La familia Ulma completa, incluido el bebé recién nacido, será beatificada el domingo 10 de septiembre en Polonia, informa la Agencia Zenit de noticias. Los nazis asesinaron a esta familia católica por dar protección a varios judíos perseguidos por el nazismo. Al momento del asesinato, el bebé estaba en el proceso de parto desde el vientre de su madre.

 

Wiktoria, la esposa, estaba embarazada, en el séptimo mes de gestación. Un testigo vio el cuerpo de la mujer al colocarlo en el ataúd, notando la cabeza y el pecho del bebé en su vientre. Otros afirman que aparecía su cabecita entre los muslos de la madre. Se trataba del niño que también ha sido declarado mártir y reconocido beato.

 

La Iglesia también beatifica al niño recién nacido indicando que recibió el bautismo de sangre. El Papa Francisco conoció la historia durante una peregrinación a Polonia en 2016. Elogió a la familia como “ejemplo de fidelidad a Dios y a sus mandamientos de amor al prójimo y de respeto a la dignidad humana” durante una audiencia en 2018.

 

La familia Ulm se componía de agricultores muy modestos: el padre, Josef, tenía 44 años y la madre, Wiktoria, tenía 32. Estaba en el séptimo mes de embarazo. Además, estaban Stasia, de 7 años; Basia, de 6; Wladziu, de 5; Franio, de 4; Antos, de 3; y Marysua, de 2 años.

 

El niño recién nacido es considerado mártir por la Iglesia al morir por “odium fidei” (odio a la fe) en Marcowa, un pequeño pueblo de la frontera con Ucrania. El padre Witold Burda, postulador de la causa de beatificación y sacerdote de la archidiócesis de Przemyśl de los Latinos, lo explicó así a Radio Vaticana: «La Iglesia está llena de argumentos teológicos que nos han ayudado a demostrar a los teólogos del Dicasterio para las Causas de los Santos que, incluso ese niño recién nacido, sin bautismo ni nombre, puede ser considerado un mártir por la fe de Cristo».

 

Según el Yad Vashem, Centro Mundial para la Memoria del Holocausto en Jerusalén, la pareja presenció la ejecución de los judíos sacados de sus casas en el verano de 1942. La policía encontró una familia judía con seis miembros refugiada en casa de los Ulm, junto con dos hermanas de otra familia judía, escondidos en la buhardilla de la granja. La policía alemana descubrió a los judíos en la granja posiblemente por una denuncia de odio. Mató a tiros a los judíos y luego asesinó a Josef y a Wiktoria, embarazada, y a los hijos.

 

Witold Burda declara sobre los mártires: «Esposos que construyeron su vida sobre sólidos cimientos de fe. Cada año miles de peregrinos acuden a su tumba”. Los Ulm aplicaron la parábola del buen samaritano como compromiso de vida cristiana.

 

Al llegar los policías nazis, Viktoria tuvo las primeras contracciones por la tensión, aunque fue asesinada inmediatamente. El bebé alcanzó a nacer pero también murió. El Dicasterio para la Causa de los Santos ha querido dejar en claro esto por medio de una comunicación recibida por ZENIT este martes 5 de septiembre. En la nota se precisan tres cosas que “1. En el momento de la masacre, la señora Wittoria Ulma se encontraba en avanzado estado de gestación de su séptimo hijo; 2. Este niño fue dado a luz en el momento del martirio de la madre. 3. Este, por lo tanto, se añadió al número de niños que también fueron martirizados. De hecho, en el martirio de sus padres recibió el bautismo de sangre”.

 

Un libro de investigación realizado por el sacerdote polaco Pawel Rytel-Andrianik y la periodista italiana Manuela Tulli, titulado «También mataron niños. Gli Ulma, la famiglia martire che aiuto gli ebrei», muestra la convivencia de católicos y judíos en Polonia de las pequeñas realidades rurales, testimonio del poder de la Palabra de Dios en defensa de todos. La beatificación del bebé no nacido pide reflexión sobre el valor de la vida, incluida la no nacida.

 

La ceremonia de beatificación será presidida por el cardenal Marcello Semeraro, prefecto del Dicasterio para la Causa de los Santos.

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