El 17 de enero la Policía Nacional de España hizo público un comunicado en el que informó de una importante operación que desarticuló la secta conocida como Ayahuasca Internacional o Inner Mastery por suministrar "sustancias psicoactivas prohibidas y peligrosas para la salud". La labor investigadora se saldó con 18 personas detenidas, aunque el líder, Alberto Varela, murió el pasado mes de octubre.

 

Todos los arrestados habrían incurrido en delitos de pertenencia a organización criminal y contra la salud pública, y algunos de ellos en trata de seres humanos, intrusismo profesional, delitos contra los derechos de los trabajadores, contrabando e infracción de la ley de extranjería. Al gurú, además, se le imputaron delitos contra la libertad e indemnidad sexual y de favorecer la inmigración clandestina.

 

Una secta y su gurú

 

 

Alberto José Varela (1961-2023), argentino residente en España, ha sido una de las figuras más significativas en torno a expandir por el mundo el consumo y rituales relacionados con la ayahuasca o yagé, una sustancia alucinógena de origen vegetal (fruto de la cocción de la enredadera Banisteriopsis caapi junto con hojas del arbusto Psychotria viridis), utilizada tradicionalmente por los chamanes de la región amazónica, pero que se ha convertido en la actualidad en una práctica del neochamanismo y diversas pseudoterapias de la Nueva Era (New Age).

 

En su trabajo de grado en Antropología presentado en 2020 en la Pontificia Universidad Javeriana (Bogotá), Nicolás Botero se refirió a Varela como el "dueño de la multinacional más grande del mundo en la comercialización de terapias con ayahuasca". En efecto, la reciente intervención de la policía española muestra cómo su frenética actividad proselitista y adoctrinadora no sólo se ha extendido en el área hispanohablante a ambos lados del Atlántico, sino que ha colonizado multitud de países europeos bajo los nombres de Ayahuasca Internacional e Inner Mastery, además de una veintena de corporaciones empresariales y marcas registradas.

 

En el año 2001 Alberto J. Varela rompió con los chamanes de los pueblos indígenas –que lo habían instruido en el uso de la ayahuasca–, proponiendo una nueva forma de consumo, enmarcado en su propia enseñanza esotérica y con perspectiva de sanación espiritual. El carácter creciente de sus actividades llevó a que en 2008 fuera encarcelado durante 14 meses en España, condenado por un delito contra la salud pública. A partir de entonces su negocio no paró de crecer, aprovechando sobre todo la publicidad en las redes sociales y en Internet. En octubre de 2023 falleció, aunque sus seguidores apenas lo han dado a conocer.

 

Un mecanismo sectario fuerte

 

 

El conglomerado de Ayahuasca Internacional no sólo es una empresa muy lucrativa –cuyos beneficios la Policía española calcula en millones de euros–, sino una agrupación de carácter sectario, tal como han confirmado los testimonios y denuncias de exadeptos y familias afectadas. En 2020, una persona que había sido miembro de la organización, llegando a tener un puesto de responsabilidad, revelaba en el blog Afectados por la ayahuasca que "Inner Mastery es, sin lugar a dudas, una secta coercitiva".

 

Según esta ex adepta española, no hay ninguna conexión con el consumo tradicional del alucinógeno, ya que "ningún facilitador ha sido formado por gente nativa. La formación que estas personas tienen se limita a los lineamientos que ha creado el fundador", señala refiriéndose a Varela, quien habría recibido -puntualiza- "una revelación". La mayoría de las personas que acuden a la secta lo hacen -reconoce esta víctima de Inner Mastery- "con un genuino deseo de encontrar alivio a su dolor emocional y búsqueda de sentido", encontrando, en cambio, un grupo manipulador que se aprovecha de su situación de vulnerabilidad ofreciéndoles una falsa espiritualidad.

 

El drama de una madre cuya hija fue captada

 

 

Abundan en la web los testimonios de las víctimas. Uno reciente es el de Isabel, madre española que confidenciaba en 2023 al diario El Mundo un infierno que está viviendo en la familia desde que su hija entró a formar parte de la secta fundada por Varela. "He perdido a mi hija completamente. Poco a poco la fueron separando de mí... Su cabecita ya no es como era antes", se lamenta, abriendo su corazón ante el periodista. Todo comenzó cuando Isabel fue contratada como cocinera por el centro de Ayahuasca Internacional en Madrid.

 

"Empecé a ver cosas raras", cuenta ahora, recordando que descubrió que consumían el alucinógeno y preguntó si era una secta, "pero me decían que no". Luego su hija entró a trabajar en la limpieza de la comunidad, "y poco a poco las llamadas fueron desapareciendo". Apenas ha vuelto a verla después, a lo largo de tres años, "y ya no es la persona que conocíamos. Tiene su cara, su cuerpo… pero está vacía por dentro". Incluso la propia secta llegó a denunciar a Isabel por injurias y calumnias, por hablar en público de lo que está viviendo.

 

Su mensaje contra la religión

 

 

El análisis de los discursos y escritos de Alberto J. Varela –que en un momento determinado usó por nombre 'Alverto'– nos muestra a un gurú insertado en el pensamiento gnóstico y sincretista de la Nueva Era. Además del uso repetido -extenuante- de términos propios de este sistema, como "transformación", "evolución de la conciencia", "crecimiento" o "sanación", es común ver sus ataques contra lo religioso institucional. Así, por ejemplo, en uno de sus mensajes leemos: "yo nunca aconsejaría a nadie meterse en ninguna religión".

 

Como es tan habitual en la New Age –con una perniciosa proyección sobre la sociedad y la cultura en general–, sin dar fundamento razonable contrapone religión y espiritualidad. "La religión se basa en el miedo y la culpa, la espiritualidad en el amor y la pureza. La religión bloquea el fluir natural de la vida, la espiritualidad abre el camino para que llegue lo divino. La religión encierra, la espiritualidad libera", afirma.

 

Con una desfachatez pasmosa, al tratarse de un gurú sectario, ha llegado a decir lo siguiente: "llevo estudiando las religiones desde hace muchas décadas, y comprobando en innumerables ocasiones que los sistemas de creencias están orientados hacia los intereses de quienes dirigen y controlan a los adeptos". Un discurso manipulador que intenta dar la vuelta a la realidad, presentándose como la alternativa verdaderamente espiritual frente a la maldad de las religiones.

 

Jesucristo: un maestro más

 

Como es sabido, las invectivas de los "maestros" del universo New Age contra las religiones tienen un objetivo especial a abatir: el cristianismo. Sin embargo, su estrategia al referirse a la persona de Jesús no suele ser agresiva ni grosera, ya que saben que es una figura reconocida y respetada más allá de los que se declaran cristianos. Lo que hacen es despojarlo de su categoría divina, aparentando que lo ensalzan cuando realmente lo están tratando como a un simple maestro de sabiduría.

 

En una conferencia grabada en junio de 2022 podemos escuchar cómo Alberto J. Varela dice: "En el transcurso de mi vida yo me he enamorado de varios maestros: Lao Tse, Buda, Osho, Jesús… grandes maestros que, despojados de doctrinas, despojados de religiosidad, despojados de mandamientos, despojados de moral… adquieren una pureza de tal calidad que es capaz de trasformar a cualquier ser humano".

 

Y continúa afirmando: "No es necesario hacerse adicto a un maestro. No es necesario ser leal a la enseñanza de un solo maestro. […] La consciencia nos invita a abrirnos a que sean muchos los maestros que nos puedan aportar grandes enseñanzas que son como eslabones de una larga cadena de libertad". Así pues, no hay exclusividad de ningún maestro ni profeta, instaurando un relativismo que sirve para una ulterior imposición de los criterios del gurú que ha hecho de la ayahuasca el medio para captar y manipular.

 

La clave: la divinidad interna

 

 

"Ahora mismo estoy en Jerusalén, la ciudad donde fue crucificado un gran maestro. Esto me ha conectado con el hecho de que Jesús se sintió abandonado justo antes de morir, y lo expresó: ¿Por qué me han abandonado?", escribe en 2019, con motivo de un retiro de ayahuasca realizado en Israel. Y añade: "La divinidad tuvo que abandonarse a sí misma, y parece que esa es la ley de la comprensión: el abandono previo antes del renacimiento", para decir después, situándose él mismo en un ámbito divino: "yo también he tenido que abandonarme a mí mismo para comprender el auténtico estado existencial en el que me encontraba".

 

En el fondo, Alberto J. Varela, como es norma común en la mayor parte de grupos y corrientes de la Nueva Era, acaba llegando a una doctrina fundamental: la de que todas las personas, en el fondo, son divinas, chispas de una Divinidad impersonal, como decían los antiguos gnósticos. Así podemos entender lo que asegura en su web oficial: "He experimentado en mi vida el significado de la palabra Expansión, cuando la divinidad interna explota sin control hacia el infinito. Estoy despertando la consciencia a través de la creatividad, accediendo al camino del misterio a través del amor".

 

Porque la verdadera espiritualidad (esa que se distancia de la religión y la supera, según Varela) enseña que "no se trata de estar bien con alguien llamado Dios que está en alguna parte, sino en reconocer dentro nuestro la presencia de la Divinidad, que es una energía eterna, pura, creadora que está regida por el amor a todas las cosas y personas". Palabras bellas y engañosas que rezuman panteísmo, y que apartan a Dios del horizonte del ser humano.

 

En definitiva, lo que ha sucedido con la secta Ayahuasca Internacional o Inner Mastery nos sirve para recordar que los grupos que usan ayahuasca no sólo suponen un peligro para la salud física y psíquica, tanto por los riesgos que trae consigo la ingestión de la sustancia como por la dinámica sectaria que suelen tener, sino que son un grave obstáculo para la vida espiritual. Bajo la apariencia fascinante de evolución, crecimiento y liberación, se esconde una realidad de involución, decrecimiento y esclavitud, que aparta a las personas de su verdadero destino (la salvación) y los somete a la irracionalidad y el miedo.

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