“¿Puedo pasar? ". «¡Adelante!», se escucha. Y entramos en la habitación del notable sacerdote y exorcista de la diócesis de Roma Gabriele Amorth, aunque algo inquietos, sabiendo que poco después del tiempo concedido para esta entrevista se enfrentaría a un complejo caso de posesión demoníaca.
Amable, nos hace sentamos en una silla algo espartana y comenzamos la entrevista, con la esperanza de no ser interrumpidos por una de las muchas llamadas telefónicas, que cada día recibe de todas partes del mundo para una consulta rápida, una cita o una bendición a través del teléfono.
Su habitación en la enfermería de la Casa de los Paulinos en Roma está amueblada de una manera austera. Una figura de Nuestra Señora se inclina discretamente en un escritorio lleno de cartas y materiales de estudio. Padre Gabriele a pesar de que ya está muy avanzado en años, no ha dejado de reunir información e investigar a diario, con regularidad, todo lo relacionado con el enemigo de Dios.
Nuestra curiosidad más que sobre posesión diabólica y exorcismos, apunta a la vida de este anciano pero combativo sacerdote. De él se sabe mucho: es un exorcista famoso, autor de numerosos libros y experto en demonología; que acaba de cumplir 90 años de edad; que es de Módena; que no tiene pelos en la lengua cuando se aboca a defender la doctrina de la Iglesia; que habla a menudo en la televisión y en Radio María; que, por último, como muchos lectores quizás sepan, escribe reflexiones en revista Credere de Italia, en la sección titulada “Diálogos sobre la otra vida” (pulse para leer además algunos artículos de Portaluz sobre este protagonista).
La vocación
«Entonces, ¿qué quieres preguntar?», dijo él mismo, advirtiendo nuestra tensión inicial. "Padre Gabriele -comenzamos-, ¿cómo nace su vocación sacerdotal?"…
"¿Mi vocación? Ha sido tras una larga maduración", dice, a la par que deja fija su mirada en el espacio, observando quizás eventos que se remontan a los lejanos tiempos de la guerra. "Todo comenzó temprano, alrededor de mis 10 a 12 años. Tenía más o menos la edad de cuando a Jesús lo encontraron en el templo. Un día estábamos todos en la mesa: mis padres, dos personas santas, mis cinco hermanos varones y yo. Papá nos preguntó: «¿Qué van a ser cuando grandes?» Respondí el primero: «¡Seré sacerdote!». Y él, de inmediato, como si lo hubiera estado esperando, dijo: «Yo seré muy feliz si eso sucede»".
Los signos de esa vocación maduraron al abrigo de la parroquia durante los difíciles años del fascismo. "Siempre tuve claro que sería sacerdote religioso y no diocesano. Estaba interesado en los Pasionistas, porque conocía la vida de San Gabriel de la Dolorosa".
En 1942, a los 17 años, en plena guerra y animado por esta fuerte convicción, el joven Gabriele bajó desde Módena a Roma con su párroco, para reunirse con los representantes de esa Orden, de la que conocía a un sacerdote quien había prometido enviarles una carta de aviso a sus hermanos. "Llegamos al convento en la noche, pero no me dejaron entrar… a pesar de que habíamos traído un buen salami para comer, algo que en aquellos días abría puertas. Después me enteré que la carta de presentación llegó a la mañana siguiente... ".
El párroco y aquél joven aspirante no se rindieron. Pasaron la noche en la comunidad del hoy beato Santiago Alberione, fundador de la Sociedad de San Pablo (Paulinos). "Fui a preguntarle a él qué hacer con mis dudas. Tenga en cuenta que ese mismo año también había estado con el Padre Pío, de quien yo quería una iluminación sobre mi vocación; pero él me dio una respuesta bastante evasiva, que ni siquiera recuerdo; a pesar de lo cual después lo frecuenté durante 26 años, con gran beneficio para mí. Alberione me dijo: «Mañana voy a celebrar una misa por ti y le pediré al Señor». Al día siguiente, dijo: «La voluntad de Dios es que ingreses en San Pablo». Decidí terminar primero mis estudios y luego entrar".
La memoria del beato Alberione está aún muy viva en él. "El P. Alberione había hecho una promesa a la Santísima Virgen María: si ninguno de los miembros de la Familia Paulina moría durante la guerra, le construiría un santuario en Roma, en la misma sede de los Paulinos, en la calle Alessandro Severo. Cuando lo conocí en 1942, le pedí que me incluyera en esa promesa también a mí con mis hermanos, y lo hizo. Para mí fue una prueba para ver si era realmente Jesús quien le decía que yo debía ingresar a su Instituto... Bueno, todos salimos ilesos de la guerra. Mi madre siempre ha estado convencida de que fue la Reina de los Apóstoles, de quien los Paulinos son devotos, la que salvó nuestras vidas. El día de mi ordenación sacerdotal, en 1954, como era tradicional hacerlo, fui con mi familia hasta su oficina para recibir la bendición. Nos dio la bienvenida preguntando: "¿Bueno, como le fue durante la guerra?". Recordaba todo a la perfección…"
Recuerdos lejanos, extraordinarios
"Y ahora, padre Gabriel, a los 90 años, ¿cómo ve su vida?", preguntamos...
"Siento una gran gratitud con Jesús y María. No hice nada de lo que yo esperaba y siempre he estado bien, a excepción de un breve período en el que tuve que ser Superior en Italia. Trabajé con instituciones vinculadas a la Familia Paulina, que prácticamente nacieron conmigo bajo la inspiración de Alberione: los Gabrielinos, las Anunciatinas, los miembros de ‘Jesús Sacerdote’. ¡Cuánto han crecido en unos pocos años!"
Padre Amorth como buen Paulino, es también periodista y dirigió por muchos años el Mensual Madre di Dio. Luego, desde 1986, tras ser convocado por el cardenal Ugo Poletti, fue designado exorcista. "Ha sido una experiencia inesperada. Me abrió un mundo nuevo que no conocía. Rápidamente me di cuenta de que había pocos exorcistas a pesar de la gran necesidad. Así que trabajé duro para promover el nombramiento de exorcistas. Cuando empecé éramos 18, cuando salí de la Asociación Internacional de Exorcistas que fundé, éramos más de trescientos".
Hoy Padre Gabriele continúa escribiendo libros sobre el tema, recibe algunos "clientes" que precisan ayuda y predica regularmente desde los estudios de Radio María…