisco destrabó el proceso de negociación y sirvió de mediador para que se abriera esta nueva etapa. Respecto a la Iglesia, en general ha sido la única institución en estos últimos 60 años que ha tenido, con independencia del Gobierno, una labor capilar en Cuba.

¿La única?
La única que está presente en todos los pueblos de Cuba. Y me gusta decir que la Iglesia católica ha sido la mayor madre y maestra del pueblo cubano: yo mismo, que me eduqué en tiempos de la Revolución, todo lo que he podido aprender, toda mi formación ética y cívica la he recibido de la Iglesia.

Volviendo al Papa: ¿qué dice a los católicos cubanos que se han quedado algo desconcertados por su mediación?
No me consta que haya católicos que se hayan quedado desconcertados…

Algunos piensan que ha cedido demasiado al régimen.
El Papa lo que ha hecho es mediar, y quien media no cede. Quien puede haber cedido es el Gobierno norteamericano o el cubano. El Papa se ha limitado a facilitar un nuevo escenario que ha sacado a Cuba del inmovilismo. Y le aseguro como católico practicante que no conozco en mi parroquia o en mi diócesis a católicos que estén decepcionados con el Papa Francisco.

¿Qué oye en las misas?

Peticiones para que la mediación papal sirva igualmente para mediar en los conflictos internos de Cuba entre las autoridades y sus ciudadanos.

¿No está algo desmadrada, ética y moralmente, la ciudadanía cubana tras 56 años de comunismo?
Sí que lo está. Lo llamamos daño antropológico: el fracaso del sistema comunista no está solo en lo económico, sino también en el alma secuestrada del ciudadano, que pasa a convertirse en la pieza de una máquina. Esto provoca una pobreza espiritual y ética porque no hay referente ni trascendencia.

Para daño antropológico, el aborto. En Cuba, no es difícil toparse con veinteañeras que hayan abortado dos o tres veces. ¿Cómo se puede frenar este drama?
Ahora, por la disminución de la población cubana –como consecuencia del envejecimiento–, el Gobierno ha indicado a los médicos que pongan más obstáculos al aborto –solo indicado, no por ley–, que en un momento llegó a ser recomendado por los propios médicos. Era, y sigue siendo, un desastre. Pero ahora, existe un deseo de que haya más población.

No obstante…
…debe ser una decisión de la educación y de la formación moral de la pareja. Se habla mucho de promoción de la mujer, pues en la promoción de la mujer está la defensa de su maternidad.

Los homosexuales fueron perseguidos en Cuba durante años. Ahora, sin embargo, hay un gran interés por parte del lobby gay hacia la Isla. ¿Hay riesgo de pasar de un exceso a otro?
No me consta mucho ese interés.

Mariela Castro, hija de Raúl, preside el Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex) y participa en manifestaciones gais a lo largo y ancho del planeta.
Precisamente por venir de una estructura de dentro del Gobierno comunista, no creo que tenga mucho de popular el Cenesex. Todo el mundo interpreta que es un mandato político para tener un rostro de cara a movimientos internacionales. Creo que debemos pasar a ser un país que respete la diversidad, pero que tenga una formación ética y moral que permita no incurrir en excesos.

¿Dispone Cuba de una élite católica bien formada?
Creo que en este momento hay una élite laical bien formada en Cuba. Podría ser el referente más importante para la avalancha de hedonismo y consumismo que vendrá de Estados Unidos. La consistencia ética del liderazgo católico en la sociedad, sobre todo por el ejemplo y el testimonio, será quizás la reserva moral más importante del país.

¿Cómo van las relaciones con las otras confesiones?
Personalmente, buenas. El asunto está en que algunas confesiones cristianas han tomado opciones políticas que no coinciden con las de la Iglesia católica. Es un problema circunstancial, no teológico. Pero nos respetamos.

¿Y los santeros?
El padre Félix Varela, artífice de la identidad nacional cubana, decía que en un país en el que reina el autoritarismo, donde el despotismo impera, crece la superstición y el fanatismo. Lo decía en el siglo XIX. En relación con las manifestaciones sincréticas de origen africano, es normal, porque viene del tiempo de la esclavitud. Pero…

¡Diga!
…una cosa es el respeto debido a esas manifestaciones y otra muy distinta es que el Gobierno las haya promovido, porque no tienen influencia real. Tengo amigos que son santeros y cuando les pregunto sobre su compromiso con la sociedad, no contestan. Por lo tanto, es una fe intimista que se desarrolla en una sociedad sin compromiso.

 
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