Es una Ucrania atacada, día y noche, la que acoge el llamamiento del Papa Francisco a vivir la Jornada de Oración y Ayuno por la Paz Mundial el 7 de octubre. "Estamos agradecidos porque después de dos años y medio de vivir todos los días bajo el ruido de las explosiones y alarmas, estamos seguros de que solo la oración y el ayuno pueden tocar el corazón de los poderosos y detener cualquier guerra", dice el obispo auxiliar de Kiev-Zhytomyr y presidente de Caritas-Spes Mons. Oleksandr Yazlovetskiy

 

Contactado por teléfono, relata a la Agencia italiana de noticias SIR cómo la "mártir" Ucrania ha acogido el llamamiento y la iniciativa del Papa Francisco. "Me enteré de esta noticia con gran gratitud", dice inmediatamente el obispo. "Aquí en Ucrania hemos aprendido a ayunar, todos los martes y viernes, desde el comienzo de la guerra, para implorar el don de la paz. Escuchando el llamamiento del Papa, hemos acogido esta Jornada, como una iniciativa ciertamente dirigida a todas las guerras que hay en el mundo, desde Tierra Santa hasta Sudán, pero creemos que también estamos en el centro de este llamamiento y sabemos que muchas personas, muchos fieles que responderán a este mensaje, pensarán también en la Ucrania martirizada".

 

Las alertas y los ataques continuos sobre Kiev

 

 

"Como sabéis muy bien por las noticias que os llegan -confirma el obispo-, en este último mes de septiembre, no ha habido un día sin el sonido de sirenas y explosiones. Y esto ha ocurrido en varias ciudades y en todo el territorio ucraniano y también en Kiev. Esta tensión es cada día más fuerte. Antes, las alarmas saltaban de vez en cuando. Ahora se escuchan todos los días y todas las noches. Realmente tenemos la sensación de que el mal está empujando esta guerra y llevándola a cabo con toda su brutalidad, muerte y destrucción. Por eso apreciamos profundamente esta iniciativa del Papa. Es la respuesta puntual, necesaria y esperada del Papa, que nos pide contrarrestar este mal con un bien mayor a través de la oración y el ayuno”.

 

Pero Mons. Yazlovetskiy es también presidente de Caritas-Spes y tiene un profundo conocimiento de los complejos problemas de la guerra en la vida de las personas. "Nuestra preocupación en estos días es la llegada del invierno", dice sin dudar.

 

Los repetidos ataques a gran escala de las fuerzas armadas rusas han tenido como objetivo la infraestructura eléctrica de Ucrania en los últimos meses, infligiendo daños masivos y dificultades a la población civil del país, con consecuencias potencialmente devastadoras a medida que se acerca el invierno. Según el último informe publicado por la Misión de Observación de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas (HRMMU), las instalaciones de 20 de las 24 regiones de Ucrania, incluida Kiev, como las centrales térmicas, hidroeléctricas y solares, han sido alcanzadas.

 

¿Están preparados

 

 

"No, no estamos preparados para nada", responde el obispo. "Pienso en particular en las personas que, por ejemplo en Kiev, viven en edificios de 20/30 pisos. ¿Cómo se preparan para vivir un invierno sin luz, sin agua? Son pocas las familias que tienen un lugar donde ir en caso de que ya no sea posible quedarse en las ciudades. Esta es una gran preocupación". 

 

El pueblo ucraniano siempre ha demostrado una gran resiliencia, dice. "Sobrevivíamos cuando solo teníamos unas pocas horas de electricidad durante el día", recuerda el obispo. "Las familias han demostrado que saben aprovechar esas pocas horas para preparar la comida, moverse y calentar la casa. Pero cuando llega el invierno y las temperaturas bajan mucho, todo se vuelve aún más aterrador. Nuestra esperanza es que Dios esté con nosotros y nos acompañe, especialmente en los momentos más difíciles". 

 

Por esta razón, continúa Mons. Yazlovetskiy: "Pido fervientemente a las personas de buena voluntad y a las personas de fe que acojan este mensaje del Papa y respondan a su propuesta de vivir este día en la oración y, sobre todo, en el ayuno. Nosotros, aquí, en esta tierra, sentimos los frutos y las consecuencias de este esfuerzo unánime de pedir a Dios el don de la paz. ¡Necesitamos esto y estamos profundamente agradecidos!"

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