Luz Mary Guerrero es una empresaria colombiana a quien no le arredra testimoniar su devoción a la Santísima Virgen María de Chiquinquirá, patrona de Colombia. A ella confía sus alegrías y dificultades desde que era una niña en Jenesano, el pueblito de Boyacá donde nació.

Años después su sobrino Stiven se accidentó en una moto quedando en coma durante casi un año. Decían que, en el caso improbable que sobreviviera, no volvería a caminar y quedaría postrado para siempre. De rodillas Luz Mary entró a la Basílica de Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá para pedirle a la reina de Colombia mediara ante Dios por el milagro. A los seis meses Stiven estaba de pie. Las gracias que la fe de los devotos a la Virgen atrae se cuentan por cientos en Colombia.

Por todo esto, cuando Luz Mary Guerrero supo del interés por trasladar a su querida imagen desde Chiquinquirá a Bogotá para que reciba y acompañe a Papa Francisco durante su visita a Colombia no dudó en financiar y gestionar el traslado.

Protegida en caja de madera de pino acolchada en espuma y rodeada por cientos de fieles en procesión salió Nuestra Señora del Rosario este jueves 31 de agosto desde el templo Basílica de Chiquinquirá hacia la pista de despegue del Regimiento militar Batallón Sucre donde fue elevada por un helicóptero que le trasladó por los aires hasta Dorado. Desde allí comenzó su periplo en tierra siempre custodiada por cientos de devotos hasta llegar a la catedral Primada de Bogotá donde –como signo de la fe de los Colombianos- recibirá a Papa Francisco este 7 de septiembre.

La historia

Cuenta la tradición que entre los primeros conquistadores del Nuevo Reino de Granada, Antonio de Santana, encomendero de los pueblos de Suta y Chiquinquirá, era especialmente devoto de la Virgen del Rosario. Por este motivo construyó junto a su dormitorio en el pueblo de Suta una pequeña capilla donde rezar sus Ave Marías y Padre Nuestros confiado a la Madre de Dios. Así entonces mandó pintar al español Alonso de Narváez una imagen de Nuestra Señora del Rosario en una manta de algodón. Era la manta más ancha que larga y para que no quedasen en blanco los campos que quedaban a ambos lados de la Madre de Dios, mandó pintar a San Andrés Apóstol y a San Antonio de Padua, uno a cada lado. Luego que recibió la imagen, acomodó el lienzo en un bastidor de madera y lo expuso en el altar de la capilla.

Pasaron algunos años y el desaseo y la humedad deterioraron el lienzo, que apareció roto por varias partes y la pintura estaba casi borrada.

A la muerte de don Antonio, su viuda, se trasladó a Chiquinquirá (hacia 1577-78) llevándose consigo el cuadro al que colocó en un oratorio. Diez años más tarde llegó al lugar una piadosa mujer llamada María Ramos, cuñada del difunto Santana, quien quedó impactada por el cuadro y lo expuso en el mejor lugar de la capilla del pueblo.


Un viernes, 26 de diciembre de 1586, se disponía a salir de la capilla, cuando una indígena cristiana de nombre Isabel le llamó la atención hacia la imagen, que aparecía rodeada de vivos resplandores. Volvió el rostro María Ramos y fue grande su asombro al advertir la transformación que se había obrado en el lienzo, cuyos colores, antes tan borrosos y desteñidos, aparecían ahora vivos y claros. Con tan maravilloso suceso se inició la devoción a Nuestra Señora de Chiquinquirá.

Pio VII la declaró patrona de Colombia en 1829 y fue coronada canónicamente en 1919.

 
Fuentes: virgendechiquinquira.com - opusdei.org - las2orillas.co


 
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