Una pequeña capilla al interior de la iglesia catedral de Vercelli (Italia) es el Santuario donde se conserva la impactante imagen de la Madonna dello Schiaffo (Nuestra Señora de la Bofetada), con el Niño Jesús sentado en sus rodillas. La antigua estatua de la Virgen del siglo XIII está hecha de una sola pieza de mármol blanco. En la mejilla izquierda tiene una gran mancha magullada, como si hubiera recibido un golpe.

 

Cuenta la tradición que en el año 1200 cierto bebedor escandaloso y blasfemo, por haberse quedado sin posibilidad de satisfacer su pasión, con un gesto sacrílego golpeó a la Virgen con una fuerte bofetada en la mejilla izquierda. La marca quedaría indeleble en la Santa Imagen.

 

Otra leyenda que data de la fundación del Santuario cuenta que un jugador, en la primera mitad del siglo XVI, enfadado por haber perdido, golpeó la estatua de la Virgen que se conservaba en la catedral de Vercelli, la cual producto del golpe habría empezado a sangrar. El jugador, incapaz de salir de la iglesia, sería ejecutado más tarde.

 

Desde entonces, el Santuario se ha convertido en un lugar de devoción a la Madonna dello Schiaffo, especialmente durante epidemias y desastres. La estatua de la Virgen, después del milagro de la marca que apareció en su rostro tras la bofetada, se guardó en una capilla al final de la nave izquierda. Esta capilla fue reconstruida y embellecida entre 1630 y 1643.

 

 

Oración a Nuestra Señora de la Bofetada

 

¡Oh María!, tu dulce mirada de Madre

nos deja confundidos y humillados:

Los signos de violencia en tu rostro cuentan nuestra historia de egoísmo,

hablan de nuestras respuestas ingratas a tus interminables gestos de amor.

Necesitamos sentir el calor de tu caricia, oh Madre

en las horas oscuras de nuestras soledades,

en los áridos desiertos de nuestras vidas

y sobre todo en la última hora de nuestro atardecer.

Haz mansos nuestros corazones,

magnánimo nuestro amor,

en la escuela de Tu Hijo Jesús.

Apoya a nuestras familias y enséñales el arte del perdón,

haz crecer en nuestras comunidades el respeto acogedor y solidario,

devuelve al mundo el anhelo de Dios,

fuente de reconciliación y de paz.

Haznos escuchar, oh María

tu invitación a amar a todos los hombres

y a mirar a Jesús, tu Hijo

estrella polar de nuestro camino terrestre.

Amén

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