Como ya viene siendo habitual, el conocido sacerdote exorcista norteamericano Stephen Rossetti ha publicado en su blog un nuevo testimonio personal de su ministerio. Esta vez el para relatar como varias de las personas que acuden pidiendo ayuda, es debido a los tormentos que les causan brujas, líderes de religiones orientales o de espiritualidades paganas. “Es un asunto feo (…) Maldicen o embrujan a nuestra gente y los efectos son muy reales”, comienza denunciando el exorcista.
El sacerdote menciona el caso de una víctima que tras recibir sms burlones de una bruja, padece dolores intensos sin causa física o psicológica y en cuya familia también algunos presentan diversos sufrimientos luego de recibir esos mensajes. Otra persona le ha confidenciado, dice, que todas las noches escucha la voz amenazante de una bruja susurrándole que se condenará al infierno. Una tercera víctima sufriría agresiones regulares de una bruja que le provoca diversas torturas y manifestaciones físicas. En cada caso -declara el padre Stephen- una bruja desarrolla acciones “para atormentarles y de forma verificable”.
“En el proceso de liberación, varios de ellos han excretado de forma dramática por los orificios corporales una especie de bolo, una masa o fluidos utilizados por la bruja para maldecir al individuo. Mientras el bolo permanezca en el interior, el proceso de liberación se verá obstaculizado. Aunque la excreción es sucia y embarazosa, deshacerse de él es un gran alivio. Si son fieles y perseverantes, el poder salvador de Jesucristo acabará por liberarlos de las garras de la bruja. Pero el proceso de liberación puede, como en un caso de posesión total, llevar bastante tiempo”, explica el exorcista.
No deja de sorprender el poder real de la bruja, comenta padre Stephen. Algunas de ellas tienen un conocimiento intrincado y oculto de las personas a quienes atormentan. Algunas a veces manipulan objetos con el poder de los demonios y pueden hacer que la gente sufra verdaderas dolencias corporales, afirma el sacerdote.
“Durante el proceso de liberación, insistimos en que las víctimas deben aprender a confiar en Jesús. El poder de la bruja, como el de los demonios, es limitado. Las brujas pueden acosar, atormentar e infligir sufrimientos, pero el poder de Cristo resucitado es supremo”, exhorta Rossetti.
¿De dónde sacan su poder las brujas? interpela en su testimonio el sacerdote. Algunos de estos practicantes de la magia -señala- afirman ser canalizadores de la energía natural del cosmos; otros afirman invocar una "energía femenina"; y también hay quienes aseguran tener el poder de deidades paganas. “Pero todos están engañados”. Cualquier tipo de magia que se practique no proviene del Dios único, verdadero y amoroso, advierte padre Stephen.
Y advierte el exorcista: “Lo que creen son energías espirituales, poderes terrestres o deidades no son más que máscaras de Satanás. Todas estas ‘deidades’ paganas son demonios bajo el control de Satanás. Las brujas de alto nivel están profundamente sumergidas en este mundo oscuro del mal. En verdad, su suerte sólo puede ser aumentar la oscuridad y la esclavitud del Príncipe de las Tinieblas. Mientras amenazan a otros con el infierno, son ellas las que están en mayor peligro espiritual”, concluye.
El padre Stephen destaca que quienes acuden a sacerdotes habilitados y competentes para discernir la necesidad de exorcismos y aplicarlos, si perseveran, tienen asegurada la verdadera libertad, la luz y la paz en Jesús. El camino comienza -puntualiza- con el arrepentimiento por cualquier pecado que hayan cometido y que les haya hecho vulnerables al poder de la bruja. También incluye una purificación y santificación espiritual a través de los sacramentos y sacramentales. “Debe además perdonar a la bruja que los atormenta, así como Jesús perdonó a quienes lo crucificaron”. Somos verdaderamente seguidores de Jesús cuando “bendecimos a quienes os persiguen, bendecimos y no maldecimos” (Rm 12,14).
“Las maldiciones, los maleficios y la magia son las herramientas de Satanás y sus brujas. Las herramientas del creyente son la fe en Dios, la confianza en Jesús y el amor al prójimo, incluidos quienes nos persiguen”, concluye padre Stephen Rossetti.