El clímax de los acontecimientos que cambiarían para siempre la historia de la humanidad, comenzó a desarrollarse en el Huerto de los Olivos hace poco más de dos mil años.
Allí Jesús -movido por el amor divino-, según describen los Evangelios, adhirió con toda su humanidad a la voluntad de Dios Padre. En tres momentos -sudando sangre, iniciando su agonía, al contemplar lo que luego se relatará- Jesús oraba obediente: "Padre mío... no sea como yo quiero, sino como quieras tú" (Mt 26,39).
Esos momentos supremos de la Redención serían contemplados varios siglos después, en visiones espirituales, por una monja alemana -la estigmatizada mística Ana Catalina Emmerick- quien sería beatificada por San Juan Pablo II el año 2004.
Trailer de la película “La Pasión de Cristo” inspirada en las visiones de Emmerich
Algunos de esos relatos donde Emmerick describe lo que vio, Portaluz los ofrece aquí según enseña la Iglesia: no como verdad revelada, sino para enriquecer la experiencia de la fe en los lectores...
Agonía de Jesús en el Huerto. Extractos de las visiones particulares de Ana Catalina Emmerick
“Cuando Jesús, después de instituido el Santísimo Sacramento del altar, salió del Cenáculo con los once apóstoles, su alma estaba turbada, y su tristeza se iba aumentando. Condujo a los once, por un sendero apartado, al valle de Josafat… El Señor, andando con ellos en el valle, les dijo que volvería a este sitio a juzgar al mundo; que entonces los hombres temblarían y gritarían: “¡Montes, cubridnos!” Sus discípulos no le comprendieron.” (…)
“Atravesaron el torrente Cedrón, no por el puente adonde fue conducido preso Jesús más tarde, sino por otro, pues habían dado un rodeo. Getsemaní, adonde se dirigían, está a media legua del Cenáculo: desde el Cenáculo hasta la puerta del valle de Josafat hay un cuarto de legua, y otro tanto desde allí hasta Getsemaní.” (…)
“El Huerto de los Olivos estaba separado del de Getsemaní por un camino; franco al paso, cercado sólo por una tapia baja, y era más pequeño que el de Getsemaní…Eran cerca de las nueve cuando Jesús llego a Getsemaní con sus discípulos… Jesús dijo a ocho de los que le acompañaban que se quedasen en el huerto de Getsemaní, mientras él iba a orar. Llevó consigo a Pedro, Juan y Santiago, y entró en el Huerto de los Olivos… Entonces dijo a los tres apóstoles: “Quedaos ahí; velad y orad conmigo, para no caer en tentación”." (…)
"Cuando Jesús se separó de los discípulos, vi a su alrededor un círculo de figuras horrendas que lo estrechaban cada vez más... Postrado en tierra, inclinado su rostro y anegado en un mar de tristeza, todos los pecados del mundo se le aparecieron bajo infinitas formas en toda su fealdad interior; los tomó todos sobre Sí, y se ofreció en su oración a la justicia de su Padre celestial para pagar esta terrible deuda. Pero Satanás, que se agitaba en medio de todos estos horrores con una sonrisa infernal, se enfurecía contra Jesús; y haciendo pasar ante sus ojos escenas cada vez más horribles, gritaba a la humanidad de Jesús: “!Cómo! ¿Tomarás Tú a éste también sobre Ti; sufrirás su castigo? ¿Quieres satisfacer por todo esto?” Salió, empero, del cielo un rayo semejante a una vía luminosa: era un ejército de ángeles que bajaban hasta Jesús, y vi que lo animaban y confortaban." (…)
"Satanás se presentó delante del alma de Jesús, para turbarlo, todo lo que hubiera reprochado en el momento de la muerte a un hombre ordinario… Nuestro divino Salvador dejó predominar tanto en Él su santa humanidad, que quiso sufrir las tentaciones que asaltan al hombre justo en la muerte: el mérito de sus buenas obras. Para beber todo el cáliz de agonía, permitió que el espíritu malo tentara su humanidad… Al principio Jesús estaba arrodillado, y oraba con serenidad; pero después su alma se horrorizó al aspecto de los crímenes innumerables de los hombres y de su ingratitud para con Dios: sintió un dolor tan vehemente, que exclamó diciendo: “¡Padre mío, si es posible, aleja de mí este cáliz!” Después se recogió, y dijo: “Que tu voluntad se haga, y no la mía”. Su voluntad era la de su Padre; pero abandonado por su amor a las debilidades de la humanidad temblaba al aspecto de la muerte." (…)
"Eran cerca de las diez cuando se levantó, y temblando, cayéndose a cada paso, bañado de un sudor frío, fue donde estaban los tres apóstoles, subió a la izquierda de la gruta, al sitio donde éstos se habían dormido, rendidos de fatiga, de tristeza y de inquietud… Se despertaron al punto, se levantaron, y les dijo en su abandono: “¿No podíais velar una hora conmigo?” (…)
"Se volvió a la gruta, creciendo siempre su angustia: ellos extendían las manos hacia Él, lloraban, se echaban en los brazos los unos de los otros, y se preguntaban: “¿Qué tiene? ¿Qué le ha sucedido? ¿Está en un abandono completo?” Comenzaron a orar con la cabeza cubierta, llenos de ansiedad y de tristeza." (…)
"Cuando Jesús volvió a la gruta… vinieron ángeles a mostrarle en una serie de visiones todos los dolores que había de padecer para expiar el pecado." (…)
En estas escenas dolorosas que pasaban delante del alma de Jesús, vi a Satanás que le arrancaba con violencia, para ahogarlos, una multitud de hombres rescatados con su sangre y ungidos con su Sacramento. El Salvador vio con amargo dolor toda la ingratitud, toda la corrupción de los cristianos de todos los tiempos. Todas estas apariciones, en que la voz del tentador repetía sin cesar: “¿Quieres Tú sufrir por estos ingratos?”, venían sobre Jesús con tanta impetuosidad, que una angustia indecible oprimía su humanidad, Jesucristo, el Hijo del Hombre, luchaba y juntaba las manos; caía como abrumado sobre sus rodillas, y su voluntad humana libraba un combate tan terrible contra la repugnancia de sufrir tanto por una raza tan ingrata, que el sudor de sangre caía de su cuerpo a gotas sobre el suelo." (…)
"Entonces me fue revelado que estos enemigos del Salvador eran los que maltrataban a Jesucristo cuya presencia es real en el Santísimo Sacramento. Reconocí entre ellos todas las especies de profanadores de la Sagrada Eucaristía… Vi con espanto muchos sacerdotes, algunos reputados como llenos de piedad y de fe, maltratar también a Jesucristo en el Santísimo Sacramento." (…)
"Aunque hablara un año entero, no podría contar todas las afrentas hechas a Jesús en el Santísimo Sacramento, que supe de esta manera. Vi a los autores de ellas asaltar al Señor, y herirlo con diversas armas, según la diversidad de sus ofensas. Vi cristianos irreverentes de todos los siglos, sacerdotes frívolos o sacrílegos, una multitud de comuniones tibias o indignas, guerreros furiosos profanando los vasos sagrados, servidores del demonio empleando la Sagrada Eucaristía en los misterios de un culto infernal." (…)
"Vi las gotas de sangre caer sobre la pálida faz del Salvador; sus cabellos estaban pegados y erizados sobre su cabeza, y su barba ensangrentada y en desorden, como si la hubieran querido arrancar." (…)
"Los ángeles le presentaron su Pasión, que se acercaba. Vi todas las escenas presentarse delante de Él, desde el beso de Judas hasta las últimas palabras sobre la Cruz… Lo aceptó todo voluntariamente, y a todo se sometió por amor de los hombres." (…)
"Habiendo Jesús aceptado libremente el cáliz de sus padecimientos y recibido nueva fuerza, estuvo todavía algunos minutos en la gruta en meditación tranquila, dando gracias a su Padre celestial." (…)
"Cuando Jesús llegó a sus discípulos, estaban éstos acostados, como la primera vez; tenían la cabeza cubierta, y dormían. El Señor les dijo que no era tiempo de dormir, que debían despertarse y orar. “Ved aquí la hora en que el Hijo del hombre será entregado en manos de los pecadores, les dijo; levantaos y andemos. El traidor está cerca: más le valdría no haber nacido”.
Medio de registro: Escrito de sus Visiones particulares.
Fuente: Autores Católicos. Revelaciones de Sor Ana Catalina Emmerick
Acompaña la reflexión de este artículo con esta versión de la obra "El Mesías" de Georg Friedrich Händel…