El padre Pavol Hucík con tan sólo 38 años es párroco en Bystrany, pequeña ciudad de Eslovaquia, donde también recibe regularmente a personas de todo el país que buscan ser “liberadas”. El sacerdote -cuyo testimonio fue originalmente publicado en el portal eslovaco Môj príbeh- lleva este apostolado pegado a su piel… Conoce los sufrimientos y riesgos de las víctimas que atiende, porque también él fue alguna vez un devoto practicante del esoterismo.
La dictadura que cae la revolución que llega
Pavol, nacido en 1975, fue formado por su familia en los valores católicos. Pero en 1989 los cambios que trajo a su país el fin de la tiranía comunista significada en la caída del Muro de Berlín, impactarían a Pavol. Eslovaquia se llenó de literatura occidental hasta entonces prohibida o inaccesible. Con apenas 15 años, Pavol comenzó a gastar todo dinero que tenía en adquirir y ‘devorar’ esos libros antes prohibidos… meditación trascendental, hipnosis y cuanta literatura esotérica y del ocultismo llegare ante sus ojos.
Como todo joven, irreverente y ávido de nuevas experiencias, una vez hubo aprendido la teoría, decidió ponerla en práctica una noche que, algo aburrido viendo la televisión, departía con amigos.
"Me senté en una esquina cerca de la puerta. Cerré los ojos, y empecé a meditar. No meditaba sobre Dios o las Escrituras. Pensaba en usar las fuerzas del subconsciente para hipnotizar a una amiga que se sentaba a mi lado, cerca de la puerta. No se lo dije a nadie, todo sucedía en mi interior. Después de un rato relativamente largo, abrí los ojos, y vi que mi amiga estaba dormida. Podía ser algo normal, así que la toqué y sacudí para ver si despertaba. Pero no lo hizo, no reaccionaba, estaba en una especie de estado inconsciente. Me asusté y volví a mi sitio, no quería que nadie se diese cuenta. Retomé la concentración, dando la orden contraria, quería despertarla. Por fortuna lo conseguí, y ella despertó".
La experiencia, aunque algo inquietante, fue como una droga para el inexperto Pavol… ¡finalmente constataba y palpaba ese enigmático poder! Quería más y así fue como convenció a la chica, su conejillo de indias, para quedar con asiduidad y practicar con ella la hipnosis. ¡Y funcionaba!
La seducción de quien teje la telaraña
"Después de algunas sesiones –continúa Pavol-, podía hipnotizarla solo con contar hasta diez. Funcionaba incluso al aire libre, con frío o incluso si ella no quería. Una vez ella no deseaba reunirse conmigo. Simplemente le ordené que viniese. Al día siguiente se presentó, como habíamos quedado, comentando que no pudo controlar sus propias piernas, que, dijo, empezaron a moverse por sí solas".
Pavol experimentó con varias modalidades de hipnosis: por ejemplo, decía a su amiga que tal día a tal hora entraría en trance, y así sucedía. También la hacía dormir con un casete en el que resonaban sus palabras... y la chica solo despertaba cuando su hermana la abofeteaba.
Rompiendo los límites, el abismo se abre
Rompiendo los límites, el abismo se abre
"Cuanto más comes, más hambre tienes", explica el sacerdote, recordando cuando era esclavo del mal que hoy combate. "Empecé a hacer cosas peores que la hipnosis". Dice que la lista es larga… Comenzó con “magia blanca" (algo que los documentos magisteriales de la Iglesia y los exorcistas, señalan que es igual de nefasta y contraria a Dios: la magia es, ya un engaño, o una práctica que aleja de Dios; pudiendo incluso ser plataforma para la manifestación demoníaca: no hay magia buena). Luego Pavol continuaría probando el "magnetismo", adivinación con un péndulo, el Método Silva (aparente propuesta terapéutica, pero que es denunciada por exorcistas y teólogos católicos porque importa invocación de espíritus que vinculan con el Demonio) y otras similares.
El párroco de Bystrany confidencia que en esa época conservaba cierta inocencia, pues si bien no era un chico devoto y aunque –por la osadía e ignorancia de sus años de juventud- se exponía hasta el límite, aún se consideraba católico. Para él sus avances en las prácticas eran una suerte de "poderes" que Dios podía dar a algunos... como él.
Pero "hice cosas malas como influir a otras personas" [con la hipnosis y el ocultismo] para beneficiarse, reconoce. Como que el profesor no le preguntase en clase, que el revisor no le pidiese el billete… "le hacía creer que ya lo había revisado, cuando la verdad es que iba sin billete".
Descubriendo el rostro del mal… en sí mismo
El paso siguiente de esta sed por aprender y entrenar “poderes” lo dio experimentando la técnica “Nivel Alfa” de meditación ocultista, que aseguraba poder potenciar la influencia sobre las personas. Pero comprobó que algunas de sus víctimas no podían ser tocadas… pues parecían protegidas por una especie de "contrafuerza". En su confusión creyó que, como él, también se dedicaban a practicar el ocultismo…
"Una noche, todo se aclaró. Intenté rezar estando en Nivel Alfa. No pude hacerlo. Era como pegarte con la cabeza en un muro. Era la misma sensación que tenía cuando no conseguía influir a una persona mediante prácticas ocultistas. Me pregunté qué tipo de poder era ese, que no podía superar. Y entonces, en ni interior, entendí que era el poder de Dios".
Y este fue el punto de quiebre. Como en un espejo se vio. Atormentado al comprender que había estado caminando al borde de un precipicio contra la voluntad de Dios para su vida pudo finalmente reconocer… "que sufría adicción al ocultismo".
Hacia la libertad
Esa sed por conocer desde los libros, traspasando los límites de su humanidad, que estuvo a punto de embrutecerlo, sería el rasgo de su personalidad que –con una motivación espiritual basada en Dios- le permitiría iniciar su liberación. Cuando tuvo en sus manos aquél libro de espiritualidad cristiana -"Renovación en el Espíritu Santo", del teólogo y sacerdote eslovaco Jozef Vrablec (1914-2003)- tuvo la certeza que le llevaría de retorno a Dios. “No era teoría árida, era un libro práctico y apasionado: incluía una oración al Espíritu Santo”. Pavol la rezó.
"En mi alma sentí algo nuevo, hermoso, y liberador. Era algo lleno de vida que me traía un gran gozo… completamente distinto a lo que había experimentado en ejercicios de concentración o en meditaciones de vaciamiento según el yoga o las religiones orientales", explica.
Elegido y formado por Dios
Alejándose del hombre viejo, "guiado por el Espíritu Santo", señala él mismo, a poco de cumplir los 18 años entró en el seminario para ser sacerdote y servir a Dios. Aún en el primer año intentó mantener alguna relación con el mundo de lo oculto, pero se apuntó a un curso de Renovación en el Espíritu Santo, donde fortaleció su purificación. Al finalizar los estudios de teología en un gesto auto sanador y como ofrenda de expiación redactó como tesis el tema "La parapsicología desde el punto de vista del cristianismo".
Sólo cuando fue ordenado sacerdote comprendería que en su sabiduría de misericordia y amor salvífico Dios lo había formado, incluso permitiendo que caminara por la oscuridad. Finalmente así podría liberar a otros sabiendo a conciencia contra quien luchaba en nombre de Jesucristo…
"Dios gradualmente me llevó a este ministerio de liberación. Hoy le doy gracias por todo lo que experimenté y por el hecho de que puedo ayudar a las personas que fueron atrapadas y dañadas por los servicios misteriosos y frugales de la magia y el ocultismo. Cuando estas personas renuncian a las prácticas ocultistas y confían sus vidas a Jesucristo -declara el sacerdote-, sus pesadillas empiezan a desaparecer, dejan de oír voces y ver espíritus, se liberan de presiones internas y de sentimientos negativos".