Alisa es una joven rusa que junto con su madre y hermana decidió salir de su país para ir a estudiar la universidad en el continente europeo, más concretamente en Malta. Ella fue criada en un ambiente completamente secular, sin ningún tipo de orientación religiosa. Jamás se había planteado la idea de Dios o de religión en su vida… hasta sus 20 años.

 

Por aquellos años de juventud -según informa el portal Zenit- comenzó a darse cuenta de que algo le faltaba, pero no pensó que pudiera ser Dios o la religión dado que en su formación nunca había tenido contacto con estas realidades. "Creía -dice- que la religión era para gente de mente débil, que no son muy brillantes y eligen la salida fácil. Pero me sentía muy vacía, como echando algo de menos…". Admite que comenzó a experimentar una gran falta de sentido y pensaba en suicidarse, aunque nunca lo llegó a intentar.

 

Una de las cosas que le ayudaron en ese momento fue el hablar con sus amigos acerca del tema, lo que le hizo reflexionar que quizá Dios podía estar obrando en ella. Para mayor refuerzo espiritual, tenía un novio que había sido bautizado como católico, pero era no practicante.

 

Sería un regalo inesperado cuando ella y su novio coincidieron en su motivación de buscar a Dios, decidiendo ir juntos a misa un domingo. Alisa confidencia que su experiencia fue muy diversa a lo que ella esperaba, porque era la primera vez que participaba de una misa y su sensación fue como si regresara a casa; aunque curiosamente ella jamás había estado ahí, así lo rememora:

 

"Recuerdo cuando en Rusia jugábamos en la nieve con un tiempo gélido. En cuanto volvíamos a casa, nos envolvía esa sensación cálida, acogedora, de familia y comida caliente. Eso es para mí la sensación de llegar a casa. Y eso es exactamente lo que sentí cuando entré en esa iglesia por primera vez".

 

Desde entonces ella y su novio no dejaron de asistir a misa cada domingo. Luego buscaron tener formación con un sacerdote, lo que les ha ayudado a comprender más la fe y a prepararse para ser bautizada y entrar en la Iglesia católica.

 

Poco antes de su bautizo reflexionaba: "Antes pensaba que la fe era limitadora y opresiva, pero ahora me doy cuenta de que es liberadora… saber que todo se perdona me hace sentirme absolutamente libre, no porque piense que ahora pueda hacer cualquier cosa, sino porque sé que, no importa lo que hiciera mal, no tengo que llevar esa carga conmigo. Me siento a la vez en paz y muy emocionada", finaliza.

 

 

Fuente: Zenit.org

Compartir en:

Portaluz te recomenienda

Recibe

Cada día en tu correo

Quiero mi Newsletter

Lo más leído hoy