El pasado 15 de julio de 2020, Portaluz informó sobre el libro "Directrices para el Ministerio de Exorcismo", recién publicado por la Asociación Internacional de Exorcistas (AIE). 
 
Ahora, esta última semana de julio, la Agencia de Información (SIR) de la Conferencia Episcopal de Italia ha publicado entrevista -que puede leerse bajo este párrafo-, al presidente de la AIE, padre Francesco Bamonte, quien comenta en forma concisa sobre estas “Directrices” para el ejercicio del ministerio del exorcismo. 
 
"Aunque en algunas diócesis puede bastar con un exorcista, lo ideal sería tener por lo menos dos. Y esto no sólo para una mejor distribución de la 'obra', dado que actualmente es difícil para un exorcista no tener también otros deberes pastorales, sino sobre todo porque tener cerca a otros cohermanos exorcistas con los que se pueda comparar, razonar y aconsejar sería de gran beneficio para todos y ayudaría a quitar del ministerio del exorcista esa aura de misterio por la que muchos lo ven más como un superhombre o un mago que como un simple sacerdote, ministro de Cristo y de la Iglesia", reflexiona padre Francesco. 
 
¿Por qué las Directrices? ¿Hay algún problema con el entrenamiento de los sacerdotes exorcistas? 
Desgraciadamente no faltan los obispos que confían el ministerio del exorcismo a sacerdotes que, aunque dotados de piedad, ciencia, prudencia e integridad de vida, no han recibido una preparación específica para ejercer esta exigente tarea. Y esta es la razón principal por la que queríamos preparar las Directrices. Su objetivo principal es, de hecho, el de proporcionar a los sacerdotes exorcistas de nuestra Asociación un instrumento adecuado para ejercer su ministerio de acuerdo con las normas por las que la Iglesia regula el ministerio del exorcismo, remediando así cualquier deficiencia en su formación. 
Creemos, además, que las Directrices podrán contribuir a la formación inicial de los candidatos al ministerio de exorcismo siempre que sus Ordinarios consideren útil recurrir a nuestra Asociación para asegurarles principios bien fundados y pautas seguras de conducta en el desempeño de este delicado y difícil servicio eclesial. 
 
¿Es suficiente la oración para defenderse de los ataques del diablo? 
La vida de la gracia es la verdadera e indispensable defensa contra los ataques ordinarios y extraordinarios del diablo. Ahora bien, la vida de la gracia no se mantiene sólo con la oración. Necesita la Palabra de Dios, los Sacramentos, el compromiso de crecer en virtud, especialmente en humildad y caridad. Y todo esto no como sujetos aislados, sino en el contexto de la Iglesia, que es la familia de Dios. 


El capítulo de las Directrices dedicado a la eficacia de los exorcismos. ¿Por qué habla de "aparente ineficacia"? 
El exorcismo público, es decir, el exorcismo que tiene valor sacramental, si se celebra según las normas de la Iglesia, es siempre eficaz en sí mismo, como acción de Cristo y de la Iglesia. El exorcista, especialmente cuando pronuncia un exorcismo litúrgico, nunca actúa en su propio nombre o en virtud de sus poderes particulares, sino sólo como un instrumento de Dios, cuyo poder es infinito. Sin embargo, en estos días, rara vez una persona que es realmente víctima de una acción extraordinaria del diablo queda liberada en el primer exorcismo, sobre todo si se trata de una posesión diabólica. 
Esto puede dar lugar a muchas desconfianzas e interrogantes, por lo que es necesario comprender bien por qué estos retrasos en la liberación, para evitar soluciones erróneas a esta aparente ineficacia del exorcismo, cuando la liberación del maligno no se obtiene inmediatamente. 
 
En el imaginario colectivo, el exorcista es el que se ve en muchas películas de Hollywood. ¿Cuánta verdad hay en esta representación? 
Prácticamente nada, empezando por la atmósfera de horror, que es exactamente lo contrario de lo que se experimenta cuando se celebra un exorcismo real según las instrucciones de la Iglesia. 
El exorcismo es de hecho una experiencia de fe muy intensa, en la que se toca casi con la mano la presencia viva de Jesús, Nuestra Señora, los Ángeles y los Santos. 
Todo esto en una atmósfera de serenidad y alegría intensa, que no tiene nada que ver con lo que el cine y la televisión, distorsionando la realidad, muestran a los espectadores.

 
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