"Fue un lunes 27 de julio. Mi hermana gemela Karolina nació muerta en el séptimo mes después de la concepción. Ese día, ella nació para Dios en el cielo y yo nací para Dios en la tierra". Son las palabras cargadas de emoción con las que inicia su testimonio el joven sacerdote polaco Dariusz Węgrzyn.
Cuenta que cuando su papá llegó al hospital, le dijeron que un bebé había muerto y que el otro seguía vivo. Sorprendido, el padre de Dariusz preguntó: "¿Acaso hay un segundo?" Recién en ese instante se enteraba de que el embarazo era de gemelos.
Contra todo pronóstico médico Dariusz logró nacer, pesando apenas 1200 gramos. Los médicos pensaron que no sobreviviría ni un día. "Después de unos días dijeron que estaba agónico. Describieron mi condición con los siguientes términos: 'hipotonía severa', 'flacidez completa del cuerpo', 'apnea frecuente'. Me hicieron transfusiones de sangre, me reanimaron dos veces... Y así viví, moribundo, hasta la cuarta semana".
Pero en medio de esta coyuntura crítica los padres de Dariusz se aferraron en oración a Dios y entonces, al comienzo de la quinta semana -cuenta Dariusz-, la situación cambió por completo de la noche a la mañana. Tuvo una mejoría repentina y comenzó a desarrollarse adecuadamente. Su condición permitió que en el segundo mes de vida sus padres pudieran llevarlo a casa.
"El cuatro de octubre, fiesta de San Francisco de Asís, fui bautizado. Esta es la única imagen de un santo de la iglesia que recuerdo de mi infancia. Aunque durante mucho tiempo no supe que el santo del cuadro que tanto me llamó la atención, era el santo patrón del día de mi bautismo".
La muerte no tiene la última palabra
En el caso de los embarazos gemelares, cuando el parto es prematuro -cuenta Dariusz- suelen ser las niñas quienes tienen más posibilidades de sobrevivir porque son más fuertes. ¿Por qué fue diferente esta vez? Para este joven sacerdote polaco el asunto es de tremenda trascendencia y así lo explica en breves palabras…
"Creo que Dios tomó nuestra vida común en sus propias manos y no permitió que la muerte tuviera la última palabra. Él se llevó a Karolina y me llamó a vivir en la tierra para que lleve a otras personas hacia Él. ¿Cómo lo sé? No recuerdo cuándo fue que quise ser sacerdote, pero sé una cosa con certeza: siempre he sentido que Dios existe y que Él está esperando que yo viva para Él. No tengo ninguna duda de que vivo por Jesús, para Él y solo para Él. Si mi corazón alguna vez comenzó a latir, es porque su Sagrado Corazón todavía late por amor a nosotros, a ti y a mí".
El amor de Dios
Dariusz cuenta que escribe este testimonio mientras está junto a la tumba de su pequeña hermana, rezando, confiado a su intercesión. Tiene total convicción de que la vida cambia, pero no se acaba. "¡El amor de Dios está presente! Jesús está presente en todos los altares del mundo en la Eucaristía", afirma y declara estar seguro de que todos permanecemos gracias al maravilloso plan del Amor que vence a la muerte…
"El Señor nos une. Confío en que cuando los ángeles llevan el sacrificio al altar en el cielo, ella ya está allí y presenta mis intenciones ante el trono de Dios, al otro lado de la misma cruz de Cristo. ¿Por qué doy este testimonio? Quiero decirles que en la vida y en la muerte pertenecemos a Dios. La vida humana, la tuya y la mía, es parte del plan del Creador".
Fuente: trwajciewmilosci.pl