Las palabras de Papa Francisco en su homilía del 22 de noviembre de 2013, desde la Casa Santa Marta, reconociendo que "los cristianos tal vez hemos perdido un poco el sentido de la adoración", y luego interpelando: "Nuestros templos ¿son lugares de adoración? ¿Favorecen la adoración?", confirmaron un llamado que venía madurando desde hacía algunos meses el laico chileno, adorador, Andrés Giménez Petersen.  Confiado al auxilio de la Santísima Virgen, buscaba los medios para que aumentara en Chile el número de quienes adoran, día y noche a Dios en el Santísimo Sacramento... y las capillas de Adoración Eucarística en el país.

 

Diez años después, unidos por el amor a Jesús, son ya más de 6000 los adoradores inscritos y 61 las Capillas de Adoración eucarística en Chile. Una comunidad con presencia en la web a través de www.adoracioneucaristica.cl y sus redes sociales, que acaban de celebrar el pasado 11 de noviembre de 2023 su IV Encuentro Nacional de Adoradores.

 

Fue en este Encuentro que los asistentes se vieron sorprendidos e impactados por el testimonio de uno de sus adoradores, Felipe Ignacio Pavez Jara, de apenas 10 años.

 

La asamblea se emocionó al escucharle proclamar que adora a Dios en la capilla de adoración perpetua "Santísima Trinidad" de la Parroquia Santa María Madre de la Iglesia del Arzobispado de Santiago (Chile), desde que tenía ocho años. Pero en particular sus palabras fueron evangelizadoras cuando trasparentó ante todos lo que habita en su alma: "Yo me siento feliz en la capilla, contento, protegido y muy cerca de Dios. Es algo que no podría explicar o expresar con palabras. Entendí que Dios siempre está conmigo, que nos acompaña en lo bueno y en lo malo", confidenció Felipe.

 

Activa el siguiente video o lee la transcripción más abajo, para conocer el testimonio de este niño adorador.

 

 

 

"Buenas tardes a todos. Comenzaré presentándome: me llamo Felipe Pavez, tengo 10 años, estoy en 5º básico y estudio en el Colegio Divina Pastora de la Florida. Soy adorador de la Capilla de Adoración Perpetua "Santísima Trinidad" (Parroquia María Madre de la Iglesia de La Florida) hace ya casi dos años.

 

Comencé a acercarme a la Iglesia gracias a mis papás, que me llevaban a Misa los domingos antes de la pandemia; y además porque mi bisabuelita, en vez de cantarme canciones de niños, me cantaba canciones de María y me repetía siempre el Padre Nuestro y el Ave María.

 

El año que comenzó la pandemia me inscribieron a Catecismo, el que fue de manera online casi un año, luego comenzamos a ir presencial. Ese año, el 8 de diciembre de 2021, se abrió la capilla y me quise inscribir para un turno. Mi mamá me explicó que si lo hacía debía ser constante y que no sería solo un tiempo, que era un compromiso con Dios y los compromisos siempre se deben cumplir.

 

Como soy menor de edad nos dijeron que no podía estar solo en la Capilla, que tenía que acompañarme un adulto, así que mi abuelita Paty me llevaba.

 

Me inscribí para los días lunes de 4 a 5 de la tarde. A la casa llegaba a las 3:50 del colegio y mi abuelita me esperaba en la puerta de la casa para salir directo a la Capilla. Pero este año me cambiaron un poco el horario, entonces hablamos con el tío del furgón escolar para que me llevara directo a la Capilla. Así, llego a las 4:05 y mi abuelita me estaba esperando ahí.

 

 

Al principio tampoco sabía qué debía hacer en la Capilla. Pero el padre explicó en Misa que debíamos rezar y hablar con Dios. Que es un tiempo personal en el que podemos decirle lo que sentimos y pedirle lo que necesitemos.

 

Y mi mamá me ayudo a organizarme un poco. Ella me dijo: «Hijo, siempre comienza a dar gracias a Dios por todo, por estar sanos, por tener trabajo y asistir a un buen colegio, por todo, aunque sean cosas simples». Luego me dijo: «Pide por nuestros familiares que ya partieron al encuentro con Dios, para que el encuentro con Él sea hermoso». Y que rezara el rosario. Y como nos quedaba tiempo, cantábamos canciones a María y eso a mi abuelita le gustaba mucho. Lo hacemos siempre que estamos solo nosotros, cuando hay otras personas adorando nos mantenemos en silencio.

 

Este año, en el mes de mayo, nos cambió mucho nuestra rutina, ya que a mi abuelita le diagnosticaron cáncer y no pudo acompañarme más. Pero ahora era aún más necesario seguir en la hora de adoración, rezando por su recuperación o, como nos dice el padre, que sea la voluntad de Dios. Y ahora me acompaña mi tía abuela, que es hermana de mi abuelita. Yo le enseñé a mi tía a rezar el Rosario. La tenía que corregir varias veces, pero ya aprendió.

 

Yo me siento feliz en la capilla, contento, protegido y muy cerca de Dios. Es algo que no podría explicar o expresar con palabras. Entendí que Dios siempre está conmigo, que nos acompaña en lo bueno y en lo malo.

 

A veces me hago algunas preguntas, por ejemplo, por qué mi abuelita se enfermó de cáncer y si realmente nos iremos al cielo algún día a reencontrarnos con nuestros familiares que ya murieron, si el cielo existe y si es para todos. Y cuando tengo estas dudas, le pido a mi mamá que me lleve hablar con el padre Pablo y que me rece. Eso me tranquiliza, me deja en paz y confiado en que Dios está siempre con nosotros.

 

Quiero invitar a los papás que están acá, a los abuelitos, tíos, a que lleven a sus hijos, nietos o sobrinos a participar de la adoración o Misa o inscribirlos para la Primera Comunión.

 

Cuando era más chico y no entendía o no podía seguir la Misa, como lo hago ahora, mi mamá me llevaba un cuaderno y lápices y me decía: haz un dibujo de lo que más te guste del altar o de lo que veas en la parroquia. Creo que eso hizo que ahora no sea una lata (n. del ed.: agotador) o algo fome (n. del ed.: aburrido) el ir a Misa o participar en las actividades de la parroquia. Pero si mis papás no me hubieran llevado, yo no estaría aquí hoy.

 

Adorar solo una hora a la semana les cambia la vida. De verdad los va a ayudar en todo. ¿Por qué lo sé? Porque me ha ayudado mucho a no perder la fe en que mi abuelita podrá estar más tiempo con nosotros a pesar de su cáncer. Los invito a sentir lo mismo que he sentido yo, ya que aún me faltan muchas cosas por conocer y entender excepto el amor y la misericordia de Dios. Muchas gracias".

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