Salvador Sánchez nació y creció en una familia que tuvo siempre a Cristo en el centro y la Virgen María presente. Un entorno feliz, el ejemplo de sus padres, la solidez de la familia, la alegría fueron una gran herencia que junto a su esposa Estella, con la que lleva ya 30 años casado, han regalado a sus dos hijos (Diego y Santiago) que, en la actualidad, también empiezan a construir sus propias familias.
Salvador iba dando las gracias a Dios por la belleza que estaba disfrutando mientras conducía su moto cuando su vida cambió radicalmente.
En su recuerdo de aquel momento, apenas consciente y tirado en la carretera, solo está la certeza de unas palabras: le dije a Dios: "Acepto lo que me haya sucedido, y te pido que me sirva a mí y les sirva a muchas personas más".
Podría haber muerto en aquel accidente, pero Salvador quedó con vida y sufrió una lesión medular. Él aceptó que aquello era irreversible y abrazó su nueva vida en silla de ruedas y muchas horas de dolor cada día.
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