Asegura haber vendido más de un millón de ejemplares de sus libros –por ahora ha publicado una treintena– y es uno de los influencers espirituales más destacados en el mundo hispanohablante, en el campo de la autoayuda. Sin lugar a duda, nos encontramos ante una de las figuras más populares en el momento actual de la cultura New Age: Laín García Calvo, autor de La voz de tu alma. Así podemos resumir su doctrina: lo espiritual causa lo material, y uno mismo crea la realidad que vive. Tan sencillo como falso. Pensamiento mágico para las necesidades del ser humano contemporáneo.

 

Natural de Barcelona y nacido en 1983, inicialmente fue conocido por su faceta deportiva (llegó a ser campeón de España en natación), pero muy pronto se convirtió en un referente fundamental del coaching pseudoespiritual que atrae a millones de personas sedientas de sentido y de esperanza. De esta forma, es uno de los “mentores” o gurús más seguidos en las redes sociales, gracias a una cuidada operación de marketing para lograr que sus productos y eventos cada vez sean más consumidos.

 

Como es habitual en este tipo de autores, Laín se presenta ante el público como alguien que ha sufrido un momento de especial hundimiento personal –en su caso, el padecimiento de fibromialgia y síndrome de fatiga crónica, con posterior depresión– y que, en su adolescencia, habría recurrido a la introspección para descubrir su infinito potencial, lo que cambió su vida. Por eso ahora comparte su “conversión New Age” en libros y cursos, ofreciendo a otros la posibilidad de escribir sus propios libros. Un discipulado que multiplica exponencialmente la difusión de la Nueva Era.

 

¿Una orientación “cristiana” de la autoayuda?

 

 

Una mirada a la página web oficial de Laín García Calvo muestra inmediatamente su propósito comercial: vender, vender y vender. Los títulos de sus publicaciones y ofertas “formativas” son atrayentes, con los señuelos típicos de la literatura de autoayuda: Un milagro en 90 días, Tu propósito de vida, Abriendo puertas de bendición, Sanación del alma, Cómo atraer el dinero, Cómo atraer la salud, Almas imparables, Entrenamiento en supraconsciencia… No falta la dimensión de la prosperidad económica, con títulos como ¡Vuélvete millonario!, 101 creencias millonarias o Tu primer millón. ¡Incluso ha escrito libros dirigidos a los niños!

 

Una de sus “sagas” –así llama a sus series de libros, en su megalomanía, como si de un Tolkien se tratara– lleva por título Secretos revelados. La forman 5 volúmenes de entre 500 y 700 páginas cada uno (y al precio de 39 euros el ejemplar). “No son libros, son programas de entrenamiento”, dice en su web, subrayando su finalidad práctica. Ante lo costoso del conjunto, reitera: “No estás comprando información. ¡Estás comprando resultados!”.

 

En el estuche que reúne los libros, y que reproduce una antigua cerradura que simboliza el conocimiento especial que supuestamente conseguirá quien lo lea, podemos leer lo siguiente: “¿Te imaginas poder aprender del hombre más importante de la historia y del libro que más impacto ha tenido en la humanidad?”. Sí: se refiere a Jesús. De hecho, en los últimos años el sistema de adoctrinamiento de Laín gira en torno a la figura de Cristo. Incluso su propia imagen física (cabello largo y barba) seguramente busque esa asociación más o menos consciente en el espectador/lector/cliente/adepto.

 

La distorsión gnóstica de la Biblia

 

 

Laín García Calvo asegura mostrar en esta saga “los secretos sagrados de la sabiduría más antigua de nuestra cultura, para que puedas transformar tu vida y la de tus seres queridos”. De esta forma, se aprovecha del trasfondo cristiano que permanece todavía en muchas personas y entornos. La clave de su orientación está en estas palabras: “la Biblia encierra un conocimiento oculto destinado solamente para los ‘iniciados’. Un saber que cambiará la forma de pensar de todo aquél que lo descubra”. Y se dirige al cliente potencial: “pues eso eres tú, amado lector: un iniciado de secretos revelados”.

 

No es más que la típica vulgarización del esoterismo clásico convertido en producto de mercado para el consumo de masas, a las que se hace creer que serán especiales, que serán parte de una élite de elegidos, si acceden al conocimiento oculto que desvela el gurú. Además, este conocimiento tiene una dimensión práctica. O, mejor dicho, mágica… ya que la persona tendría en sus manos un infinito potencial, sería alguien capaz de crear su propia realidad. En definitiva, cada uno sería un dios dotado de un poder ilimitado. Una vez más, la autoayuda acaba siendo autodivinización. Doctrina de la Nueva Era en estado puro.

 

En la publicidad de estos libros Laín insiste en que contienen “enseñanzas ocultas… directrices claras y concisas”. Unos secretos que “sólo unos pocos están preparados para entender y aplicar”. Se trata de la pretensión gnóstica que reserva a unos pocos el conocimiento de la verdad: “ese ocultismo está destinado a los iniciados que tengan el llamado de saber más, y estén preparados para entenderlo”, afirma. Quienes rechacen esta enseñanza son, según el gurú, fanáticos religiosos, personas de mente cerrada, sabelotodo sin resultados, arrogantes…

 

Utiliza el reclamo habitual de las supuestas enseñanzas ocultas de Jesús (con el recurso típico a los libros apócrifos, descartados desde el inicio por la comunidad cristiana): “Esto es para ti… si te gustaría saber los misterios de los evangelios no incluidos en la Biblia actual”. A modo de comentario a algunos pasajes bíblicos a lo largo de los 5 volúmenes de la colección, Laín asegura explicar “los secretos de la Creación de Dios”, además de otros grandes relatos del Antiguo Testamento, hasta llegar a “la enseñanza de Jesús de Nazaret”.

 

Jesús, un simple mentor de vida

 

En los libros de Laín, Jesús –a quien se resiste a llamar Cristo, de forma muy significativa– parece ser muy ensalzado. Lo considera “el hombre más importante que jamás existió”. Pero en realidad es rebajado al ser despojado de su categoría divina única y de su función mesiánica y salvífica. Según afirma en su publicidad, los iniciados (es decir, los lectores/seguidores) “quieren descubrir ‘la verdad’ de la que hablaba Jesús. Ya no ven a Jesús como el Mesías, su salvador, sino como su mentor”.

 

Encontramos expresiones que parecen aceptables desde el punto de vista cristiano, como cuando García Calvo dice que pedir al Padre en el nombre de Jesús “significa actuar según sus principios”. Pero a continuación asegura que “el Padre representa el Campo Cuántico de Posibilidades Infinitas”. ¿Y esto qué significa? Así lo explica este popular gurú español: “haz lo que te enseño a hacer y el campo cuántico traerá su correspondiente en vibración de vuelta hacia ti”. Pensamiento mágico con barniz cristiano.

 

Con esto, queda destruida toda posibilidad de vida cristiana. El endiosamiento que promueve en la vida de la persona aleja a esta de cualquier relación con Dios. El ser humano no necesitaría a Dios porque se salva a sí mismo. Esto queda claro cuando leemos que los iniciados “aprenden a no mendigar por sus cambios [se refiere a la oración], sino a crearlos”. Acaba así con toda trascendencia e idea de eternidad al buscar “bajar el cielo a la tierra y atraer abundancia, opulencia, paz y felicidad”… que -por cierto- serán solo para los seguidores de Laín.

 

El potencial riesgo sectario

 

 

Para terminar, cabe destacar que la propuesta doctrinal de Laín García Calvo, que tantos beneficios económicos y de popularidad le genera, no tiene las mismas consecuencias en sus lectores y alumnos. Poco a poco se van dando cuenta de que han depositado su tiempo, sus esperanzas e ilusiones –y también importantes cantidades de dinero– en algo que acaba dejándolos vacíos.

 

Porque se han topado con un vendedor de humo, con alguien que difunde ideas alejadas de la realidad. Y en algunas ocasiones acaban siendo verdaderos adeptos de un gurú que cambia su forma de percibir el mundo y los aleja de sus seres queridos, haciéndoles creer que son una élite de elegidos, los únicamente libres… si siguen ciegamente las consignas de su líder. Los esclavos felices de un charlatán sin escrúpulos.

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